Yo sé en quién he creído “Daniel Webster Whittle”

Yo sé en quién he creído “Daniel Webster Whittle”

La Historia detrás del Himno

Himno: Yo sé en quién he creído

Autor: Daniel Webster Whittle

Todo creyente es un soldado, estamos en un campo de batalla, aunque “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).

Es por eso que debemos ponernos ‘toda la armadura de Dios’.

Sin embargo, Daniel Whittle no solamente era un soldado de Cristo, sino que también llegó a ser soldado del ejército de los Estados Unidos.

De allí que le fue conferido el título de “Mayor” con el cual muchas veces es asociado: Mayor Daniel Whittle.

Pero, no nos adelantemos en nuestra historia y permítanos introducir al personaje.

Daniel Webster Whittle nació en Massachusetts, Estados Unidos, el 22 de noviembre de 1840.

Su madre era una piadosa mujer cristiana que instruiría desde la niñez a sus cuatro hijos en las Sagradas Escrituras.

Justo antes de que estallara la guerra civil en los Estados Unidos, la familia Whittle se unió a los muchos que dejaron el este del país para establecerse en Chicago, allí Daniel conoció a Abigail Hanson, quien más adelante sería su esposa, ella nació el 17 de febrero de 1839 en New Hampshire, Estados Unidos y falleció el 19 de Mayo de 1906 en Massachusetts, Estados Unidos.

En 1861  Daniel se enlistó en el ejército, en la infantería 72 de Illinois, como lugarteniente. Se casó el 22 de agosto de 1862, la noche antes de salir, por un año, hacia el sur del país con el resto del ejército.

Durante la batalla en Vicksburg fue herido en batalla, cuando le dispararon en su brazo con el cual llevaba la espada, Whittle perdió su brazo derecho y terminó en un campo de prisioneros de guerra.

Mientras se recuperaba en el hospital buscó un libro para leer y encontró un Nuevo Testamento.

Las palabras resonaban en su mente, sin embargo, no sentía que estaba listo para recibir a Cristo.

Poco después, alguien del hospital lo despertó porque había un soldado que quería que oraran por él.

Como El Mayor Whittle se mostraba renuente, la enfermera le dijo: “Pensé que era cristiano, lo vi leyendo la Biblia”. Whittle aceptó.

Él mismo relata:

“Me arrodillé al pie de la cama de aquel muchacho y tomé su mano. Con pocas palabras confesé mi pecado delante de Dios y le pedí a Cristo que me perdonara. Creí allí mismo que Él me perdonó. Luego oré por el muchacho, quien se calmó y me apretó la mano. Cuando me levanté ya había muerto. Su rostro, antes angustiado, ahora reflejaba paz. Quedé maravillado al pensar que Dios lo usó a él para guiarme al Salvador y luego me usó a mi para llevarle a él a confiar en la sangre preciosa de Cristo para el perdón de sus pecados. Espero un día verle en el cielo”.

 

Al poco tiempo fue enviado de regreso a casa. Ya no llevaría la espada de metal nuevamente, pero esto no le impediría a llevar “la espada del espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:17).

A su regreso conoció al hombre que tendría una gran influencia espiritual en él.

Dejemos que Daniel mismo nos lo cuente:

“Una reunión grande fue realizada en el Tabernacle Sunday-School, y con algo de ayuda pude asistir, aunque todavía estaba muy débil por la pérdida de sangre y con mi brazo vendado. Fui llamado a hablar y, mientras me paraba lenta y tímidamente, una potente voz se escuchó ‘Démosle tres aplausos, muchachos’, cosa que con mucho entusiasmo hicieron, ya que cada corazón estaba lleno de patriotismo y la escena de un soldado vestido de uniforme azul, y que había sido herido en batalla, conmovió a los presentes. Ese amable gesto y el ánimo de las personas me conmovió profundamente. Aquella voz que se había escuchado fue la de Dwight L. Moody, y eso fue lo que significó esa amistad desde ese momento: estimulante, animante y muy apreciada”.

El Sr. Moody ya estaba activamente dedicado a la evangelización y predicación del evangelio para ese entonces, y su influencia hizo al Mayor Daniel W. Whittle a también dejar su trabajo secular y dedicarse por completo a la predicación de la Palabra de Dios. Al igual que el Sr. Moody, Daniel Whittle acostumbraba a tener alguien que cantaba en sus campañas de predicación del evangelio. El primero que le ayudó en este ministerio fue Philip Bliss.

El primer himno que el Mayor Whittle escribió se titulaba “Cristo lo es todo” y le dio la poesía al Sr. Bliss para que le compusiera la música.

Sin embargo, el accidente en el tren en Ashtabula se llevó al matrimonio Bliss a la presencia de Dios y Philip no llegó a ponerle música a aquella poesía.

Después de la muerte de Philip Bliss, James McGranahan acompañó al evangelista en sus campañas y también compuso la música a varios de los himnos de Whittle, y luego de que su salud comenzó a declinar, otro músico le acompañó: George Stebbins.

Whittle le daba mucha importancia al canto de los himnos y quería que sus himnos transmitieran un mensaje. Llegó a decir: “Espero que nunca llegue a escribir un himno que no contenga un mensaje; hay tantas canciones que son sólo un montón de palabras sin sentido. Para que un himno sea bueno debe estar basado en la Palabra de Dios y llevar el mensaje del amor de Dios”. Dwight L. Moody dijo que “el Mayor Whittle ha escrito algunos de los mejores himnos de este siglo”.

El Mayor Daniel Whittle pasó a la presencia del Señor el 4 de marzo de 1901. Varios de sus himnos han sido traducidos al español y siguen siendo cantados hoy en día.

Whittle escribió principalmente bajo el seudónimo de “El Nathan”, aunque los editores de himnarios posteriores acreditan habitualmente su nombre real.

De sus aproximadamente 200 himnos, “Yo sé en quién he creído” y “Lluvias de bendición” se encuentran entre los más familiares.

James McGranahan escribió las melodías para ambos y para “Estandarte de la Cruz ” también de Whittle.

El nombre de la melodía asociada con “Yo sé en quién he creído” es EL NATHAN, el seudónimo de Whittle, himno que a continuación damos paso a su lectura y canto.

 

No sé por qué la gracia del Señor
a mí un día me alcanzó,
Ni sé por qué obró la salvación
En un indigno como yo.

Más yo sé a quién he creído,
y es poderoso para guardarme
Seguro hasta el día en
que venga él por mí.

No sé por qué la gracia del Señor
en mí él quiso demostrar,
Ni sé por qué cuando era pecador
Por mí su vida vino a dar

Más yo sé a quién he creído,
y es poderoso para guardarme
Seguro hasta el día en
que venga él por mí.

No sé cómo es que su Espíritu
convence al hombre de su error,
Ni cómo obra en el corazón
Creando fe en el Señor.

Más yo sé a quién he creído,
y es poderoso para guardarme
Seguro hasta el día en
que venga él por mí.

No sé cuándo el Señor regresará,
De noche o al amanecer,
Ni sé si por la muerte he de pasar
O vivo subiré con él.

Más yo sé a quién he creído,
y es poderoso para guardarme
Seguro hasta el día en
que venga él por mí.



Si continúas usando este sitio, aceptas el uso de cookies. Más información

Los ajustes de cookies en esta web están configurados para «permitir las cookies» y ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues usando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en «Aceptar», estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar