09 Jun Carta a los Gálatas
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in Carta a los Gálatas
Carta a los Gálatas
Un estudio expositivo por Lowell Brueckner
Capítulo 1
¿Eres siervo de Cristo?
Gálatas 1:1-10
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“Pablo, apóstol (no de parte de hombres ni mediante hombre alguno, sino por medio de Jesucristo y de Dios el Padre que le resucitó de entre los muertos),
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y todos los hermanos que están conmigo: a las iglesias de ”
A menudo, aunque no siempre, Pablo se presenta como un apóstol, llamado por Dios. Lo hace aquí, pero lo que es diferente y único en esta introducción (porque no aparece en ninguna otra carta suya), es que nombra una fuente con la cual él no tiene nada que ver. Lo que sigue y continúa hasta finalizar el capítulo dos es una denuncia de esta fuente falsa, y Pablo la examina a la luz del verdadero llamamiento que ha recibido. La diferencia entre estas dos fuentes es lo que distingue la verdadera cristiandad de una imitación.
Me estoy refiriendo a la frase, “no de parte de hombres ni mediante hombre alguno”. Debido a la situación que Pablo está enfrentando aclara que, ningún hombre, incluyéndose a sí mismo y al liderazgo de cualquier partido o movimiento, estaba involucrado en el comienzo de su ministerio. Después seguirá con las pruebas.
El apostolado de Pablo fue por medio de Jesucristo, quien dio mucha importancia al hecho de que la gente reconociera que Dios el Padre fue quien autorizó Su venida y Su obra. Jesús, a menudo, declaraba que Su Padre le había enviado. De igual manera, Pablo fue un enviado, un delegado, un embajador, que había entrado en el gran propósito divino, iniciado por Jesucristo. El Espíritu Santo aquí, como en otras muchas partes del Nuevo Testamento, no es mencionado. Sin embargo, se identifica con Pablo, morando en él y dándole el poder para cumplir con esta misión celestial y sus consecuencias eternas. Para que esta verdad impacte más a sus lectores, Pablo recuerda a los gálatas que el mismo Padre Dios que le había llamado, era el mismo que había levantado a Cristo de los muertos, para nunca jamás morir.
Pablo llama hermanos a aquellos que le acompañan. Por supuesto, no estamos cuestionando su liderazgo, sino sencillamente enfatizando la manera en la que él lo manejó. Estaba totalmente basado sobre las enseñanzas que Jesús dio acerca de las limitaciones a los líderes cristianos. Obviamente, sólo podemos tocar brevemente el tema.
En Marcos 10:42-43: “Los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero entre vosotros no es así”. En Lucas 22:26: “El mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve”. En Mateo 23:8: “Todos vosotros sois hermanos”. Vamos a ver una ocasión en la que este principio, introducido por Jesús, se ilustra con Pablo y su equipo. “Por la noche se le mostró a Pablo una visión… enseguida procuramos (no solo Pablo) ir a Macedonia, persuadidos de que Dios nos (no solo Pablo) había llamado para anunciarles el evangelio” (Hechos 16:9-10). Creo que este párrafo es suficiente para demostrar el espíritu de igualdad y hermandad que existía entre los primeros creyentes.
Pablo escribió su epístola a varias iglesias del sur de la región, llamada Galacia. Él mismo era de Tarso, cerca de esta provincia romana, y las ciudades en las cuales estaban las iglesias eran: Antioquia (de Pisidia), Iconio, Listra, y Derbe. Fueron iglesias fundadas por Pablo y Bernabé.
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“Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo,
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que se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,
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a quien sea la gloria por los siglos de los Amén.”
Gracia y paz es el saludo de Pablo en todas sus cartas. El apóstol, bajo la unción del Espíritu, no está desperdiciando palabras en un intento de ser cortés, si no que está proclamando bendición espiritual sobre los lectores, acto que proviene del trono celestial, donde Cristo está sentado a la diestra del Padre. Paz (Shalom) es el saludo tradicional de los judíos hasta el día de hoy, pero en la religión del corazón nuevo testamentario, reina la paz de Dios, lo cual significa que se ha logrado la reconciliación y todo está bien entre Dios y Su criatura.
