A ti, pecador, Dios llamándote está “Virginia W. Moyer”

A ti, pecador, Dios llamándote está “Virginia W. Moyer”

La Historia detrás del Himno

AUTOR: Virginia W. Moyer

HIMNO: A ti, pecador, Dios llamándote está.

Virginia Williams Moyer nació el 1 de enero de 1870, en Navesink, Nueva Jersey y murió el 24 de febrero de 1903 en Penns Grover, Nueva Jersey.

En 1889, se graduó de la escuela Normal del estado en Trento, Nueva Jersey.

El 30 de Enero de 1890 se casó con el ministro William G. Moyer de la Conferencia Metodista Episcopal de Nueva Jersey

Un mejor entendimiento del contenido de los himnos cristianos que cantamos y, en ocasiones, la circunstancias en que se escribieron, además de las vidas y las épocas de los escritores y compositores, enriquecen el espíritu y el entendimiento personal del creyente (1 Corintios 14:15), al igual que su conversación con otros (Efesios 5:19).

Con este afán, consideremos primeramente el himno A ti, pecador, Dios llamándote esta, tan apropiado en la predicación del evangelio.

Después de una larga travesía del Atlántico, y queriendo arribar al Puerto de Nueva York, en medio de una tempestad nocturna, cuántos capitanes, marineros y pasajeros le habrán dado gracias a Dios al divisar, por fin, las luces gemelas del faro Navesink, en Nueva Jersey, en los Estados Unidos.

Por casi un siglo, este faro fue esencial para que multitudes pudiesen llegar con bien a su destino deseado.

Virginia Williams Moyer nació y, apenas treinta y tres años después, fue enterrada casi a la sombra de este famoso faro en Navesink.

Historias de la vida marítima, búsquedas de náufragos, rescates y pérdidas, han de haber sido tema común en las noticias en su tiempo.

El himno A ti, pecador, Dios llamándote está, entre los cuarenta que escribió, refleja su conocimiento del tema, además de una pasión, como mujer cristiana muy devota que era, por las salvación de las almas de sus semejantes. Aunque muerta, Dios aún habla por ella.

La hermana Moyer poseía cualidades sociales, intelectuales y espirituales. Era lúcida, de corazón puro, devota como esposa y madre, una verdadera amiga y una ferviente cristiana.

Incansable en su devoción a la Iglesia y a todos los intereses morales y religiosos, tomó parte activa en las diversas
organizaciones de la Iglesia y en el trabajo de la Unión de Mujeres Cristianas por la Templanza.
Era una gran trabajadora entre los niños. 

Las reuniones devocionales la encontraron a la cabeza en sus esfuerzos, y muchos indiferentes se han sentido conmovidos por sus llamados a comenzar una nueva vida.

Su testimonio fue claro y positivo, y en defensa del derecho su incidencia fue fuerte y agresiva.

Ella creía, experimentaba y enseñaba la genuina santidad bíblica y era un buen ejemplo de dulce coherencia entre la profesión y la práctica.

La señora Moyer poseía una naturaleza poética, que fue desarrollando para enriquecer la himnología de la Iglesia.

La vida, apreciado oyente, es como una frágil embarcación en alta mar.

Aunque todo esté tranquilo, ¡el peligro es latente! Dios quiere verte llegar al puerto celestial, no hagas caso omiso de su voz.

Él no quiere que perezcas eternamente(2 Pedro 3:9).

Cristo dijo:

“Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

A continuación, damos paso a la lectura del himno:

A ti, pecador, Dios llamándote está.

A ti, pecador, Dios llamándote está.
¿En vano le dejas llamar?
Llamó cuando en calma tu viaje iba bien,
llamó en la tormenta del mar.

 

¡Oh vuélvete ahora,
navega hacia el puerto!
pues Cristo es el ancla allá.

Millones viajando sin rumbo han muerto:
tu alma en peligro está.

 

Y tú, pecador, que no quieres oír,
muy sordo has sido a su voz;

te cansas de tanto escucharle llamar,
¿y qué si se cansara Dios?

 

Si hoy, pecador, el Espíritu
ya decide alejarse de ti, dejándote
solo, no contenderá,
 por más que
quisieras que sí.

 

Tal vez, pecador, la paciencia de

Dios muy pronto se pueda agotar;
y al puerto celeste, al cual te llamó,
ya nunca te deje arribar.

 

¡Oh vuélvete ahora,

navega hacia el puerto!

pues Cristo es el ancla allá.
Millones viajando sin rumbo han muerto:
tu alma en peligro está.



Si continúas usando este sitio, aceptas el uso de cookies. Más información

Los ajustes de cookies en esta web están configurados para «permitir las cookies» y ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues usando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en «Aceptar», estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar