25 Jun Libro del Profeta Zacarías
Posted at 07:10h
in Estudio de Zacarias
Libro del Profeta Zacarías
Un estudio expositivo por Lowell Brueckner
Capítulo 3
La inscripción: QUITARÉ EL PECADO
“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió.”
Romanos 8:33-34
La cuarta visión
El juicio de Josué
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Entonces me mostró al sumo sacerdote Josué, que estaba delante del ángel del Señor; y Satanás estaba a su derecha para acusarlo.
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Y el ángel del Señor dijo a Satanás: El Señor te reprenda, Satanás. Repréndate el Señor que ha escogido a Jerusalén. ¿No es éste un tizón arrebatado del fuego?
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Y Josué estaba vestido de ropas sucias, en pie delante del ángel.
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Y éste habló, y dijo a los que estaban delante de él: Quitadle las ropas sucias. Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te vestiré de ropas de gala.
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Después dijo: Que le pongan un turbante limpio en la cabeza. Y le pusieron un turbante limpio en la cabeza y le vistieron con ropas de gala; y el ángel del Señor estaba allí.
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Entonces el ángel del Señor amonestó a Josué, diciendo:
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Así dice el Señor de los ejércitos: “Si andas en mis caminos, y si guardas mis ordenanzas, también tú gobernarás mi casa; además tendrás a tu cargo mis atrios y te daré libre acceso entre éstos que están aquí.
Antes de empezar, debemos saber que Josué es algo simbólico. Los versículos 8-10 nos revelan claramente que la visión apunta hacia un tiempo futuro. Josué era el sumo sacerdote del tiempo de Zacarías que tenía la orden de reedificar el templo. Él está en una especie de juicio delante del Ángel del Señor. Satanás, el acusador, está a su derecha, oponiéndose a la obra que Dios quiere desarrollar (v.1). Él tiene muchos argumentos para acusarnos. ¡Cómo necesitamos un paracletos… un Abogado defensor, un Ayudador, un Consolador!
El Ángel del Señor está como Mediador entre Josué y el Padre, y en el nombre del Padre reprende a Satanás (v.2). Podríamos pensar que Judas 9 se refiere también a este caso, ya que usa palabras semejantes cuando dice: “El Señor te reprenda”, pero Judas está refiriéndose al arcángel Miguel y al cuerpo de Moisés, acusado por su pecado en Meriba. Así es que éste es otro caso. Notamos tres cosas que hace Jehovah (el Hijo): 1) Reprende a Satanás. 2) Por Su gracia elige a un Josué indigno. 3) Tiene un propósito para Jerusalén. Dios reprende lo que Satanás hace en contra de las personas y los lugares donde Él obra. La persona ya está condenada y Dios sabe todo de lo que Satanás la está acusando. Lo sabía desde antes de elegir a “Josué”, pero ahora le ha rescatado y salvado.
Le ha salvado como “un tizón arrebatado del fuego”. Este era el lema de John Wesley, porque cuando era niño se quedó atrapado en el incendio de su casa, después de que todos los demás hubieran salido. Se lanzó desde la primera planta a los brazos de un vecino. Este es el caso de cada siervo de Dios; en verdad, es el caso de cada cristiano. Como Isaac, que fue salvado justo antes de que cayera el cuchillo sobre él; o como toda la nación de Israel, que ha sido rescatada muchas veces en su historia, justo a tiempo. La última vez fue en tiempos relativamente modernos, cuando Hitler quiso exterminar por completo a los judíos, logrando matar a seis millones de ellos. “No quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha que humea, hasta que saque a victoria el juicio. Y en su nombre esperarán los gentiles” (Mt.12:20-21 citando Is.42:3). La promesa se ha extendido hacía nosotros, los no judíos y… ¡nos gloriamos en esta esperanza!
Satanás le acusaba por las vestiduras sucias (v.3). En la visión, Josué, como sumo sacerdote, representa a toda la nación (v.9). Pues sí, están sucias e incluso quemadas, porque ha estado en el fuego. Israel había estado cautivo en Babilonia y, desde allí, tuvo que experimentar una liberación de la misma magnitud y fama que cuando salió de Egipto. “Llegan días, dice el Señor, en que no dirán más: ¡Vive el Señor que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto! sino: ¡Vive el Señor que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de la tierra del Norte! (Jer.23:7-8).
¿Cómo puede una persona tan sucia ser utilizada por Dios? Josué está allí presente, sin decir nada, delante del Ángel del Señor, y Él se encarga de su caso. Él es el Mediador. Primero les es dada la orden a los ángeles para que quiten lo sucio (v.4) y después el Ángel del Señor asegura a Josué que su pecado le ha sido quitado, y que además le ha vestido con ropas de gala. Le enseña estas grandes verdades para que pueda reconocerlas, apreciarlas y gozar de ellas. Recibe las vestiduras de la justicia perfecta del Sumo Sacerdote celestial, Cristo, para poder presentarse digno delante de Dios para el ministerio que tiene por delante. Son las elegantes y ricas vestiduras de festividad, con oro y joyas preciosas (Ap.19:8). Estas vestiduras le han sido regaladas; no eran suyas.
Junto con las vestiduras, le dio una mitra limpia (v.5). “Pondrás el turbante sobre su cabeza y sobre el turbante pondrás la diadema sagrada” (Ex.29:6). “Harás además una plancha de oro puro, y grabarás en ella como se graba un sello: Santidad para el Señor” (Ex.28:36). La vestidura del sacerdocio fue terminada… ¡cumplido está!
Ahora, el Ángel se pone en pie para pronunciar el veredicto (v.6). A pesar de que el reino de las tinieblas había presentado su mejor acusación, por el mismo Satanás, el juicio falla a favor de Josué, que es declarado “no culpable”, perdonado y justificado. Ahora, que está elegantemente vestido con ropas limpias y nuevas, coronado de gloria…, ¿quién le acusará?, ¿quién le condenará? (Ro.8:33-34)
Lo que sucede aquí representa más que perdón y un cambio de ropa. La salvación es más que el perdón; es una vida nueva. Así lo describe Pablo… el fin de una vida vieja y el principio de una vida nueva. “Despojaos del viejo hombre, que está corrompido… vestidos ya del nuevo hombre, que fue creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Ef.4:22,24). Ya que no sólo es un cambio de ropa, sino una vida de servicio al Señor, el Ángel se dirigió a Josué para declararle solemnemente las condiciones de su sacerdocio (v.7). Dicho sacerdocio tiene que cumplir estrictamente las condiciones del Señor de los ejércitos, llevando a cabo su servicio como Él manda y como Él quiere. 1) Tiene que andar en Sus caminos, no en los de los hombres. 2) Guardar fielmente Su mandato en el cumplimiento de su ministerio (Ap.1:6). 3) Juzgar Su casa con disciplina (1Co.6:2). 4) Guardar Sus atrios, protegiéndolos de todo lo que pueda corromperlos.
El significado de la visión
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“Escucha ahora, Josué, sumo sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan ante ti, que son hombres de presagio, pues he aquí, yo voy a traer a mi siervo, el Renuevo.
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“Porque he aquí la piedra que he puesto delante de Josué, sobre esta única piedra hay siete ojos. He aquí, yo grabaré una inscripción en ella” —declara el Señor de los ejércitos — “y quitaré la iniquidad de esta tierra en un solo día.
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“Aquel día” —declara el Señor de los ejércitos— “convidaréis cada uno a su prójimo bajo su parra y bajo su higuera.”