La gracia es la virtud central del evangelio. Es el favor de Dios sobre el hombre no merecedor, llevado a cabo por el sacrificio del Cordero, que removió la enemistad entre Dios y el hombre al destruir el pecado. Se produjo una liberación. Pablo, en esta carta, tendrá mucho que decir sobre “este presente siglo malo”, incluyendo su religión, y señalará hacia la libertad cristiana como resultado de la cruz. La iglesia está hecha por “personas llamadas aparte”, y esta separación del mundo también fue obra de la cruz de Cristo. La cristiandad, en su esencia, en su mentalidad y práctica, es algo totalmente aparte del sistema mundano presente.
Esta edad es maligna y los propósitos de Dios no tienen nada que ver con ella. Los que han sido llamados aparte han entrado en la voluntad eterna de Dios. No hay nada en ella que el hombre pueda lograr, obtener y poseer, e intentar hacerlo es robar a Dios Su gloria. En la iglesia verdadera de Jesucristo toda la gloria le pertenece a Él. Cuando el hombre ha sido o es exaltado, se produce una perversión.
La palabra amén es pronunciada en la iglesia de todo el mundo, sin importar el lenguaje nativo de los creyentes. Es una palabra que solamente se aplica a las cosas de Dios, no existe un sustituto para ella en el lenguaje humano. Fue utilizada por Jesús, y en cualquier traducción quiere decir “en verdad, en verdad” o “de cierto, de cierto”. La palabra literal es “amén, amén” y significa una verdad divina que no puede ser alterada ni disputada. ¡Es algo absoluto!
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“Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente;
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que en realidad no es otro evangelio, sólo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
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Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema.
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Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema.
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Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo”.
En el siglo XXI, si somos verdaderos creyentes, tenemos que recordar que nuestras raíces provienen de la iglesia primitiva, fundada por Cristo y los apóstoles, y no del principio de cierto movimiento al que pertenecemos. Nuestra lealtad también tiene que estar firmemente puesta allí. Demasiadas veces, los miembros de un grupo están fuertemente ligados a la gente y al lugar en el que tienen sus raíces espirituales, corriendo el peligro de convertirse en sectarios (permíteme explicar que ser sectario no quiere decir, necesariamente, que un individuo haya entrado en una secta o culto, sino que manifiesta una irrazonable lealtad a su rama particular del cristianismo, formándose una imagen inflada de ella y dándole una importancia exagerada, lo cual le causa una separación del Cuerpo universal de Cristo).
Si nos rodeamos de personas que ven las cosas igual que nosotros será fácil que esto suceda. Se produce cierta ceguera a la verdad de la Escritura y, a la vez, a los errores de su sistema. Existe el peligro, incluso, de poder caer de la gracia (si es que en verdad han entrado verdaderamente en ella).
¡Examínate a ti mismo y a tu ambiente! Si tal cosa le pasó a una iglesia del Nuevo Testamento, fundada por Pablo, ciertamente puede pasarnos hoy.
Fíjate que no están abandonando algo, sino a Alguien. Sus acciones les están alejando de Dios, quien rehúsa competir con cualquier doctrina que no sea Suya. En el principio, Adán y Eva pecaron y se escondieron de su Creador. En Apocalipsis, la iglesia de Éfeso dejó (no perdió) su primer amor.
Los gálatas fueron llamados por la gracia, y esta gracia, más que corrompida, es anulada a causa de la confianza en otro mensaje: “De la gracia habéis caído” (5:4). Pablo lo declara más de una vez y de diferentes maneras en esta carta. Algunos escuchan un evangelio distorsionado desde el principio de su experiencia espiritual, sin embargo, los gálatas están yendo desde un evangelio verdadero al que es falso. Pablo aclara que solamente hay un mensaje de buenas nuevas, y cualquier otro mensaje que difiera de éste, son malas noticias, no importa lo legítimas que sean.
