Libro del Profeta Zacarías

Libro del Profeta Zacarías

Libro del Profeta Zacarías

 

Un estudio expositivo por Lowell Brueckner

Capítulo 4

Por Mí Espíritu

  1. Entonces el ángel que hablaba conmigo volvió, y me despertó como a un hombre que es despertado de su sueño.

  2. Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He aquí, veo un candelabro todo de oro con su depósito en la parte superior, y sus siete lámparas encima de él con siete tubos para cada una de las lámparas que tiene encima;

  3. y junto a él hay dos olivos, uno a la derecha del depósito y el otro a la izquierda.

  4. Continué, y dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto señor mío?

  5. Respondió el ángel que hablaba conmigo, y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y respondí: No, señor mío.

  6. Continuó él, y me dijo: Esta es la palabra del Señor a Zorobabel: “No por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu” —dice el Señor de los ejércitos.

El corazón de cada cristiano debe arder con un anhelo de ver un movimiento puro del Espíritu Santo. Desgraciadamente, a muchos les interesa más lo que el hombre puede hacer. El gran misionero que experimentó un avivamiento en Mongolia y otras partes de China, Jonathan Goforth, comentó en su libro Por Mi Espíritu lo siguiente, después de estar en una convención mundial de misioneros: Jamás he experimentado tanto dolor y desilusión como en ese día. De los muchos que hablaron en esa gran reunión de misioneros, sólo tres enfatizaron que Dios, el Espíritu Santo, es el único factor esencial en la evangelización del mundo. Después de escuchar los mensajes aquel día, sería fácil para una persona concluir que llevar el evangelio a los seres humanos perdidos es una cosa de mejor organización, mejor equipaje, y más hombres y mujeres… quitar el ídolo de la auto suficiencia eclesiástica aparentemente tenía un precio demasiado grande para pagar.

La quinta visión

El ángel no habla a Zacarías en el sueño; le despierta para hablarle (v.1). No diré que Dios no hable en sueños, ya que la Biblia nos da ejemplos de que sí, pero siempre son casos extraordinarios. En este libro leemos acerca de varias visiones y visitaciones de ángeles, pero recuerda que Dios está dando revelaciones que formarán parte de la Biblia y, en el caso de Zacarías, está profetizando sobre la venida del Mesías y acontecimientos relacionados con el fin de esta época. Es algo que instruirá a millones de personas en todo el mundo por muchos siglos. Más que una palabra extraordinaria, es única y sin error, perfectamente inspirada por el Espíritu Santo.

En el Siglo XXI, si un ángel visita a una persona pues… ¡estaría encantado!, me alegraría con él, pero cuando uno empieza a fascinarse y a preocuparse con los ángeles (he visto a otros fascinarse con los demonios y la liberación), uno sospecha que algo raro está pasando. Una vez leí un libro de un hombre que había sido visitado por ángeles tan a menudo que hasta les había puesto nombre. A decir verdad, yo lo catalogaba como una práctica extra-bíblica.

De igual manera, ver a personas que siempre están preocupadas por sus sueños, me hace pensar que es un interés desviado de una relación normal con el Señor. Me parece que en el tiempo de Jeremías había una fascinación con los sueños (Jer.23:22-32). La manera más segura y normal en la que Dios nos habla es por medio de la Biblia y, normalmente, nos habla cuando estamos despiertos. Vemos que Zacarías, literalmente, tiene oportunidad de participar e involucrarse en todo lo que pasa. Espiritualmente, Dios también quiere tenernos despiertos. Pablo escribió dos “mensajes despertadores” a la iglesia: “Conociendo el tiempo, que es ya hora de que seáis levantados del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos” (Ro.13:11) y “Por lo cual dice; Despiértate, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo” (Ef.5:14).

El ángel que despierta y habla a Zacarías es el mismo que ha sido su intérprete en los capítulos anteriores, desde 1:9. Esta visión (v.2) concuerda y es simbólica con la que vio Juan y que tiene que ver con los dos testigos de los últimos tiempos (Ap.11:4). Vemos, en la profecía de Zacarías, una relación entre lo que pasó en su tiempo y lo que ocurrirá al final de esta época en la que vivimos nosotros. Todavía no ha acontecido.

