Libro del Profeta Zacarías

Libro del Profeta Zacarías

Libro del Profeta Zacarías

 

Un estudio expositivo por Lowell Brueckner

 

Capítulo 8

Ser Sensibles a Dios

El celo del Señor

  1. Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo:

  2. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé a Sion con gran celo, y con gran ira la celé.

 

La Biblia es la revelación de Dios en forma escrita. Desde el capítulo 6, estamos estudiando revelaciones, que son algo hablado con el propósito de que sea escrito. Notamos que una y otra vez se repite la expresión “El Señor de los ejércitos” (v.1). Está en casi todos los versículos del capítulo 8 e incluso, en algunas ocasiones, se halla dos veces en un solo versículo. Creo que también debemos ir mencionándolo cada vez que aparezca y ver en cada caso la razón de por qué se usa. Acabo de leer el cántico de Moisés en Éxodo 15, donde vemos cómo el Señor se levanta contra el ejército de Faraón y triunfa. Cuando se dividieron las aguas del Mar Rojo, vemos cómo el Señor demostró que Él tiene a Su creación como un ejército que lucha a Su favor y contra el enemigo. En este versículo El Señor de los ejércitos está relacionado con la revelación. Mueve cielos y tierra para dar Su palabra y mantenerla fiel. Su palabra es poderosa; es pura y refinada siete veces, como la plata es refinada (Sal.12:6).

En el capítulo anterior estuvimos estudiando sobre la razón de por qué Israel guardaba ciertos tiempos para ayunar. Dios cuestionaba sus motivos, sabiendo que lo hacían para sus propios beneficios. Ahora Él expresa Sus sentimientos: “Así dice el Señor de los ejércitos: ¡He celado a Sión apasionadamente!” (v.2). Pregunto, ¿le importa a alguien? Hemos llegado a algo que está muy apegado al corazón de Dios, y esto debe ser una gran preocupación para nosotros. ¿Estamos sensibles a lo que nuestro Señor siente? ¿Nos importa? Dios se siente apasionado por Su pueblo.

¿Y nosotros? ¿Sentimos esa pasión por Él? Creo que fracasamos como cristianos si no podemos sentir lo que Él siente en todas las situaciones.

El Ángel del Señor intercede al mismo Señor de los ejércitos y ambos expresan Su amor y celo por Su pueblo en 1:12-14: “Entonces el ángel del Señor tomó la palabra, y dijo: ¡Oh Señor de los ejércitos!, ¿hasta cuándo no te compadecerás de Jerusalén y de las ciudades de Judá? Y el Señor respondió al ángel que hablaba conmigo palabras buenas, palabras de consolación Así dice el Señor de los ejércitos: Con gran celo he estado celoso por Jerusalén y por Sión”. El Señor de los ejércitos habla otra vez en 2:8, y dice: “El que os toca, toca la niña de mi ojo”. Por algo lo está expresando; por algo quiere que nosotros le escuchemos. Estoy seguro de que lo que Él busca es tener intimidad con nosotros.

Los discípulos se acordaron de que las Escrituras habían dicho del Mesías: “¡El celo de Tu Casa me consumirá!” (Jn.2:17). Estaban citando Salmos 69:9, donde sigue diciendo: “Y los vituperios de los que te vituperaban cayeron sobre mí”. Fue Pablo quien citó la segunda parte del versículo en Romanos 15:3. Cristo permitió que Sus sentimientos fuesen dominados por los de Su Padre. He aprendido que la palabra cristiano es diminutivo de Cristo…, es decir, un pequeño Cristo. Si es así, y si es que Cristo vive en nosotros, entonces también debemos ser muy sensibles a Dios y a los vituperios, tanto de palabra como de hecho, cometidos contra Él en estos días, especialmente los que están relacionados con Su iglesia. ¿Cuántos de estos vituperios nos quitan el sueño de noche? ¿Cuántas de las blasfemias, prácticas y palabras irreverentes, y doctrinas falsas de la iglesia nos provocan ira?