En el evangelio verdadero, el hombre es vulnerable y prescindible, y Pablo, que les había llevado el evangelio originalmente, se incluye a sí mismo. Más aún, añade a los ángeles al número de los que pueden ser potencialmente malditos. Pero…, ¿ángeles del infierno? ¡En ninguna manera! “¡Un ángel del cielo!”, dijo Pablo. Ay de la persona que pone su confianza en los hombres o en los ángeles. Éste no es un esfuerzo humano ni angélico; el evangelio solamente es un asunto de Dios. En el Nuevo Testamento, sin excepción, toda la lealtad estaba atada a la verdad, no a un hombre ni a un sistema. Pablo no está tratando este problema ligeramente, sino que está pronunciando y confirmando una declaración de condenación sobre los falsos maestros.
¿Cómo puede estar Pablo tan seguro de que lo que él y Bernabé habían dado a los gálatas era el verdadero evangelio? En primer lugar, tenemos que irnos a la historia en los Hechos, especialmente a la parte que cuenta de su salida de Antioquia y Siria, y su entrada a Galacia. “Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo… proclamaban la palabra de Dios… Y nosotros os anunciamos la buena nueva de… la promesa hecha a los padres… El siguiente día de reposo casi toda la ciudad se reunió para oír la palabra del Señor… Era necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente… Se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor… Y la palabra del Señor se difundía por toda la región…” (13:4, 5, 35, 44, 46, 48, 49, etc., etc.). Pablo no predicó otra cosa; ninguna revelación personal, ningún sueño, ninguna visión. Su autoridad y autenticidad fueron enteramente por la verdad de las Escrituras.
En segundo lugar, su seguridad estaba basada sobre la iluminación y enseñanza inspirada, dadas a Pablo por el Espíritu Santo y basadas en el Antiguo Testamento. Él lo declara en los primeros dos capítulos: “El evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre” (v.11). Los apóstoles dieron testimonio en Jerusalén: “Les presenté el evangelio que predico entre los gentiles… Nos dieron a mí y a Bernabé la diestra de compañerismo” (2:2,9). Pedro hizo una referencia particular a la inspiración especial sobre Pablo (fíjate en 2 P.3:15-16). Su misma doctrina es clara y específicamente expuesta en el libro de Romanos. A ningún hombre, desde el tiempo de los apóstoles hasta el tiempo presente, le ha sido dada esta inspiración inerrante. Es ridículo que un líder se compare o se ponga en el lugar que ocupaba Pablo entre los gálatas.
¿Sería posible que alguien como Pablo volviera a Galacia con otro mensaje? Él mismo declara la posibilidad. Sin embargo, ninguno de los apóstoles originales corrompió ni se alejó del verdadero evangelio, pero estoy bastante preocupado por los muchos líderes que hoy en día lo han hecho. Engañados por el hibris (una arrogancia irracional), hinchados por el éxito y con un ego inflado por su poder, los líderes caen, de igual manera que Lucifer cayó del cielo, y además, raramente se humillan y se arrepienten.
Por favor, considera seriamente el peligro que resulta de agradar a los hombres, poniendo la confianza en la carne y sangre humanas. Pablo nos da el ejemplo correcto; su meta no estaba en ganar la aprobación de los hombres, ni se propuso agradarles, si no que buscó, exclusivamente, la aprobación de Dios. Expone ante nosotros el principio divino, aplicándolo no solamente a sí mismo, sino a cada verdadero discípulo de Cristo y a cada persona que ama a Dios. Él declara que ninguno puede ser un siervo de Cristo si intenta agradar al hombre. Este principio es enseñado por toda la Escritura y no podemos pasarlo por alto. Es tiempo de examinarnos otra vez: ¿Temes tú a Dios y buscas sólo Su honra, o estás motivado por un deseo de avanzar y buscar la aprobación de parte del hombre? ¿Has sido enseñado que la lealtad al liderazgo humano es lo mismo que la fidelidad a Cristo? Si es así, estás ciegamente engañado. ¡La respuesta sincera y honesta a estas preguntas determina si eres o no un siervo de Cristo!
El apóstol no conformista
Gálatas 1:11-24
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“Pues quiero que sepáis, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre.