Lo que ve Zacarías es un candelabro de oro, un tazón encima, siete lámparas y siete canales fluyendo hacia las lámparas. El candelabro es igual al que existía en el templo y representa al pueblo de Dios (Mt.5:14, Fil.2:15… vemos como cada expresión del Nuevo Testamento tiene su raíz en el Antiguo). En el tiempo de Zacarías, la nación de Israel era una luz para las naciones. El oro simboliza lo mejor… lo que viene de Dios de forma pura. El aceite es el símbolo de la unción poderosa del Espíritu Santo que hace a las lámparas arder.

El tazón recibe el aceite y lo distribuye por los siete canales, que están conectados a las siete lámparas (¡algunos ven 49 canales, siete a cada lámpara!). Siete es el número perfecto, por eso Dios siempre cuenta con ese número. Están materialmente unidos a un solo candelabro. En la revelación del apóstol Juan, cada lámpara de la iglesia en Apocalipsis está separada materialmente pero, como Jesús está en medio de ellas, están unidas en espíritu (Ap.1:20).

Hay un olivo a cada lado (v.3). Son dos fuentes vivas, supliendo poder con combustible divino. “Nunca faltaron, ni se derramaban demasiado, sino que siempre ardían claramente. Y el tazón fue suplido constantemente, sin ningún cuidado, ni atendido por algún hombre… nadie tenía que preocuparse para renovar la suministración del aceite de este candelabro (no esperaba al hombre, ni los hijos de los hombres). La razón es para demostrar que Dios puede, y muchas veces lleva a cabo sus propósitos bondadosos sobre Su pueblo por medio de su propio poder y sabiduría, sin el arte o labor del hombre y, aunque a veces utiliza instrumentos, sin embargo, no los necesita ni está limitado por ellos, sino que puede hacer Su obra sin ellos, y lo hace para que sea llevado a cabo.” M. Henry

“Fue destilado (el aceite) de los olivos, sin ser exprimidos por los hombres, sino que constantemente, abundantemente y libremente fluía de Dios.” J. Wesley.

Ahora, lo que sigue (v.4), es la quinta pregunta de Zacarías, que es contestada por el ángel con otra pregunta: “¿No sabes qué es esto?”. Zacarías, humildemente, respondió: No. (v.5). Esto también tiene un propósito, ya que el instrumento que Dios quiere usar no puede tener las interpretaciones humanas que corrompen las revelaciones de Dios. Además, es sumamente necesario que el hombre vea su insuficiencia en el ministerio al que Dios le ha llamado. Él está para aprender; es un discípulo terrenal que está aprendiendo las cosas celestiales.

La visión demuestra que es totalmente una obra pura del Espíritu Santo. Vamos a ver el por qué en los siguientes puntos: 1) En que el aceite es símbolo del Espíritu. 2) En que el fuego también simboliza el Espíritu Santo. 3) En que no existe un proceso natural, no está limitado por las leyes naturales. Por un poder sobrenatural y misterioso, el aceite fluye directamente desde los árboles hasta las lámparas.

Lo vemos cuando Jesús, al empezar Su ministerio con el Espíritu Santo sobre Él, sin necesidad de ningún proceso, convirtió el agua en vino. Lo vimos también en la obra del Espíritu en la creación, creando todas las cosas en su plena madurez y completas, sin un proceso de tiempo. La luz de las estrellas, por ejemplo, ya llegaba a la tierra, aunque las estrellas estaban a millones de años luz de distancia. Y así, cada cosa fue creada completa, funcionando por un Dios ilimitado e infinito.

Toda la escena de esta visión llevó un mensaje para Zorobabel en su día, pero es una palabra de parte de Dios entre las más importantes en toda la Biblia: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dice el Señor de ejércitos”. Demuestra una verdad eterna que debería ser adoptada por todo el pueblo de Dios, no sólo como un lema para sus vidas sino como la característica de todas las obras de Dios. Caracteriza todos los avivamientos genuinos que han ocurrido en la historia de la iglesia. Cada uno de ellos puede llamarse ‘un movimiento del Espíritu’.

