Un día que el cielo sus glorias cantaba “John Wilburn Chapman”

Un día que el cielo sus glorias cantaba “John Wilburn Chapman”

La Historia detrás del Himno

HIMNO: Un día que el cielo sus glorias cantaba

 

AUTOR: John Wilbur Chapman

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John Wilbur Chapman nació el 17 de junio de 1859 en Richmond, Indiana  y creció asistiendo a la Escuela Diurna Quaker y a la Escuela Dominical Metodista.

Aunque John Wilbur Chapman no se convirtió sino hasta los 17 años cuando hizo una declaración pública de su fe cristiana y se unió a la Iglesia Presbiteriana de Richmond,

a la edad de cuatro años se le veía seguidamente parado sobre una silla la cual utilizaba como púlpito actuando el papel de un predicador.

Fue un Presbiteriano que tuvo gran éxito en sus cuatro Pastorados; aunque es mayormente recordado como un tremendo evangelista.

 Grandemente influenciado para Cristo siendo muy joven, por una piadosa madre y un espiritual padre;

 fue guiado a recibir a Cristo por su maestro de Escuela Dominical y posteriormente encontró la certeza de ser un hijo de Dios por la consejería que recibió de Dwight L. Moody.

En mayo de 1882, Chapman se casó con Irene Steddom. En abril de 1886, le dio a luz una hija, Bertha Irene Chapman.

 Irene Steddom Chapman murió en mayo de 1886.

 Chapman se volvió a casar el 4 de noviembre de 1888 con Agnes Pruyn Strain; tuvieron cuatro hijos:

Robert (que murió en la infancia), John Wilbur Jr., Alexander Hamilton y Agnes Pruyn.

 Su segunda esposa murió el 25 de junio de 1907.

Chapman se casó por tercera y última vez el 30 de agosto de 1910 con Mabel Cornelia Moulton.

¿Por qué tuvo tanto éxito como pastor y como líder?

su poder inusual con el hombre, su nunca faltante amabilidad, su predicación expositiva y completa, su extraordinaria e ingeniosa organización y resultados improcedentes y sus múltiples trabajos.”

 

Estas son las razones dadas por su biógrafo el señor Ford Ottman.

Ottman informa al respecto:

“hizo uso fluido de un vocabulario adecuado, y se dijo  de su repleta y bien formada y firme voz, al subir  el tono en  un punto culminante desarrollaba una profundidad y un  accionar comparable a un trueno en la distancia, aunque poseía una ternura musical, un sufrimiento casi como lágrimas, un latido, un trémolo vertical, como el más grande órgano musical perfectamente adaptado a la expresión maravillosa de la sinfonía de Dios, del amor de Dios, de su gracia y Su suficiencia.”

 

A través de su enseñanza, predicación y grandemente usadas conferencias bíblicas. Influenció a miles de cristianos a tener una profunda y más efectiva devoción hacia Cristo y la Biblia.

 

Ganó a miles de personas para el Señor en sus reuniones evangelísticas.

 

Aunque tenía un sentido del humor muy inusual, pocas veces bromeaba; sin embargo él entrenó a un buscador excitable y vehemente de almas para continuar después  de que él se fue—un  joven jugador del béisbol llamado Billy Sunday. Nunca dos hombres fueron tan diferentes en sus métodos; ni jamás dos hombres  concordaron tan completamente en su mensaje.

 

Adquirió una enfermedad grave de cálculos biliares como para necesitar  una cirugía de emergencia el 23 de diciembre de 1918 y dos días después, el día de Navidad murió a los 59 años.

 

En Ecos de Gloria hay un refrán selectivo del pastor y evangelista estadounidense John Wilbur Chapman:

Es una cosa dificultosa el hacer una regla para que alguien se rija a ella.
La regla que gobierna mi vida es esta:


“Cualquier cosa que oscurezca mi visión de Cristo, o me quite el gusto por el estudio de la Biblia, o me limite en mi vida de oración, o dificulte el trabajo cristiano, está mal para mí; y debo, como cristiano, alejarme de eso”.

“Un hombre nunca está preparado para el tiempo hasta que esté preparado para la eternidad”.

Fue un prolífico escritor de libros y tuvo un papel muy importante dentro de la himnodia cristiana. Algunos de sus himnos son:

 

“Espíritu Santo, entra” “Cuando volvamos a casa” “Maravillosa gracia” entre otros y el maravilloso canto Un día que el cielo sus glorias cantaba, himno que continuación damos paso a la lectura:

 

Un día que el cielo sus glorias cantaba,
Un día que el mal imperaba más cruel,
Jesús descendió y al nacer de una virgen,
Nos dio por su vida un ejemplo tan fiel.

Vivo me amaba; muerto salvóme;
Y en el sepulcro mi mal enterró,
Resucitado, él es mi justicia,
Un día él viene, pues lo prometió.

Un día lleváronle al Monte Calvario,
Un día claváronle sobre una cruz;
Sufriendo dolores y pena de muerte,
Expiando el pecado, salvóme Jesús.

Un día dejaron su cuerpo en el huerto,
Tres días en paz reposó de dolor;
Velaban los ángeles sobre el sepulcro,
De mi única eterna esperanza, el Señor.

Un día la tumba ocultarle no pudo,
Un día el ángel la piedra quitó;
Habiendo Jesús ya a la muerte vencido,
Al estar con su Padre en su trono ascendió.

Un día otra vez viene con voz de arcángel,
Un día en su gloria el Señor brillará;
¡Oh día admirable, en que unido su pueblo,
Loores a Cristo por siempre alzará!



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