Medita en todo lo que Dios ha planeado, ha elegido, y lo que Él, con gran amor, ha desarrollado para poder tener a Su pueblo y para ser su Dios. Para orar el Padre Nuestro tenemos que poseer este anhelo de sensibilidad, porque todo se basa en los primeras dos frases: “Santificado sea Tu nombre; venga Tu reino”. Es el secreto para orar según Su voluntad. Si no eres sensible a Dios, repítelo y cántalo cuantas veces quieras, pero debes saber que cada vez que lo hagas. estarás siendo un hipócrita. Esta oración es para las personas a quienes les importa el Nombre y el Reino de Su Padre.

La restauración

  1. Así dice Jehová: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad.

  2. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días.

  3. Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en

  4. Así dice Jehová de los ejércitos: Si esto parecerá maravilloso a los ojos del remanente de este pueblo en aquellos días, ¿también será maravilloso delante de mis ojos? dice Jehová de los ejércitos.

  5. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí, yo salvo a mi pueblo de la tierra del oriente, y de la tierra donde se pone el sol;

  6. y los traeré, y habitarán en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios en verdad y en justicia.

  7. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Esfuércense vuestras manos, los que oís en estos días estas palabras de la boca de los profetas, desde el día que se echó el cimiento a la casa de Jehová de los ejércitos, para edificar el templo.

 

El pacto de Dios con Sansón tenía que ver con que su cabello nunca fuese cortado, pero Sansón rompió el pacto. Sin embargo, de inmediato, el pelo empezó a crecer de nuevo. El Dios de la Biblia es el Dios de la restauración. El Monte de Sión será restaurado (v.3) y el Señor estará en medio de Jerusalén. Jerusalén, que significa la ciudad de paz, también será llamada la Ciudad de Verdad, el Monte del Señor de los Ejércitos y el Monte de Santidad. Los profetas decían clara y multiplicadas veces que, aunque Dios castigara el pecado, no desecharía a su pueblo para siempre (Is.54:7-10; Is. 57:16; Jer.31:37; 33:24-26; Lam.3:31-32; 46:28… vale la pena estudiar estos versículos y muchos más sobre el mismo tema).

Debido a la restauración de todas las características mencionadas, la gente de Jerusalén llegará a edades avanzadas (v.4) Los ancianos y ancianas estarán descansando en las plazas, viviendo en paz. Por falta de guerras, crímenes, plagas y enfermedades, las vidas no serán cortadas. Muchos niños y niñas estarán jugando en las calles y en las plazas (v.5). Cuando las cosas son como al Señor le agrada, es bueno para todo el pueblo. Esto es lo que el Señor quiere… un pueblo seguro y feliz.

Para el remanente que está acostumbrado a apenas sobrevivir a días muy malos, les parecerá que esta promesa es una imposibilidad. Pero recuerda, el que está hablando es el Dios de los ejércitos, y tiene un ejército que actuará sobrenaturalmente para hacer todo posible (v.6). ¡Veamos las cosas a través de los ojos de Dios! Para ello tenemos que desarrollar más y más nuestra relación con Él. Tenemos que estar cerca de Su corazón, para poder sentir sus palpitaciones; e interesarnos por lo que Él siente. Entonces tendremos la ventaja de ver las cosas como Él las ve y podremos experimentar Su ilimitada fuerza. Después de la última y más terrible persecución contra Israel, un remanente experimentará exactamente lo que estamos leyendo aquí. Reinarán la paz y el gozo producidos por el Príncipe de Paz.

