06 Ago Libro del Profeta Zacarías
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in Estudio de Zacarias
Libro del Profeta Zacarías
Un estudio expositivo por Lowell Brueckner
Capítulo 9
Desde Alejandro Magno hasta el Mesías
Israel protegido
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La profecía de la palabra de Jehová está contra la tierra de Hadrac y sobre Damasco; porque a Jehová deben mirar los ojos de los hombres, y de todas las tribus de Israel.
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También Hamat será comprendida en el territorio de éste; Tiro y Sidón, aunque sean muy sabias.
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Bien que Tiro se edificó fortaleza, y amontonó plata como polvo, y oro como lodo de las calles,
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he aquí, el Señor la empobrecerá, y herirá en el mar su poderío, y ella será consumida de
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Verá Ascalón, y temerá; Gaza también, y se dolerá en gran manera; asimismo Ecrón, porque su esperanza será confundida; y perecerá el rey de Gaza, y Ascalón no será
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Habitará en Asdod un extranjero, y pondré fin a la soberbia de los
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Quitaré la sangre de su boca, y sus abominaciones de entre sus dientes, y quedará también un remanente para nuestro Dios, y serán como capitanes en Judá, y Ecrón será como el jebuseo.
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Entonces acamparé alrededor de mi casa como un guarda, para que ninguno vaya ni venga, y no pasará más sobre ellos el opresor; porque ahora miraré con mis ojos.
Zacarías no menciona en qué fecha escribió el capítulo 9, pero los expertos creen que fue entre 480-470 a.C., 40 años después de haber escrito los capítulos 7 y 8. Esta no es solamente una profecía sino, según la Biblia Textual y de acuerdo con otras versiones también, es una profecía cargada; cargada de ira contra Hadrac, ciudad cerca de Damasco, en Siria (v.1). De la misma manera que el Señor reposó cuando el juicio se llevó a cabo contra Babilonia en el capítulo 6:8, el Señor descansará de su carga cuando llegue a Damasco.
Esta profecía es muy interesante (v.2-4). Por las profecías de Daniel, el pueblo judío supo acerca de Grecia y Alejandro Magno antes de que existieran. Sabían que el imperio bajo el cual ellos estaban sujetos iba a ser conquistado (Dn.8:20-21). Daniel tuvo el sueño cuando Babilonia todavía gobernaba el mundo en el año 551 a.C., antes de que los persas la hubieran vencido. Dos cientos años después de esta profecía en Zacarías, Alejandro fue contra Damasco, donde Darío, el persa, tenía tesoros y gente ilustre, y la conquistó. Después, 250 km. al norte, derrotó a Hamat, antes de invadir la costa del mar Mediterráneo, y a Tiro y Sidón, dos ciudades que tenían mucha influencia diabólica, según Ezequiel 28. Tiro se consideraba invencible por estar situada en una isla y, aunque Nabucodonosor, el babilonio, pudo destruir la ciudad en la costa, no pudo llegar a la isla, aunque intentó hacerlo durante 13 años. Ningún otro enemigo la había podido alcanzar, pero Alejandro lo hizo porque tuvo un mandato de parte de Dios, que es la profecía que estamos estudiando. Él utilizó las ruinas que Nabucodonosor había dejado para edificar una calzada en el mar hacía la isla (334-332 a.C.).
Después Alejandro fue al sur, y los filisteos, de las ciudades de Ascalón, Gaza, Asdod, y Ecrón, se aterrorizaron al ver lo rápido que habían sido conquistadas las ciudades del norte. Alejando también conquistó a los filisteos, y su orgullo nacional quedó por los suelos, junto con sus sacrificios idólatras, descritos aquí como “sangre de su boca, y sus abominaciones de entre sus dientes” (vs.5-7). Fueron vencidos como los jebuseos en el tiempo de David y su territorio fue hecho parte de Israel. Lo mismo pasó con el territorio de los filisteos.
Pero los judíos tenían en su posesión esta profecía, que describía exactamente el circuito y las victorias del ejército de Alejandro, prometiéndoles que el opresor no entraría en Judea (v.8). La conquista de los persas fue un punto central en la historia del mundo. Aunque las ciudades más potentes fueron destruidas, Alejandro trató bien a Jerusalén y a los judíos. ¡Qué tesoro y qué consuelo es la palabra de Dios! ¿Es práctico estudiar las profecías? No tenían por qué temer; la profecía decía que, aunque pasara al lado de Judea y cerca de Jerusalén, no entraría. Los ojos de Israel estaban fijados en el Señor como en los días de Josafat (2 Cr.20:12), y los ojos de Dios, cuidadosamente, estaban mirándoles.
Dios habló palabras consoladoras a su pueblo y les protegió según sus promesas, aunque ésta no fue la única razón de por qué lo hizo. Tenía un asunto mucho más grande en Sus pensamientos que tenía que ver con Su plan eterno. Los profetas existían para un propósito más importante, que era anunciar la venida del Mesías. Dios tenía Sus ojos puestos sobre Jerusalén por lo que iba a acontecer en sus calles, como es profetizado en el siguiente versículo. Ya he dicho que los judíos tenían que ver su situación y lo que estaba aconteciendo en los días de Zacarías, según las profecías de la venida de su Mesías, porque Dios ya estaba obrando, dando pasos hacia Su venida.
Cuando hablamos de hallar la voluntad de Dios para nuestras vidas pensamos en estar en algún proyecto misionero, alguna obra humanitaria, o en estar involucrados con algún grupo o iglesia. Pero… ¿pensamos en tener una parte en el desarrollo de lo que traerá el Reino de Dios a esta tierra? ¿Estamos involucrados en traer al mundo al Rey otra vez? ¿Estamos en el plan eterno de Dios? Solamente estamos en Su voluntad cuando nos hallamos en esa posición. Solamente allí estamos bajo Su protección y obtenemos la promesa de que “a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan para bien, a los que son llamados conforme a su propósito”. ¿Oramos correctamente al pedir “venga Tu Reino”?
El Rey viene
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Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.
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Y de Efraín destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén, y los arcos de guerra serán quebrados; y hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra.
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Y tú también por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua.
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Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble.
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Porque he entesado para mí a Judá como arco, e hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré como espada de valiente.
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Y Jehová será visto sobre ellos, y su dardo saldrá como relámpago; y Jehová el Señor tocará trompeta, e irá entre torbellinos del austro.
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Jehová de los ejércitos los amparará, y ellos devorarán, y hollarán las piedras de la honda, y beberán, y harán estrépito como tomados de vino; y se llenarán como tazón, o como cuernos del altar.
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Y los salvará en aquel día Jehová su Dios como rebaño de su pueblo; porque como piedras de diadema serán enaltecidos en su tierra.
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Porque !cuánta es su bondad, y cuánta su hermosura! El trigo alegrará a los jóvenes, y el vino a las doncellas.