Libro de Apocalipsis

Libro de Apocalipsis

Libro del Apocalipsis

 

Un estudio expositivo por Lowell Brueckner

 

CAPÍTULO 6

 

Los cuatro jinetes

Capítulo 6:1-8

 

  1. Vi cuando el Cordero abrió uno de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes que decía, como con voz de trueno:

  2. Miré, y he aquí, un caballo blanco; y el que estaba montado en él tenía un arco; se le dio una corona, y salió conquistando y para

  3. Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía:

  4. Entonces salió otro caballo, rojo; y al que estaba montado en él se le concedió quitar la paz de la tierra y que los hombres se matarán unos a otros; y se le dio una gran

  5. Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: Y miré, y he aquí, un caballo negro; y el que estaba montado en él tenía una balanza en la mano.

  6. Y oí como una voz en medio de los cuatros seres vivientes que decía: Un litro de trigo por un denario, y tres litros de cebada por un denario, y no dañes el aceite y el

  7. Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía:

  8. Y miré, y he aquí, un caballo amarillento; y el que estaba montado en el se llamaba Muerte; y el Hades lo seguía. Y se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con pestilencia y con las fieras de la

 

En el Monte de Olivos, los discípulos preguntaron a Jesús: “Dinos. ¿Cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu venida y de la consumación de este siglo? (Mt.24:3). La geografía tiene significado aquí, porque cuando Jesús vuelva a la tierra, según Zacarías, Él se parará sobre el Monte de los Olivos, desde donde también ascendió al cielo (Zac.14:4; Hch.1:11-12). Jesús, entonces, les dio señales que se correlacionan con los sellos que el Cordero abre, uno por uno. Recuerda que Juan está viendo eventos que tomarán lugar en el futuro. Al hablar con los discípulos, Jesús ya sabía lo que estaba escrito en el rollo, por dentro y por fuera. Él es digno; abrirá los sellos y estará encargado con los eventos de los últimos tiempos que el rollo describe. En nuestro estudio, las profecías de Apocalipsis empezarán ahora.

Acompañando al Cordero están los cuatro seres vivientes, los querubines o, posiblemente, serafines, que rodean el trono. Aprendemos acerca de los querubines, primeramente, en el tercer capítulo de la Biblia. Ellos guardaban el camino del árbol de la vida para que no se acercara el hombre caído (Gé.3:24). En el libro de Éxodo, dos querubines, hechos de oro, están situados sobre el Arca del Pacto (Éx.25:18). Después, Ezequiel, nos da una descripción detallada de los cuatro querubines que están junto al trono de Dios durante todo su libro (Ez.1:3, 2:2, 3:12-15, 23, 8:4, 9;3, capítulo 10, 11:21-24, 43:2-5). Me parece obvio que los seres vivientes tengan algo que ver con los principios del gobierno de Dios que se llevan a cabo en toda Su obra. Uno los puede ver, por ejemplo, en la formación de los cuatro evangelios, con todo lo que tiene que ver con la historia de Cristo en la tierra. Creo que ellos están involucrados en ellos. En Mateo, Él es el Rey de Israel; en Marcos, es el Siervo; en Lucas, es el Hijo del Hombre; y en Juan, es el Hijo de Dios.

Los seres vivientes también están involucrados con los cuatro jinetes, en los primeros cuatro sellos. Otra vez, es para que nos hagamos una idea global de lo que está pasando sobre la tierra. El Cordero se encarga de abrir los sellos que cumplen las profecías de los últimos días. Al abrir los primeros cuatro, uno por uno, los cuatro seres vivientes llaman a cada jinete con voz de trueno… “Ven” (v.1, Ven y mira no está en el original, solamente ven, y la llamada no es a Juan ni a nosotros, sino a los jinetes). Los siete sellos están divididos en dos grupos; uno de cuatro y uno de tres. Ellos presentan las consecuencias de las influencias humanas sobre la tierra, afectando a una cuarta parte de la población del mundo.