Esto es anhelado por cada cristiano verdadero, especialmente por la persona que de un modo u otro lo ha vivido. Nadie puede describir ni definir a otros el gozo y asombro que experimenta el pueblo de Dios cuando el Espíritu Santo desciende y el hombre tiene que ponerse a un lado. Son días del cielo en la tierra. El aceite fluye directamente de los olivos a las lámparas, que son encendidas de gloria celestial. El hombre está involucrado, pero él no es la fuente de los planes ni de los atributos manifestados. Cristo toma Su sitio como la Cabeza del cuerpo. La parte del hombre es obedecer y actuar como dicta el Espíritu, pero para eso, Él tiene que capacitarle. Todo pasa en un nivel más alto. Lo que es sobrenatural pasa a ser común y cotidiano. El temor de Dios penetra en el ser, los pecadores tiemblan, se arrepienten y son gloriosamente salvados. Hay poderosos bautismos en el Espíritu Santo con demostraciones de los dones que le acompañan. El amor y el gozo reinan.

Gracia, gracia a ella

(con un comentario sobre Apocalipsis 11:1-15)

  1. ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella.

  2. Vino palabra de Jehová a mí, diciendo:

  3. Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros.

  4. Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra.

  5. Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda?

  6. Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?

  7. Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no. 14. Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.

El monte de la oposición está siempre presente para estorbar la obra de Dios (v.7). En el caso de la reconstrucción del templo, lo vemos en Esdras 4. En el capítulo 5, en obediencia a la palabra de Dios, empezaron la obra de nuevo y, en el capítulo 6, Darío hizo un edicto en el que prohibió que se interfiriese la obra, aunque todo fue hecho posible por la palabra de Dios (6:14). La obra había sido detenida pero, como lo que es de Dios nunca queda a medias, tuvo que terminarse. La fe remueve (Mt.17:20; 21:21) los montes de la oposición (2Co.10:5; 2Tes.2:4). Para que la obra del templo pudiera empezar y para que las piedras del cimiento fuesen puestas, el monte tenía que ser allanado. Cuando se hace algo según el plan de Dios, Él remueve el obstáculo. ¿Quién eres tú o gran monte?… por grande que seas, pronto y fácilmente serás deshecho y no habrá evidencia de tu presencia. ¿Y cómo? Pues mientras Zorobabel y Josué se adelantaban (por fe–Esd.5:2), delante de ellos se removían los obstáculos. Ellos empezaron a trabajar antes de que llegara el edicto del rey con el permiso para hacerlo.

En estos días estamos viendo el cumplimiento de esta profecía con la oposición final de las naciones contra Israel (¡Estate seguro de estar a favor de Israel!). Toda esta oposición será deshecha por el Mesías cuando venga por segunda vez, y todo Israel será salvo (Jer.51:25; Dn.2:34, 45; Ro. 11:26). Por eso es necesaria la palabra del profeta, porque humanamente no existen garantías ni a veces posibilidades, pero la palabra de Dios lo afirma y se cumple. Cristo, la Piedra Viva (Zac.3:9,1 P.2:4), vendrá otra vez y tomará Su lugar.

Al poner la última piedra, todos reconocerán con alegría que fue una obra de Dios… Su gracia desde el principio hasta el fin… “gracia sobre gracia” (Jn.1:16). Si no fuera por una oposición imposible de superar, por algo que está muy por encima de lo que el hombre puede hacer, Dios no recibiría la gloria. La historia de los avivamientos cuenta que, antes de sus comienzos, había manifestaciones fuertes y palpables de demonios. Al presenciarlas, el pueblo de Dios se dedicó a la oración, porque sabían que humanamente no había manera de combatirlas. Después, con una obra de gracia, Dios se mueve sobrenaturalmente y el hombre no puede dar crédito, ya que fue evidente que no había sido por un esfuerzo humano. Lo que nos hace exclamar y nos da plenitud de gozo, es saber que Dios está y que nosotros hemos estado involucrados con lo que es plenamente de Él.