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Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo.”
¿Por qué el apóstol se preocupa tanto de que los gálatas entiendan que él mismo no había sido autorizado por el hombre, y que ni su doctrina ni el evangelio le fueron enseñados por él? Tiene que ser por estar muy consciente de un gran peligro y de la manipulación con la que el hombre puede invadir e influir a la iglesia. Ya estaba ocurriendo en aquellas iglesias nuevas y tenía el potencial de ser fatal en la vida de los que habían sido engañados por los invasores.
Pablo, por su propia experiencia en el pasado, conocía muy bien las maneras de los rabíes judaicos. Fíjate en la palabra ahora del versículo 10… “¿Busco ahora el favor de los hombres o el de Dios?” En su antigua religión él sí buscaba el favor de los hombres, pero ahora, esta ambición había terminado. Anteriormente sí lo buscó, porque su autoridad venía de ellos y él avanzaba por medio de su aprobación.
Zac Poonen, que personalmente cayó en la trampa de una secta en Noruega, llegó a la siguiente conclusión: “La batalla más grande en la vida cristiana no es la batalla contra la ira o pensamientos sucios. La batalla más grande en la vida cristiana es contra el deseo de ganar el apoyo de los hombres. En este asunto tenemos que decidir estar bien delante de Dios solamente, si queremos quedar libres” (lee en este blog “Las señales del cultismo”).
Mi anhelo es que, cada persona que lea estos capítulos inspirados de Pablo, vea las consecuencias, las mismas que él asegura le esperan a los gálatas. Así, cada persona tendrá que aplicar los principios que Pablo presenta a las circunstancias que son semejantes en nuestros días, de las cuales él está consciente. También, tendrá que recibir, de parte del Espíritu Santo, un impacto sobre su alma, para poder sentir la seriedad de tal engaño. El resultado será que, activamente, empezará a remover cualquier atadura de su propia alma y buscará la liberación de otros usando el remedio bíblico que Pablo presenta a su pueblo en esta carta.
Los hombres que anhelan ser protagonistas pero que al mismo tiempo tienen un entendimiento débil sobre toda la dimensión de la Escritura y han tenido que basarse en “revelaciones” aparte de la Biblia, han enseñado y siguen enseñando conceptos y doctrinas erróneas. Por ello, muchos indoctos en cuanto a la Escritura, han confiado totalmente en ellos para su dirección espiritual. Los enemigos más grandes de aquellos que quieren llevar a cabo su propia agenda, son los estudiantes serios de la Escritura. Los dirigentes sospechosos se oponen a la teología, no porque no tengan teología (como pretenden no tener, sino revelaciones directamente recibidas de Dios), sino porque la verdadera teología contradice su pobre teología.
No existe una visión, sistema o programa legítimo, aparte de lo que está enseñado en la Palabra de Dios. Existe solamente un evangelio que predicar y sólo un propósito para llevar a cabo; aquel que Jesucristo nos entregó. Los deberes de cada persona llamada por Dios son: predicar el evangelio, alimentar a la grey de Dios, y corregir y disciplinar a los que pecan y se desvían de la verdad.
Por eso Pablo nos advierte fuertemente acerca de un tipo de hombres y su propio “evangelio”, y lo que escribió está preservado hasta el día de hoy porque continúa la misma perversión. El evangelio de Pablo es, sencillamente, el cumplimiento del propósito de Dios, revelado en la Escritura. La revelación que Pablo recibió venía de la misma luz, que es recordada desde Génesis hasta Malaquías, seguida por la vida y enseñanza del Mesías, que vino cumpliendo las profecías del Antiguo Testamento. Jesús dijo que después de Su partida, el Espíritu de Verdad vendría para enseñar a Sus discípulos. Dijo también que el Espíritu Santo edificaría sobre la palabra de Cristo: “Tomará de lo mío y os lo hará saber” (Jn.16:14).