El profeta Daniel describe 70 semanas de años, 70 por 7, un total de 490 años sobre su pueblo, los judíos. Todos los capítulos, desde el 6 hasta el 19 del libro de Apocalipsis, tienen que ver con lo que, a menudo, es llamado el periodo de la Tribulación (Dn.9:24-27). Yo prefiero llamarlo, sencillamente, la semana 70 de Daniel, que son los últimos 7 años de un periodo de 490 años. Sin embargo, opino que estas situaciones, presentadas en este capítulo, han empezado muchos años antes de que empiece la semana 70 de Daniel, porque los acontecimientos y sus efectos son muy amplios. Me parece imposible juntar todo en solamente 7 años. Explicaré lo que estoy afirmando mientras pasamos por los sellos de los cuatro jinetes, porque lo que yo pienso no es lo que es comúnmente enseñado.

El jinete montado en el caballo blanco

 

El primer ser viviente tiene un rostro como un león real y vemos su influencia en el Evangelio de Mateo, representando a Jesús como el Rey de los judíos. Cuando el Cordero rompe el sello, este ser viviente llama al jinete montado en el caballo blanco. Un buen amigo mío, de quien aprendí mucho sobre el estudio profético, decía: “Cuando encuentro un libro sobre el Apocalipsis, lo primero que hago es buscar hasta donde el escritor interpreta este jinete. Si le presenta como Cristo, cierro el libro y no leo más”. Pensar que este jinete es un Campeón con una influencia positiva, es incompatible con los demás jinetes. Todos causan caos y desastres. Es absolutamente necesario ver que el primer jinete es culpable de todo el daño que sigue. Es el campeón conquistador.

Estos jinetes no son individuos, sino fuerzas sobre el mundo. Este jinete es un símbolo de un engaño mundial. Es un engañador experto; posee el espíritu del anticristo que al final será el Anticristo mismo. Por eso está sobre un caballo blanco. El apóstol Pablo descubrió, “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Co.11:13-15). Por ello, no nos sorprendemos de este campeón engañador que se montará sobre un caballo blanco y cuyas obras causarán los desastres que le siguen.

Tiene un arco, pero el texto no menciona flechas. Warren Wiersbe dice que el arma del Señor no es un arco, sino “el arma del Señor es una espada. Además, la palabra griega para corona aquí es stefanos, ‘la corona de un victorioso’ y no diadema, ‘la corona de un rey’. El Anticristo jamás llevará la diadema”, sino que su corona es el apoyo público. Es un conquistador, pero no ha conquistado con armas, sino por medio de un engaño “pacífico” y sin derramamiento de sangre. Ten mucho cuidado con el engaño de los últimos días porque, como veremos en Mateo 24, estará desenfrenado.

Volveremos a Mateo 24:4 para recibir más luz de Jesús sobre este jinete. Al describir el fin de los siglos, habló primeramente del engaño: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”. En verdad, describió la primera señal; el engaño. El engaño es la semilla de la que brota toda la maldad. Nota el versículo 8: “Todo esto será principio de dolores”, y (quizás especulo) yo pienso que los dolores de parto empiezan como 150 años antes del nacimiento del periodo de la Tribulación.

En toda la historia de la humanidad, ¿hemos visto tales cosas como las que han pasado durante los siglos XX y XXI? Después de miles de años de historia anterior, en los cuales el hombre trabajaba, cultivaba la tierra, y viajaba a pie o montado sobre un animal, de repente, entró el automóvil, seguido por el avión, y después todos los medios modernos de comunicación que conocemos en este siglo. El “progreso” es tan increíble que ni podemos seguir el ritmo.

A principios del siglo XX, pasó algo que yo creo que tiene mucho significado. En Irlanda fue construido un barco llamado el Titánic. Esta construcción manifestaba una arrogancia excesiva. Quizás hayas escuchado esta reclamación: “¡Ni Dios puede hundir este barco!” Hubo semejantes afirmaciones también, pero la verdad es que Dios sí lo hundió. Creo que este incidente fue indicativo de lo que estaba por venir, un siglo después, presentando las maravillosas invenciones del hombre, incrementando su orgullo y auto-suficiencia.

