El querido refugio de mi agotada alma “Anne Steele”

El querido refugio de mi agotada alma “Anne Steele”

La Historia detrás del Himno

Himno: El querido refugio de mi agotada alma

Autor: Anne Steele

 

Anne Steel nació en mayo de 1716 en Broughton, Inglaterra y era hija de William Steele, un comerciante de madera que también era predicador en la iglesia bautista de Broughton.

Anne fue históricamente la primera mujer autora de himnos que alcanzó connotación y supuestamente la escritora de himnos bautistas más popular en la historia de la iglesia.

Anne nunca se propuso convertirse en una autora exitosa, aunque fue una de las influencias con mayor impacto.

Ella escribía como parte de sus reflexiones personales, hasta que su padre pastor comenzó a usar sus himnos en la iglesia que pastoreaba.

De acuerdo con John Gadsby:

Desde muy temprano en su vida [Anne] disfrutaba enormemente de la poesía, pero no estaba dispuesta a que sus producciones se sometieran al público. Cuando por fin dio su consentimiento, no quiso que su nombre apareciera en los volúmenes, sino que los publicó bajo el seudónimo de Teodosia (“El Regalo de Dios”), y dio todas las ganancias a obras de caridad.

Los himnos de Anne aparecieron por primera vez en un himnario en 1769. Su padre escribió en su diario:

Hoy Anne envió a imprimir parte de sus composiciones en Londres. Ruego al Dios misericordioso que la capacitó y motivó para tal obra, que dirija y bendiga este proyecto para el bien de muchos. Suplico a Dios que sea útil y a ella la mantenga humilde.

Y humilde se mantuvo. En una carta a su padre a quien cariñosamente se refería como “padre íntegro” Anne escribió:

Si mientras duermo en la tumba silenciosa, mis pensamientos son de verdadera bendición al menor de los siervos de mi Dios, que la honra sea para el Todopoderoso Dador de toda gracia.

Oh ¡y cuánto ha bendecido al Cuerpo de Cristo! Y no porque ella fuese perfecta.  

Anne batallaba con muchas dudas, de hecho, ésa es una de las cosas que más valoro en sus escritos: se muestra muy sincera en sus temores, dolor, dudas y en ocasiones hasta en sus profundas aflicciones como creyente.

Siglos más tarde, es evidente que los himnos de Anne han soportado la prueba del tiempo.

 Kevin Twit, fundador de Gracia Indeleble una organización que produce himnos antiguos con música reciente escribe “Encuentro sus himnos tan profundos y, sin embargo, fácilmente comprensibles ¡aún para aquellos que vivimos 250 años después de su muerte!”

Otra cosa que aprecio acerca de los himnos de Anne es que no son meramente ejercicios intelectuales.

 Como lo escribió John Sheppard, autor de una biografía corta sobre Anne:

“Las emociones expresadas eran de lo más genuinas, y la fe que las despertaba era verdadera y por siempre en vigor.”

Eso era probablemente debido a cuánto sufrió:

Su madre murió apenas tres años después de que Anne nació.

Sufrió físicamente, viviendo con malaria crónica recurrente, cuestiones dolorosas del estómago, y dolor dental severo, así como serios daños debido a que fue lanzada de un caballo a los 19 años.

Su prometido, Robert, se ahogó cuando ella tenía veintiún años el día antes de casarse.

De esta serie de tragedias surgieron 144 himnos y 34 salmos en verso, que fueron enormemente populares.

Y, aun así, aquellos que la conocieron personalmente dan testimonio que a pesar de todo esto, ella poseía un gozo auténtico, que ni siquiera los dolores agonizantes de sus últimos días se lo pudieron quitar.

En los cortos intervalos de tiempo en que su aflicción disminuía, a través de su animada conversación y de distintas maneras, ella traía gozo a quienes estaban a su alrededor.

La única explicación era su íntima y profunda relación con Dios.

Para un vistazo de su gozo en Él, miremos la manera única en que ella se refería a Dios en sus himnos:

  • Fuente amorosa de verdadero deleite

  • Fuente eterna de gozo divino

  • Grandiosa fuente de gracia y poder ilimitados

  • Padre de misericordias en Tu Palabra

  • Amado centro de mis mejores deseos

  • El querido refugio de mi agotada alma

Personalmente, me pregunto si la cercanía que ella experimentaba con su Padre celestial estaba directamente relacionada a su relación con su padre terrenal, quien se refería a sus cartas como “querida Nancy, cada vez más y más divertida.”

Anne vivió con su padre y madrastra hasta que él falleció.  Pasó gran parte de su vida escribiendo himnos, salmos en verso, poemas y ayudando a su padre con sus deberes pastorales. Anne murió el 11 de noviembre de 1778 en Broughton, Inglaterra. a la edad de sesenta y un años, después de nueve dolorosos años confinada a su cama.

El Dr. Evans escribe:

Con frecuencia hablaba, no meramente con tranquilidad, sino con gozo, respecto a su fallecimiento.

Cuando llegó la hora interesante, dio la bienvenida a su llegada, y aunque su cuerpo débil estaba atravesando por el dolor, su mente estaba perfectamente serena.

Se despidió afectuosamente de los llorosos amigos que la rodeaban, y finalmente, cuando llegó el feliz momento de su despedida, cerró los ojos y con estas animadas palabras en sus labios agonizantes:

“Se que mi redentor vive”, suavemente se durmió en Jesús.

En su tumba en el campo de la iglesia se lee:

La lira en silencio, y muda la lengua armoniosa que cantó sobre la tierra su gran alabanza al Redentor;

Pero ahora en el cielo se une al canto angelical en composiciones más exaltadas y armoniosas.

A continuación, damos paso a la lectura y canto del himno:

El querido refugio de mi agotada alma

Querido Refugio de mi agotada alma;

Escondido en ti cuando las aflicciones aumentan;

Escondido en Ti cuando los problemas vienen y van;

Mi desfalleciente esperanza aguarda.

 

A Ti yo digo cada pena que se levanta;

Porque solo Tú puedes sanar;

Tu Palabra puede traer un dulce alivio;

A cada dolor que siento.

 

¡Oh! Pero cuando las sombrías dudas prevalecen;

Temo llamarte: Mio

Los brotes de comodidad parecen fallar;

Y todas mis esperanzas decaen.

 

Sin embargo, misericordioso Dios ¿a dónde huiré?

Tu eres mi única confianza;

Y aún mi alma se aferraría a Ti;

Aunque postrada en el polvo esté.

 

Me has llamado a buscar Tu rostro;

¿Y buscaré en vano?

¿Y puede el oído de gracia soberana ser sordo cuando sufro?

No, aún el oído de gracia soberana.

Atiende la oración del doliente;

¡Oh! pueda yo siempre hallar acceso;

Para respirar mis penas allí.

 

Tu trono de gracia aún está disponible;

Allí deja mi alma refugiarse;

Con humilde esperanza atiendo Tu voluntad;

Y aguardo bajo tus pies.

 

Tu trono de gracia aún está disponible;

Allí deja mi alma refugiarse;

Con humilde esperanza atiendo Tu voluntad;

Y aguardo bajo tus pies.



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