Puede ser que el pueblo pierda ánimo y valor por la oposición del enemigo, y que estas dos cosas causen una demora en la obra, pero como es algo que Dios inició según Su voluntad, seguramente se completará. Cristo es el principio y el fin. “Sin Mí”, ha dicho, “nada podéis hacer”. El templo fue terminado en el año sexto del reinado de Darío. Un profeta no habla si la palabra de Dios no viene, pero gracias a Dios Él sigue hablándonos (v.8). Gracias a Dios, específicamente, por esta palabra que tenemos delante. Keil: Esta palabra del Señor no es expresada por ‘el ángel que interpreta’ para Zacarías, sino que es una palabra directamente del Señor, porque es el ‘Ángel del Señor’ (quien es el Hijo de Dios) quien la pronuncia. Aunque esta palabra se relaciona primeramente con el templo material al hablar de “las manos de Zorobabel, etc…”, al continuar diciendo “entonces conocerás que el Señor de los ejércitos me envió a vosotros”, demuestra que el significado de esta visión alcanza más allá del caso de Zorobabel, ya que el edificio con el que él está involucrado, es solamente dado como un símbolo del edificio que es el templo espiritual; y al haber podido completar el templo, que es solamente un tipo, garantiza que el verdadero templo se va a completar también. No por terminar el templo material puede saber Judá que el Ángel del Señor fue enviado a ellos, sino solamente cuando es edificado el Reino de Dios. El templo de Zorobabel tipifica una realidad en la eterna voluntad de Dios. El Verbo de Dios será reconocido como el que el Padre envió para llevarlo a cabo, y este será un reconocimiento mucho más importante. El mismo que habla aquí, en el versículo 9, es el que habla en el 2:9.

“El día de modestos comienzos” (v.10) caracteriza lo que es de Dios; seguramente, podría ser proclamado como el día de Dios. Tenemos que saber apreciar esos días, los cuales marcan el camino de la cruz, donde la mano de Dios es fuerte en la debilidad.

Vemos una modesta corriente de agua fluyendo debajo el umbral de la puerta del templo que se convirtió, primeramente, en un río y después en ríos (Ez.47). Él puso Sus manos en las de Zorobabel, igual que las puso en la mano de David con su modesta honda; igual que pasó de Sus manos la modesta comida, el pan y el pescado, a las manos de Sus discípulos. Levantó a José de la prisión, a David del redil, a Daniel de la esclavitud, y convirtió al mundo por manos de pescadores y uno que hacía tiendas. Sus manos fueron las de un carpintero. Ahora, la plomada modesta de Zorobabel, empieza a construir un templo.

El mismo templo fue ampliado por Herodes el Grande y en ese mismo templo enseñó el Hijo de Dios. Dios y el cielo se gozan en lo que está haciendo, y los que conocen los caminos del Señor se alegrarán también. “Gracias a la aflicción de su alma, verá la luz y quedará satisfecho… por el gozo puesto delante de Él, soportó la cruz, y despreciando el oprobio, se ha sentado a la diestra del trono de Dios” (Is.53:11; He.12:2).

Los mismos ojos de 3:9 y 2Cr.16:9 ven y disciernen perfectamente. Hemos visto que Satanás y los ángeles jinetes recorren la tierra; así también los ojos del Señor recorren toda la tierra “para ayudar a aquellos cuyo corazón es íntegro para con Él”. El corazón dispuesto es un corazón preparado por el Señor para llevar a cabo su propósito. El Señor los apoya. Los siete ojos están en esta obra.

Zacarías ya había preguntado sobre toda la escena y había recibido el mensaje sobre ella. Ahora quiere saber específicamente acerca de los olivos, pero no recibe una respuesta (v.11). Él insiste (v.12), enseñándonos así una lección importante: Que no seamos indiferentes, pasivos ni conformes… Tenemos que insistir en la oración. Pedid y recibiréis es lo mismo que preguntad y seréis contestados. Ahora, más específicamente, pregunta sobre las dos ramas de donde se vierte el aceite. Están vitalmente conectadas a los árboles, como los pámpanos a la vid (Jn.15). Tenemos que aprender esta lección junto con la revelación del apóstol Juan en Apocalipsis… después hablaremos de aquella. El aceite es dorado y procede de árboles divinos, significando que es de la mejor calidad… la de Dios. Los canales lo llevan al receptáculo que está sobre las lámparas.