Esta profecía es para los últimos tiempos (v.7). Muchas profecías hablan de cómo el Señor atraerá a Su pueblo desde todas las partes de la tierra. En el tiempo de Zacarías, el pueblo de Israel fue extranjero en el Noreste, pero aquí dice que los atraerá, no solamente del Oriente, sino desde la tierra donde se pone el sol…, es decir, del Oeste, como Europa Occidental y las Américas. El Señor les llevará hasta el interior de Jerusalén, donde Él reina. Será un pueblo con su Rey (el Rey de reyes) en medio de ellos (v.8). ¡Qué tiempo tan feliz! Él será su Dios y ellos serán Su pueblo, actuando según Sus atributos de verdad y justicia (7:9)

La gente, en los días de Zacarías, tenían que ver que lo que estaba ocurriendo y en lo que estaban involucrados estaba relacionado con estás profecías. De igual manera, cuando oramos: “Venga Tu reino”, tenemos que estar seguros de estar involucrados con esa obra eterna que va avanzando hacia el Milenio. Debido al desánimo, ellos dejaron los cimientos y la obra quedó parada (v.9). Ahora, por la palabra de Dios hablada por los profetas, es tiempo de poner las paredes y el techo. En dos años estará terminada la Casa (Esdras 6:15) y, justo antes del tiempo de Jesús, Herodes el Grande engrandecerá y embellecerá el mismo templo de forma muy impresionante. Allí vendrá el Señor súbitamente, sanando y enseñando, dejando la más clara y última palabra de Dios con el pueblo. Esta palabra será la base del reino venidero del que estamos hablando, y traerá ánimo para edificar el tercer y último templo.

El luto convertido en gozo

Preparándose para recibir la bendición

  1. Porque antes de estos días no ha habido paga de hombre ni paga de bestia, ni hubo paz para el que salía ni para el que entraba, a causa del enemigo; y yo dejé a todos los hombres cada cual contra su compañero.

  2. Mas ahora no lo haré con el remanente de este pueblo como en aquellos días pasados, dice Jehová de los ejércitos.

  3. Porque habrá simiente de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo posea todo esto.

  4. Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, mas esfuércense vuestras manos.

  5. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Como pensé haceros mal cuando vuestros padres me provocaron a ira, dice Jehová de los ejércitos, y no me arrepentí,

  6. así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá en estos días; no temáis.

  7. Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas.

  8. Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis el juramento falso; porque todas estas son cosas que aborrezco, dice Jehová.

 

El versículo 10 describe el tiempo del que escribió Hageo: “Sembráis mucho y recogéis poco; coméis y no os saciáis; bebéis, pero no a plenitud; os arropáis, pero no entráis en calor; y el asalariado echa su jornal en saco roto” (1:6). Hageo les aseguró que era porque habían dado prioridad a sus propios asuntos antes que a las cosas de Dios. Por eso, Él mismo permitió que pasaran rivalidades y enfrentamientos. El pueblo, ya dispuesto, no debe comparar el día presente con aquellos días (v.11). A veces las experiencias del pasado nos pueden dar una actitud negativa sobre las intenciones de Dios para nuestras vidas. Jacob tuvo ese problema (Ge.42:36), pensando que todas las circunstancias estaban en su contra.

Tenemos que ajustar nuestros pensamientos y preparar nuestro corazón para lo que viene por delante. No va a ser como antes. Dios promete Su bendición, que acompañará a todas las labores de los judíos (v.12), y así, por la esperanza y la fe, podrán trabajar fuertes y con ganas. Las cosechas van a producir abundantemente; el cielo y la tierra cooperarán. La actitud de las naciones a su alrededor va a cambiar hacía ellos y habrá paz. Dios dará salvación y quitará cualquier motivo de temor (v.13). Los versículos 14 y 15 servirán de confirmación de parte del Señor de los ejércitos y, de está forma, el Todopoderoso, a quien no se puede añadir nada, garantiza una obra perfecta. El que no puede mentir y es totalmente fiel, nunca debería tener que dar una confirmación a Su palabra, pero lo hace muchas veces, tomando en cuenta nuestra debilidad para creer (mira, por ejemplo, a Hebreos 6:11-20).

