De mil maneras procuré “James Proctor”

De mil maneras procuré “James Proctor”

La Historia detrás del Himno

Himno: De mil maneras procuré

Autor: James Proctor

 

La dama se acercó un poco temerosa y le extendió el sobre. “Señor Harkness, ¿podría usted leer el poema que está en este sobre? Quizás le pueda componer alguna música”.

El Sr. Harkness tomó el sobre, sacó el papel y comenzó a leer el poema:

Aquel hombre levantó la mirada y le dijo: “estimada señora, este es un poema algo inusual, ¿de dónde lo obtuvo?” Ella le comenzó a contar:

“El poema fue escrito por mi hermano, James Proctor. Fuimos criados en un hogar cristiano, donde se leía la Biblia todos los días y orábamos juntos.

Asistíamos a la escuela dominical y reuniones de la iglesia con frecuencia.

 Cuando James llegó a la adolescencia comenzó a leer los escritos de los “Libres Pensadores” y otros hombres ateos.

 Los engaños de aquellos libros sacudieron su vida de tal manera que se apartó completamente de la Biblia y de Dios.

Más adelante se unió a la Sociedad de Libres Pensadores de Manchester, Inglaterra, de la cual también llegó a ser su presidente.

Fue durante ese tiempo de incredulidad y dureza de corazón que escribió los primeros dos versos del poema.

En el segundo verso describe cómo era su vida durante este tiempo:

Tinieblas, muerte y maldición han abrumado el corazón; más luz y vida y bendición encontraré en Cristo.

Dios usó aquella enfermedad para despertar a mi hermano ante la necesidad urgente de la salvación.

En su vida había un enorme vacío y buscaba con ansias significado para su vida, pero endurecido hacia Dios y aferrado al ateísmo.

Más adelante, James, enfermó gravemente y temía que la muerte estaba cerca, por lo que me pidió que buscara un predicador del evangelio.

Un fiel hombre de Dios le visitó y la luz del evangelio disipó las tinieblas que había en su corazón y aquel día puso su confianza en Cristo como Salvador.

Dios usó aquella enfermedad para despertar a mi hermano ante la necesidad urgente de la salvación.

Un día, estando al lado de su cama, me dijo: 

“ve a la oficina y abre la gaveta del lado derecho del escritorio donde vas a encontrar un papel con dos versos de un poema. Quiero terminar de escribirlo”.

Cuando regresé me dijo: 

“déjame dictarte los últimos dos versos”,

Murió y ya viene a mi favor; en hecho y dicho es siempre su amor; y para el pobre pecador ninguno hay cual Cristo

Aunque otros búrlense de mí, iré, Señor Jesús, a Ti
con lo que he hecho y lo que fui, pues eres Tú el Cristo.

Esta última estrofa tenía un especial valor para James, especialmente porque era su testimonio hacia sus muchas amistades ateas”.

El Sr. Harkness estaba conmovido con aquella historia y se comprometió componerle la música a aquella poesía.

Me pregunto si usted se identifica con la experiencia de James. ¡Cuántos hay que han querido sacar a Dios de sus vidas queriendo explicar con la ciencia y los argumentos de la filosofía el origen de todas las cosas engañando así a millones de personas todo porque no quieren dejar el placer del pecado! El orgullo y el engaño del pecado tienen el corazón abrumado. ¿Es ese su caso? Está haciéndose daño a sí mismo al rechazar el amor de Dios y la salvación que puede encontrar gratuitamente en Cristo.

Solamente Cristo puede satisfacer el corazón del ser humano, dándole vida y luz. Su muerte en la cruz fue para el perdón de tus pecados y para darte la vida eterna. El Señor Jesucristo dijo: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

“El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:12). ¿Tienes tú al Hijo de Dios?

A continuación, damos paso a la lectura y canto del himno: De mil maneras procuré.

De mil maneras procuré
calmar temor, más vano fue.
La Biblia ahora aceptaré,
y creeré en Cristo.

Tinieblas, muerte y maldición
han abrumado el corazón;
más luz y vida y bendición
encontraré en Cristo.

Murió y ya vive a mi favor;
en hecho y dicho es siempre amor;
y para el pobre pecador
ninguno hay cual Cristo.

Aunque otros búrlense de mí,
iré, Señor Jesús, a Ti
con lo que he hecho y lo que fui,
pues eres Tú el Cristo.



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