Solo a ti, Dios y Señor “Pedro Castro Iriarte”

Solo a ti, Dios y Señor “Pedro Castro Iriarte”

La Historia detrás del Himno

Himno: Solo a ti, Dios y Señor

Autor: Pedro Castro Iriarte

Pedro Castro Iriarte nació en Madrid en 1840 en el seno de una familia gallega y falleció en 1887 también en Madrid.

Gracias a la Libertad Religiosa declarada por los que destronaron a Isabel II y redactaron la Constitución de 1869, pudo conocer las primeras publicaciones protestantes mientras trabajaba en la imprenta del “Diario de Avisos.

El joven trabajaba como cajista en la imprenta cuando llegó un pedido de imprimir los primeros folletos evangélicos en Madrid. Mientras armaba cada frase, letra por letra, el mensaje de la literatura le llamó la atención a Pedro Castro.

Por ese tiempo Antonio Carrasco y dos ingleses empezaron a tener reuniones evangelísticas en la imprenta todas las mañanas. Contestaron las inquietudes del joven con respuestas bíblicas.

Así, Pedro conoció el Evangelio y empezó una vida de servicio al Señor.

Tras su conversión, tomó la pluma y escribió poemas y narraciones para niños. Fue un hombre de letras, pasando del oficio de imprenta a ser un escritor y poeta muy respetado.

Pedro Castro, nacido en un humilde hogar español, fue uno del grupo que entró al país desde Gibraltar en 1868, cuando cayó el gobierno de Isabel II.

Hizo obra evangélica en Valladolid. Después de servir como evangelista, sirvió fielmente como pastor durante una época difícil de persecución y revolución. Dios lo usó para organizar la primera iglesia en Valladolid.

Produjo abundante prosa y poesía, y sus bellos cuentos para niños tienen la calidad de los clásicos.

Como escribió uno de sus biógrafos, el también madrileño Alejandro López Rodríguez,

de no haber sido protestante, su obra estaría en las Antologías de Literatura Infantil.

Fue, además, autor y traductor de muchos himnos favoritos en España y las Américas.

Numerosos Himnarios, impresos en España y América, siguen incluyendo “Santa Biblia para mí” y “Sólo a Ti, Dios y Señor”.

En este último, un gran himno de regocijo y adoración, hallamos la misma esencia del evangelio.

Presenta el señorío del único Dios a quién se tributa gloria y honor, el sacrificio de Cristo en la cruz como el medio de volver a vivir, el fuego del Espíritu Santo que nos gobierna, nos da paz y nos inflama.

Cristo es el medio para acercarnos a Dios, para libertarnos de la muerte y es nuestra protección.

Nuestra esperanza está en el Señor para librarnos del infierno y de las flaquezas.

A continuación, damos paso a la lectura y canto del himno:

Sólo a ti, Dios y Señor

Sólo a Ti, Dios y Señor adoramos, adoramos
Y la gloria y el honor tributamos, tributamos.
Sólo a Cristo, nuestra luz acudimos, acudimos;
Por su muerte en la cruz revivimos, revivimos.

Un Espíritu no más nos gobierna, nos gobierna.
Y con Él, Señor nos das paz eterna, paz eterna;
Él es fuego celestial cuya llama, cuya llama.
En amor angelical nos inflama, nos inflama.

 

Disfrutamos tu favor solamente, solamente.

Por Jesús, fuente de amor permanente, permanente.
Sólo Él nos libertó, de la muerte, de la muerte.
Sólo Él se declaró nuestro fuerte, nuestro fuerte.

Sólo Tú, oh Creador, Dios Eterno, Dios Eterno.
Nos libraste del furor del infierno, del infierno;
Y por esto con placer proclamamos, proclamamos.
Que tan sólo en tu poder esperamos, esperamos
.



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