Aunque sea de una forma mucho menor que la del apóstol, por supuesto, los verdaderos convertidos captan instintivamente la verdad, aún antes de asistir por primera vez a una clase bíblica. Esta capacidad viene, juntamente, con el nuevo nacimiento. Tienen un hambre insaciable por la Palabra de Dios y responden a la enseñanza de la fe y la gracia. Este alumbramiento brotará y crecerá bajo la exposición fiel de la Palabra de Dios, pero también puede desvanecerse por escuchar conceptos no ungidos de los hombres. Un sencillo predicador bautista, Vance Havner, de forma medio irónica, dijo: “Cuando te encuentres con un converso genuino, intenta que no se acerque mucho a cristianos más maduros”. Pablo sabía lo que Havner quería decir. Los gálatas fueron seriamente dañados por “cristianos, supuestamente, más maduros”.
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“Porque vosotros habéis oído acerca de mi antigua manera de vivir en el judaísmo, de cuán desmedidamente perseguía yo a la iglesia de Dios y trataba de destruirla,
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y cómo yo aventajaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, mostrando mucho más celo por las tradiciones de mis antepasados.”
Pablo nos cuenta su experiencia personal; cómo progresó en el judaísmo y cómo su meta era agradar a los hombres y ganar su aprobación. Su celo y servicio fueron dirigidos en la misma dirección que sus antepasados. Al decir… mis antepasados… no se refiere a los padres bíblicos, sino a los padres del movimiento farisaico, ya que él mismo era hijo de un fariseo (Hch.23:6;26:5). Sirvió a este movimiento con gran devoción y progresó rápidamente en el sistema, aventajando a sus compatriotas contemporáneos, debido a su fanática entrega. Éste fue el secreto de su éxito, totalmente en la dirección opuesta a la que ahora, bajo un llamamiento divino, está tomando. Su único propósito al predicar el evangelio es ser un siervo de Cristo y agradarle a Él.
Él había pensado que, al servir al judaísmo, estaba sirviendo y agradando a Dios, pero era un grandísimo engaño. En verdad, estaba oponiéndose ciegamente a la obra de Dios, persiguiendo a la iglesia y dedicándose a su destrucción. Pero este engaño no terminó con Saulo de Tarso. Puedes estar seguro de que habrá oposición, donde y cuando Dios se mueva. La oposición se levantará de parte de aquellos que tienen su propia agenda. La historia de los avivamientos demuestra, claramente, que la resistencia al mover de Dios viene de ellos porque el fuego del avivamiento es una amenaza a su status quo. Cuanto más poderoso sea el mover del Espíritu de Dios, más grande será la amenaza al sistema de los hombres y, por eso, mayor será la resistencia y oposición.
Lo he leído en cada libro que habla de avivamiento y, personalmente, he sido testigo de este fenómeno en mi juventud. En todo el territorio donde vivíamos, pastores y maestros de la Biblia, incluso mi propio padre, que servía en el comité ejecutivo de su distrito denominacional, fueron forzados a renunciar a sus posiciones. Ellos se entregaron a la dirección del Espíritu Santo y por eso se hicieron inútiles en el astuto plan de los hombres. En mi propio caso, más de una vez, he visto prometedoras llamas del Espíritu extinguidas por los que, celosamente, guardaban los perímetros de su sistema.
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“Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia,
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tuvo a bien revelar a su Hijo en mi para que yo le anunciara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre,
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ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y regresé otra vez a Damasco”.
Sí, la elección de Pablo, igual que la de Isaías (Is.2:22) y Jeremías (Jer.1:5), ocurrió antes de su nacimiento. Además, al hablar de una separación desde el vientre de su madre, Pablo está refiriéndose a un aborto espiritual, es decir, Dios iba a cortarle de todo lo que él era y quería ser, humanamente hablando, para poder hallar su vida solamente en Cristo. Creo que es un preámbulo, o sea, un prefacio a su poderosa declaración en 2:20: “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí”.
Fue una obra de gracia, una obra ganada para Pablo fuera de sus esfuerzos, camino a Damasco. Le tomó totalmente por sorpresa e hizo que su vida diera un giro de 180 grados. Cristo le concedió la salvación y fue hecho un cristiano. Después, le dio poder, más allá del suyo propio y de sus capacidades, al llenarle con el Espíritu Santo.
