Libro del Profeta Zacarías

Libro del Profeta Zacarías

Libro del Profeta Zacarías

 

Un estudio expositivo por Lowell Brueckner

 

Capítulo 14

La Segunda Venida de Cristo

Saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones

Zacarías 14:3

 

Cristo liberta a Su pueblo

 

  1. He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos.

  2. Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.

  3. Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.

  4. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.

  5. Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.

 

En Apocalipsis 19:17-21, un ángel llama a las aves del cielo a una fiesta (será, literalmente, una fiesta para los buitres). Joel profetiza de esto (Joel 3:2), y llama al lugar de batalla “el valle de Josafat”. Josafat significa el “juicio de Jehová”, porque ese rey ganó allí una gran batalla contra una coalición de naciones (2Cr.20:26). Allí mismo tendrá lugar una batalla mucho más importante y tremenda, y todas las naciones de la tierra estarán allí presentes (vs.1-3). Cristo mismo descenderá del cielo para destruir a las naciones dirigidas por la bestia (Ap.19:15;19-21). Jesús habla de Su segunda venida en Lucas 17:22-37 (y es lo mismo que se ve en Ap.19:11-16), diciendo que será como en los días de Noé y Lot, cuando unos serán tomados. Le preguntan: ¿Dónde?, y el contesta: “Dondequiera que esté el cadáver, allí se reunirán los buitres” (v.37).

Para que los judíos puedan escapar, el Señor pondrá Sus pies sobre el monte de los Olivos, desde el mismo lugar del que ascendió al cielo (v.4; Hch.1:12; Lc.24:50), al lado oriente de Jerusalén; donde también entró sentado sobre un pollino (Lc.19:29,37,41); donde oró en Getsemaní (Lc.22:39); donde tan frecuentemente iba a estar. Este mismo monte se partirá en dos. Una parte quedará al norte, la otra al sur, y un valle se abrirá (como se abrió el mar Rojo) en medio, desde Jerusalén al poniente hasta el oriente y, el remanente de judíos, ya creyentes, huirán. Entonces Jesús regresará desde el oriente, como Ezequiel lo vio en su día (Ez.43:2-5).

El valle de Cedrón, que está entre Jerusalén y el monte de Olivos, se extenderá, atravesando el monte de los Olivos (v.5). Aquí les recuerda cómo escaparon del terremoto en los días de Uzías (Amós 1:1). Es interesante ver que todas estas cosas finales tienen sus precedentes en la historia, como claramente hemos visto en esta lección y puede verse en todo el libro de Zacarías. El Señor viene, como lo describe Juan en Apocalipsis 19:14, “con todos sus santos”, para acabar con el anticristo y el falso profeta, tomar el templo en Jerusalén, y sentarse sobre el trono.

Pasos hacia la perfección

Jehovah será Rey sobre toda la tierra”

Zacarías 14:9

 

  1. Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura.

  2. Será un día, el cual es conocido de Jehová, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz.

  3. Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.

  4. Y Jehová será rey sobre toda la En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.

  5. Toda la tierra se volverá como llanura desde Geba hasta Rimón al sur de Jerusalén; y ésta será enaltecida, y habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta primera, hasta la puerta del Angulo, y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey.

  6. Y morarán en ella, y no habrá nunca más maldición, sino que Jerusalén será habitada confiadamente.

  7. Y esta será la plaga con que herirá Jehová a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: la carne de ellos se corromperá estando ellos sobre sus pies, y se consumirán en las cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en su boca.

  8. Y acontecerá en aquel día que habrá entre ellos gran pánico enviado por Jehová; y trabará cada uno de la mano de su compañero, y levantará su mano contra la mano de su compañero.

  9. Y Judá también peleará en Jerusalén. Y serán reunidas las riquezas de todas las naciones de alrededor: oro y plata, y ropas de vestir, en gran abundancia.

  10. Así también será la plaga de los caballos, de los mulos, de los camellos, de los asnos, y de todas las bestias que estuvieren en aquellos campamentos.