Igual que sucede en el versículo 5, la pregunta le es devuelta a Zacarías, y nuevamente confiesa su ignorancia (v.13). Tiene que humillarse antes de poder recibir el conocimiento divino. “Si alguno entre vosotros piensa ser sabio en el tiempo presente, hágase necio para llegar a ser sabio” (1Co.3:18). Es un discípulo, un estudiante, y sólo los tales reciben del Señor.

Estos son los que pueden compartir a otros y nosotros debemos escuchar lo que han oído y aprendido del Señor. Tenemos que ver a estos dos ungidos junto con los de los últimos días, porque si no, no podemos saber el cumplimiento entero de esta visión. Sin embargo, aquí hay dos ungidos: sacerdote y rey, que están delante de Dios y delante de la gente (v.14). ¿No es esta una obra de la trinidad, de acuerdo con la enseñanza de Cristo en la cual el Espíritu procede del Padre, enviado del Hijo (Jn.15:26)?

Ahora, junto con este capítulo, queremos estudiar Apocalipsis, capítulo 11 que es, en verdad, el cumplimiento entero y final de lo que estamos estudiando en Zacarías. En este capítulo 4, vemos que fue una profecía para Zorobabel y que tenía que ver con reedificar el templo. Zorobabel, el rey sin un trono ni ejército, y Josué, el sumo sacerdote sin un templo, fueron los dos testigos, las ramas conectadas a los dos olivos.

Apocalipsis 11 empieza con una vara para medir un templo. En Zacarías 1:16, Dios promete que un cordel será tendido sobre Jerusalén y, en el capítulo 2, aparece un cordel de medir, significando que Jerusalén sería medida y establecida de nuevo. En el capítulo 3 habla de Josué y en el 4 de Zorobabel, cuyo propósito es reedificar el templo. Dios está demostrando su cuidado con Jerusalén y especialmente con el templo en Jerusalén.

La visión de Dios se extiende sobre los siglos y Juan la ve de una forma más perfecta. Lo que Juan ve, ocurrirá en la primera mitad de los siete últimos años que marca Daniel 9:27. Haré un breve resumen de la profecía de Daniel. El ángel Gabriel le informa de un periodo de 490 años que tiene que ver con su pueblo, Israel, y su cumplimiento empezó en los días de Zacarías. Por esto podemos ver que la visión de Zacarías, el comienzo de la obra, se relaciona con la de Juan y el perfecto cumplimiento de la obra. El emperador persa ordenó que Jerusalén fuese reedificada, y 49 años después, se cumplió. Seguidamente, transcurrió un tiempo de 434 años más hasta que el Mesías fue matado… un total de 483 años. Después, el “reloj” que estaba marcando este tiempo de 490 años, el tiempo de los judíos, se paró, empezando así el tiempo de los gentiles. Durante este tiempo, desde hace 1.900 años, el evangelio es predicado en todo el mundo, y los judíos todavía no tienen un templo. El “reloj” de los judíos empezará a andar otra vez hasta que terminen los últimos siete años que faltan, cuando el anticristo haga un pacto de siete años, que incluirá la edificación del tercer templo, precisamente en el lugar donde fueron destruidos el primero y el segundo.

En Apocalipsis 11:1-2, este templo ya está construido y Juan tiene órdenes de medirlo todo, menos la parte de los gentiles. Hollarán la ciudad de Jerusalén por 42 meses, es decir, 3 años y medio. En este mismo tiempo empieza el ministerio de los dos testigos que, por muchas razones, parecen ser Elías y Moisés, que han vuelto al mundo (v.3). Ahora estos son los dos olivos, como en Zacarías, pero aquí en lugar de un candelabro, hay dos (v.4). Establecimos claramente que el candelabro que Zacarías vio fue Israel, y los comentaristas están de acuerdo en este asunto.