Si vamos a ver a un pueblo actuando en la voluntad de Dios, será porque hable la verdad (v.16). Pablo anima a la iglesia en Éfeso a hacer lo mismo, probablemente citando al profeta: “Desechando la mentira, cada uno hable verdad con su prójimo (Ef.4:25). Un cuidadoso estudio de las Escrituras, Antiguo y Nuevo Testamento, te convencerá de la suprema importancia de la verdad. La verdad tiene que ser levantada sobre la unidad y la paz. Esto es algo que tenemos que enfatizar en estos días, donde la verdad se vende muy barata. Proverbios 23:23 dice: “Compra la verdad y no la vendas.”

 

El enemigo es astuto en su manera de engañar, porque muchas veces no habla mentiras sencillas, sino que confunde y tuerce el orden de prioridades de las cosas buenas. Es muy difícil combatir este método, porque al hacerlo, muchas personas piensan que estás rebajando las cosas buenas. Se ofenden, pero tienen que llegar a entender que tú no estás contra tales cosas, sino que estás poniéndolas en su debido lugar. La verdad tiene que ser alzada como una bandera; sin la verdad, aun el amor, es falso.

Hallamos un buen ejemplo en el mismo versículo 16 para ilustrar una doctrina que hoy en día ha sido torcida, desequilibrada y enseñada fuera del lugar que, bíblicamente, le corresponde. Es la enseñanza acerca de no juzgar. El profeta combina el juicio con la verdad, y nota que NO dice, “no juzgar”, sino “juzgad según la verdad y lo conducente a la paz”. Jesús tampoco eliminó el juzgar, sino dijo: “Juzgad con justo juicio” (Jn.7:24) y Pablo habló a las iglesias de la necesidad de tener quien juzgue entre personas (1 Co.6:1-5). Juzgar según la verdad triunfa sobre la confusión y el engaño, y conduce a la paz.

El Señor es muy capaz de aborrecer, y al meternos en asuntos que Él aborrece, nos ponemos en peligro de caer bajo Su maldición (v.17). En el capítulo 5, en el estudio sobre el efa, vimos que el efa representaba la maldición sobre los que hurtaban y juraban falsamente. Aprendimos que jurar falsamente significa utilizar el nombre de Dios para confirmar una mentira, y esto conduce, cuando menos, a dos pecados; en primer lugar, toma el nombre de Dios en vano y, en segundo lugar, asocia el sagrado nombre de Dios con una mentira. ¡Es una gran blasfemia! Posiblemente este pecado sea el resultado de haber pensado mal contra el prójimo y después, con el deseo de hacerle daño, seguir con el juramento. La falsedad del juicio de los saduceos y fariseos contra Jesús es un ejemplo de utilizar el nombre de Dios para acusar falsamente; es el peor ejemplo que puede haber.

La bendición llega con Su venida

  1. Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo:

  2. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz.

  3. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades;

  4. y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos. Yo también iré.

  5. Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová.

  6. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.

 

El Señor de los ejércitos vuelve a hablar a Zacarías de los ayunos (v.18-19). En el capítulo 7, los representantes de Betel preguntaron sobre uno de ellos, y Dios, al contestar, mencionó otro. Ya que tenemos los cuatro juntos, vamos a ver el trasfondo de cada uno: 1) El primero era del cuarto mes y conmemoraba el tiempo cuando Jerusalén fue derrotada por Nabucodonosor (Jer.52:6). 2) El ayuno del quinto mes fue instituido por la ruina del templo (Jer.52:12-13). 3) El del séptimo mes fue por el asesinato de Gedalías (Jer.41:1-2). 4) El del décimo mes tenía que ver con el ataque contra Jerusalén que empezó en el décimo día del décimo mes (2 Reyes 25:1).

En Lucas, Marcos y Mateo 9:14-15, los discípulos de Juan Bautista preguntaron a Jesús en cuanto del ayuno: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso los que asisten al esposo pueden tener luto mientras el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando les sea quitado el esposo; entonces ayunarán. Vemos que, en los cuatro casos anteriores, los ayunos tenían que ver con estar de luto, estrictamente conmemorando días tristes, y como hemos visto en el 7:5-6, lo hicieron para sí mismos.