Seguidamente dice que el Hijo de Dios le fue revelado, no solamente a él, o por medio de él, sino en él. Pablo, además de la luz que vio en el camino a Damasco, que era más brillante que el sol, vio a Cristo morando en él. Fue aún más maravilloso ver que la realidad de esa gloriosa Luz estaba dentro de él.
Dios segó las ambiciones terrenales de Pablo, nacidas en el seno de su naturaleza adámica, conducidas y llevadas a cabo por un poder egoísta. Él había soñado grandes sueños y tenía una fuerte voluntad humana para verlos cumplirse. Obtuvo la mejor preparación, aprendiendo a los pies de Gamaliel, y empezó a subir hasta lo más alto de la escalera judía. Parecía que nada podía detenerle… ¡sólo el Rey de reyes y el Señor de señores! La voluntad de Dios siempre está, no solamente encima de, sino contra todos los deseos de la naturaleza caída de un hombre… aun cuando tiene que ver con servirle a Él. Pablo, sí, quería estar involucrado en las cosas de Dios, pero estaba completamente equivocado sobre cómo llevarlas a cabo. Aprendió que la voluntad de Dios para él era predicar a los paganos no judíos.
Ofrezco una pequeña historia, escrita por Warren Wiersbe, sobre Charles Spurgeon:“Cuando Charles Haddon Spurgeon era un predicador joven, su padre, el Reverendo John Spurgeon, sugirió que Charles fuera a la universidad para ganar prominencia. Le arregló una entrevista con Dr. Joseph Angus, el director de Stepney College, Londres. Iban a encontrarse en la casa del Sr. Macmillan en Cambridge, y Spurgeon llegó puntualmente. Esperó dos horas, pero el gran doctor nunca apareció. Al inquirir al final sobre el hombre, descubrió que el Dr. Angus había estado esperando en otra habitación y, por tener que asistir a otra cita, ya se había ido. Desalentado, Spurgeon salió para cumplir con un compromiso de predicar. Mientras caminaba, escuchó claramente una voz: “¿Buscas para ti grandes cosas? No las busques” (fíjate en Jer.45:5). Desde este momento, Spurgeon decidió hacer la voluntad de Dios para la gloria de Dios”.
El texto literal, “no consulté enseguida con carne y sangre”, tiene una profundidad y un poder más allá del sencillo significado de no consultar con nadie. Las palabras de Pablo demuestran un contraste entre un encuentro con el Dios Omnipotente, Hacedor de los cielos y la tierra, y una mera criatura hecha de carne y sangre. La experiencia que cegó a Pablo en la presencia de Dios, el Hijo, hizo que jamás quedara satisfecho con lo que se puede conseguir por medio de un vaso “cuyo soplo de vida está en su nariz” (Is.2:22). Después de tal encuentro con Jesús, consultar a un ser humano, sin importar su categoría, solamente sería degradar a Pablo y un insulto para Cristo.
Cuando escucho un testimonio que pone mucho peso sobre un instrumento o institución humanos, cuestiono si el testigo en verdad se ha encontrado con Cristo. Creo que Dios no es una realidad para el gran porcentaje de cristianos en el siglo XXI. Cuando Pablo escucha acerca del centro de mando en Jerusalén, eso no significa nada para él, ya que él había escuchado directamente del cielo. Consultar con los otros apóstoles solamente significaba charlar con otros seres humanos. ¿Qué sentido podía tener para él, en cuyos oídos todavía sonaba la Gran Voz como una trompeta (Ap. 1:10)? Pablo volvió a Arabia y después a Damasco, ¡anhelando oír solamente de nuevo Su voz!
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“Entonces, tres años después, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y estuve con él quince días.
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Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor.
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(En lo que os escribo, os aseguro delante de Dios que no )
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Después fui a las regiones de Siria y
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Pero todavía no era conocido en persona en las iglesias de Judea que eran en Cristo;
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sino que sólo oían decir: El que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en un tiempo quería destruir.
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Y glorificaban a Dios por causa de mí.”