La pregunta ahora es la siguiente: ¿Qué o quién es el segundo? Como la Biblia es su propio intérprete, nos tendrá que responder a la pregunta. El único candelabro que veo en toda la Biblia, además del que representaba a Israel, era el que tenía siete lámparas, mencionado en los primeros tres capítulos de Apocalipsis, que representan las siete iglesias. Las siete lámparas no están físicamente unidas por un candelabro, sino que más o menos formaban un círculo en Asia Menor. Él que las unifica en una unidad espiritual fue el que estaba en medio de las lámparas, es decir, el Señor Jesucristo. Espiritualmente están más unidas que el candelabro de siete lámparas físicamente unidas.

Ahora no puedo daros una verdad sin dudas sobre este asunto y solamente diré que a mí me parece que la mejor explicación no es la que os daría la mayoría de los que estudian la escatología (estudio de los últimos tiempos). Sin embargo, hay algunos que piensan que el segundo candelabro es la iglesia. Es algo que debemos tener presente y considerar, ya que estamos acercándonos a este tiempo. Piensan que las siete iglesias representan mucho más que las de Asia Menor en el tiempo del apóstol. El problema es que esta teoría asume que la iglesia está todavía en el mundo en los primeros 3 años y medio, de los cuales ya hemos hablado. Como Israel fue dirigido por Josué y Zorobabel, también Elías y Moisés (probablemente) estarán frente a dos tremendas compañías durante esos 1.260 días, ministrando con el mismo poder que apoyaba a Elías y a Moisés en su día.

Durante el tiempo más oscuro y engañoso del mundo, y también el más peligroso (griego: extremamente feroz), por todas las razones que nos da Pablo en 2 Timoteo 3:1-5, habrá un avivamiento como Israel y la Iglesia nunca han vivido. Los dos testigos estarán delante del Señor y serán protegidos sobrenaturalmente durante esos días, porque Dios tiene que cumplir Su voluntad por medio de ellos (v.5). Dios lo declaró desde el tiempo de Daniel y Zacarías, y Su propósito fue escrito.

Como hizo Elías, estos testigos tendrán potestad de cerrar el cielo para que no llueva y, como Moisés, tendrán potestad de convertir el agua en sangre y soltar plagas sobre la tierra (v.6). Tendrán potestad para hacerlo porque estarán delante del Señor en armonía con el cielo. Cuando estos dos testigos terminen su ministerio, el gran engañador, el hombre de iniquidad, el hijo de perdición (2 Tes.2:3-12), será revelado (2 Tes.2:8)… el anti-Cristo. Él les matará (v.7) porque han terminado su ministerio. Una vez cumplido el plan de Dios en esta vida, ¿para qué vivir más en la tierra?

Serán matados en Jerusalén (Jerusalén, Sodoma, Egipto es una sola ciudad), igual que su Señor (v.8), y todo el mundo observará sus cadáveres durante 3 días y medio (fácilmente por satélite). Todo el mundo lo celebrará, porque fueron atormentados por ellos (9-10). Sí, imagínate una sequía como la del tiempo de Elías y todas las plagas de Egipto aconteciendo al mismo tiempo sobre la tierra. La gente del mundo ya no aguantará, porque además los testigos estarán arruinando la utopía prometida por el anti-Cristo. Será un ministerio sobresaliente, poderoso y limpio, en el tiempo más perverso que jamás haya acontecido en la historia.

Solamente aquí, en medio del libro de Apocalipsis, ocurren varias cosas. En el versículo 11 hay una resurrección. ¡Hubo una gran voz del cielo y un arrebatamiento; subieron al cielo en una nube (v.12)… y la séptima trompeta suena (v.15) ! ¿Te suena como algo que has leído en las cartas del apóstol Pablo? “El Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Después nosotros, los que vivamos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados simultáneamente con ellos en las nubes…” (1Tes.4:16-17). “Os digo un misterio: No todos dormiremos, pero todos seremos transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, (porque sonará la trompeta) y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1Co.15:52).



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