Jesús dirigió los ayunos en dirección a la relación con Él. En el ayuno vemos de nuevo la sensibilidad hacia Dios y la intimidad con Él. Tener a Dios hecho carne habitando con sus discípulos, no era razón para estar de luto. Tenían que aprovechar esos días a tope para observar, aprender y gozarse con Él, y cuando Él fuera quitado de ellos, entonces habría razón para estar de luto.

El Novio oró: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde Yo estoy, también ellos estén conmigo, para que contemplan mi gloria que me has dado, y la novia debe ser muy sensible a este deseo. Ella anda en el mundo, fuera de casa, como extranjera, peregrinando hacía el lugar que el Novio está preparando. Ella vive para el día cuando Él venga a por ella y pueda estar con Él para siempre. Por lo pronto, mientras Él está con el Padre, y nosotros estamos aquí, en este triste mundo, separados de Su presencia corporal, tenemos muchos motivos por qué ayunar.

Sin embargo, los días de luto “se convertirán en regocijo y alegría, y en solemnidades gratas Una vez más, la profecía nos lleva a un día mejor, cuando en Su presencia habrá plenitud de gozo. El gozo es el estado natural y eterno para todo lo que tiene que ver con Dios. La tristeza puede durar una noche, pero ¡el gozo viene con el amanecer! Aun en estos días, ¿cuántas veces hemos visto a Dios echar las nubes a un lado, para que Su sol brille sobre Sus hijos? Su reino es gozo en el Espíritu Santo que, ni este mundo ni sus tragedias, puede quitar. Aquí dice que Sus solemnidades son gratas; el gozo acompaña las solemnidades y no quita nada de la reverencia y la seriedad. Además, son para los que aman la verdad y la paz.

Las profecías del Milenio deben llenar nuestras vidas de anticipación y anhelos. ¡Son promesas maravillosas! El Señor utilizará Sus ejércitos para atraer a los habitantes del mundo entero a Jerusalén (v.20). Todos tendrán el deseo de agradarle y será para ellos una alegría. Entre las ciudades se llamarán los unos a los otros para ir a buscar a Dios. ¿Puedes sentir la emoción en sus voces, como niños gritando a sus amigos vecinos, para ir a algún espectáculo? “¡Vamos!

¡Yo también iré!” (v.21).

En estos tiempos la mayoría de las veces existe una controversia entre “los muchos” y “los fuertes”, espiritualmente hablando. Quiero decir que “los muchos” van tras las cosas corrientes que les conducen a una debilidad espiritual, mientras que “los fuertes” son los pocos que desean la comida solida de Dios. En el Milenio los fuertes serán muchos y la sociedad, en general, va a querer que lo que pase y lo que haga la población agrade a Dios (v.22). Es difícil para nosotros imaginar tales días, viendo las porquerías que acontecen en los nuestros.

En lugar de alejarse de Dios, como sucede en este siglo, veremos un creciente anhelo de acercarse a Él (v.23). La nación de Israel será la envidia de todas las naciones gentiles, porque será el pueblo que estará más cerca del trono del Mesías. “Acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío”. Diez, simbólicamente, es un número definido por un número indefinido de personas, así como tomar el manto es un gesto de ruego hacia un superior, pidiéndole que comparta sus privilegios. Es una expresión que describe el fuerte deseo de que el judío guíe a los “diez” gentiles a su patria y a la ciudad de Jerusalén. Debido a este gran anhelo, no lo suelta. Si existiera la prensa en aquellos días, los periódicos anunciarán en primera plana: EL DIOS DE ABRAHAM, ISAAC Y JACOB HA VUELTO A SU PUEBLO; SU MESÍAS REINA EN

JERUSALÉN. Las noticias serán esparcidas por toda la tierra, en todas las lenguas. ¿En cuantos años acontecerá la realidad del Milenio? ¿En este siglo? ¿En veinte años? ¿En diez? ¿Siete? No sé, pero nos estamos acercando. ¡Venga Tu reino!



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