 

Desde el versículo 6 en adelante, Zacarías describe maravillosamente el Milenio. Sin embargo, la primera descripción que Zacarías nos da después de la Batalla de Armagedón es un poco difícil de entender. “Acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura” (v.6). La verdad es que la Escritura, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento, varias veces hace referencia a ese período, así que dejaremos que las Escrituras hablen por sí solas. Isaías, entre otros profetas, también nos informa de este fenómeno: “La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando el Señor de ejércitos reine en el Monte Sión y en Jerusalén” (Is.24:23). Jesús mismo dijo: “Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol será oscurecido y la luna no dará su resplandor” (Mt.24:29). ¿Podrá ser éste el tiempo del juicio a las naciones? Las palabras de Jesús sobre ese evento son muy parecidas a las de Zacarías: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones, y los apartará unos de otros (Mt. 25:31-32).

“Será un día”… debe ser traducido literalmente como “será un día único” (hebreo… uno, primero, solo), y no creo que esté describiendo todo el Milenio, sino solamente el tiempo entre la Tribulación y el Milenio. Es un día misterioso, acerca del cual solamente el Señor tiene completo conocimiento (v.7). Las horas del día se extenderán, como para completar la obra necesaria lo más rápido posible, después de la Batalla de Armagedón.

Después Zacarías nos introduce claramente en el Milenio, mostrándonos aguas vivas (v.8). Estas son las mismas aguas que fluyen debajo del umbral del templo en Ezequiel. Él describe en varios capítulos todos los detalles del nuevo templo (capítulos 40-46) y después, en el capítulo 47, habla de las aguas, más ampliamente que Zacarías, ocupando doce versículos, mientras que Zacarías lo hace en uno.

Jesús será Rey sobre toda la tierra (v.9) y Jehová será uno. Comentan Jamison, Faucett, Brown: “No quiere decir que no es así ahora, pero será reconocido por todos, unánimemente, como ‘uno’. Ahora son “muchos dioses y muchos señores” (1Co.8:5). En aquel día Jehová solo será adorado. La manifestación de la unidad de la piedad acontecerá simultáneamente con la unidad de la iglesia. Ahora todos los creyentes están unidos en espíritu, como Dios es uno (Ef.4:3-6), aunque superficialmente existen tristes divisiones. Hasta que estas no desaparezcan, Dios no revelará Su unidad al mundo”. Veremos el perfecto cumplimiento de la oración de Jesús: “Yo en ellos y Tú en Mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que Tú Me enviaste” (Jn. 17:23). Su pueblo será perfecto en unidad y el mundo reconocerá a Jesús como Señor sobre toda la tierra y doblará la rodilla delante de Él.

Jerusalén será la ciudad de paz, capital sobre el reino universal (v.10). Todas las colinas alrededor de Jerusalén se allanarán y la llanura se extenderá desde, la que fue la frontera de Judá al norte, hasta la frontera del sur. Entonces, Jerusalén será levantada en alto sobre todo el terreno, resaltando así más la presencia del Gran Rey en la ciudad. Se repite la expresión de 12:6 “habitada en su lugar”, marcando las puertas en los tres lados y la torre al otro lado. Después, el interior de la ciudad, donde está el Lagar del Rey. Quiere decir que estará totalmente habitada. Fíjate, después de tanta destrucción y guerra, la santa ciudad por fin será verdaderamente compatible con su nombre, la Ciudad de Paz (v.11), y no habrá un lugar más seguro en toda la tierra. Rodeándola estará la nación de Abraham, Isaac y Jacob, y las demás familias de los gentiles de toda la tierra serán adoradoras y vendrán a celebrar a Jerusalén.

En los versículos del 12 hasta el 15, Zacarías nos hace volver a la Batalla de Armagedón, confirmando el principio que hemos estudiado en el capítulo 2. Además de ser glorificado entre Su pueblo, la gloria del Señor también será manifestada al vengarse de Sus enemigos (v.12) que, en ese día, se llevará a cabo contra todos los ejércitos del anticristo (Is.66:24; Ap.19:17-21). Como vemos a veces en el Antiguo Testamento, los enemigos empiezan a pelear unos contra otros (v.13) porque Dios siembra confusión entre ellos. Es Su manera de derrotarles. El enemigo entrará en Jerusalén, y todos los ciudadanos de Judá ayudarán a sus hermanos dentro de la ciudad (v.14). Los vencerán y tomarán posesión de todas las riquezas del mundo. Como ha sido una batalla contra todo el mundo, la victoria será universal. Todas las bestias utilizadas por el enemigo en la batalla, enfermarán o, si está hablando de forma simbólica, querrá decir que todas las armas de guerra dejarán de funcionar (v.15), aunque fácilmente, por las destrucciones de la Tribulación, no quedarán más que animales para luchar en la guerra.

Algunas características del Milenio

 

  1. Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos.

  2. Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia.

  3. Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que Jehová herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos.

  4. Esta será la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos.

  5. En aquel día estará grabado sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD A JEHOVÁ; y las ollas de la casa de Jehová serán como los tazones del altar.

  6. Y toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada a Jehová de los ejércitos; y todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas; y no habrá en aquel día más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos.

Lo que vemos en el versículo 16, es el remanente de los gentiles después del Juicio de las Naciones (Mt.25:31-46). Estas son “las ovejas” que apoyaron a los hermanos del Hijo del Hombre en la Gran Tribulación y en la Batalla de Armagedón, demostrando así, por sus hechos, un corazón recto. Estos son adoradores de Cristo, y la fiesta que celebrarán es la de los Tabernáculos. Las otras fiestas: La Pascua y la de los panes sin levadura, Las Primicias, El Pentecostés, El Día de Expiación y Las Trompetas, ya habrán tenido su cumplimento, y la fiesta que más se celebrará en ese tiempo será la de los Tabernáculos. Esta es la fiesta en la que traerán a la memoria todo lo que tuvieron que pasar en su jornada terrenal, tanto gentiles como judíos, y cómo el Señor de los ejércitos obró milagrosamente a favor de ellos. Fue el último día de esta última fiesta del año cuando Jesús hizo Su gran invitación. “¡Si alguno tiene sed, venga a mí y beba! El que cree en mí, como dijo la Escritura, de su vientre fluirán ríos de aguan viva”, y ahora la disfrutan todas las naciones en su plenitud (Jn.7:37-38).

Durante el Milenio, al pasar las generaciones, no todos van a ser obedientes, pero Cristo reinará con una justicia perfecta a favor de los justos y contra los injustos (v.17). Estos injustos pasarán el Milenio esperando que su maestro sea soltado de la prisión para seguirle de nuevo, pero Dios les castigará con una sequía. En cuanto a los egipcios, que siempre tienen el Nilo para sostenerles en tiempos sin lluvias, vendrá sobre ellos una plaga (v.18). Todas las ofensas serán castigadas y ningún rebelde escapará (v.19).

Puede ser que todo lo que funciona con “motor” sea destruido en la Tribulación y por eso, en el Milenio de paz, no habrá por qué apurarse corriendo de un lugar a otro (Dn.12:4). Los caballos proveerán el transporte, como era hace poco más de 100 años en la tierra, antes de que en aquel maldito siglo XX, el siglo del Titanic, el automóvil y el avión, fueran sacrificadas millones de vidas. Fue el siglo de la “independencia de Dios”, cuando entró con toda Su fuerza el espíritu del humanismo, que es el mismo espíritu del anticristo, en el que reinaba el dios del “progreso” y el pragmatismo.

Pero en el Milenio, aun los caballos serán santificados al Señor (v.20). Como fueron los sacerdotes santificados para Dios en el Antiguo Testamento, ahora aun los animales le darán gloria. Leemos en Isaías acerca de la serpiente amistosa, los leones mansos y mucha más hermosura en la naturaleza del Milenio. Las ollas comunes, como los tazones delante del altar, serán santificadas. Las mujeres en las cocinas cocerán con ollas consagradas al Señor de los ejércitos, que merece toda la gloria y el honor. El que echó fuera del templo a todos los mercaderes, asegurará que jamás será practicado el negocio en el lugar en el que debe estar la oración (v.21). Las cosas de Dios estarán respaldadas por medio de la oración de fe en vez de por el dinero… una fe puesta solamente en Aquel que está sentado sobre el trono, reinando sobre toda la tierra. ¡Venga Tu reino! ¡Sí, ven pronto, Señor Jesucristo!



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