Dos monstruosos engaños, fundados en el humanismo, fueron concebidos cerca de la mitad del siglo XIX. En 1859, Charles Darwin, escribió El origen de las especies, obra que dio a luz una teoría que ha abrasado al mundo entero, enseñada en la mayoría de las escuelas. Por supuesto, es la Teoría de la Evolución, un intento satánico de anular la creación, e incluso, más audazmente, al Creador.

La psicología moderna, como un estudio independiente de la filosofía, comenzó una década más tarde, cerca de 1870, y desarrolló una sofisticada “ciencia”, por medio de Sigmund Freud, para tratar padecimientos de la mente humana. El significado literal de la palabra griega debe convencer al cristiano de su escondida malignidad. Se compone de dos palabras, psiche (alma) y logia (estudio), siendo así la ciencia del alma. Es el intento humano de tratar los problemas espirituales independientemente de Dios y Su Palabra, la Biblia. Para nada sigue los patrones de la ciencia, sino que juega con teorías, imposibles de comprobar, sobre el comportamiento humano. Del mundo psicológico salió una enseñanza que es prominente hoy en día y que ha invadido la iglesia. Es el amor a uno mismo, cuyas ramas son la alta auto-estima y la alta auto-imagen. Ha hecho un daño incalculable al espíritu del hombre. ¡Yo creo que el primer sello ya está abierto!

El jinete montado en el caballo rojo

 

El segundo ser viviente tiene el rostro de un buey joven (que es una mejor traducción que becerro) y llama al segundo jinete, cuando el Cordero abre el sello. El propósito para la vida de un buey es servir en el campo, pero bíblicamente, su propósito más importante es ser ofrecido en sacrificio. La característica de un buey simboliza el Evangelio de Marcos, que empieza con el ministerio de Cristo, ignorando totalmente su genealogía, a María y a José, Su nacimiento y Su juventud. Empieza precisamente con Su bautismo y la tentación en el desierto, pero después de solamente 13 versículos del primer capítulo, se enfoca en Su ministerio. Demuestra la vida del Mesías como un siervo, sanando a los enfermos, librando al cautivo, y enseñando a multitudes. Termina con Su mayor servicio; como nuestro substituto en una sangrienta y cruenta cruz.

El ser viviente introduce al jinete con sus malas obras y el peor fruto del engaño, que es la guerra. El primer jinete fue pacífico, sin embargo, el resultado de su engaño quitará la paz del mundo. El caballo es rojo fuerte o bermejo, y simboliza la guerra.

Volviendo a Mateo 24, la segunda señal que Jesús nos da de los últimos tiempos es la guerra: “Habréis de oír de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado! No os alarméis, porque es necesario que todo esto suceda; pero todavía no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino (vs. 6-7). Al decir que todavía no es el fin, me hace pensar que empieza antes de la Semana 70 de Daniel. El versículo 6 suena como una serie de múltiples guerras y temerosas amenazas, pero el versículo 7 describe otro tipo de guerra. Parece que Jesús habla de conflictos en los que se involucrarán una nación tras otra.

Siempre ha habido guerras, desde que el hombre caído ha reinado sobre la tierra, sin embargo, vamos a mencionar un fenómeno sucedido a principios del siglo XX, que jamás había pasado en la historia de la humanidad. Empezó el 27 de junio de 1914, y la llamamos La Primera Guerra Mundial, porque fue la primera y no había habido otra semejante que afectara a todo el mundo. Después, en el mes septiembre de 1939, aconteció otra guerra en la que una nación tras otra se alió con un bando u otro. Por supuesto, esta fue La Segunda Guerra Mundial, la segunda jamás ocurrida. ¡Yo creo que el segundo sello ya fue abierto!

El jinete montado sobre el caballo negro

 

El tercer sello se abre y el ser viviente, con un rostro como el hombre, llama el tercer jinete, que está montado sobre un caballo negro. Este ser viviente se enfoca en la humanidad, tanto en su bienestar como en su infortunio. El evangelio de Lucas presentó la humanidad de Jesucristo, es por eso que, la genealogía del Señor que nos presenta, fue la de María, mientras que la de Mateo fue la de José, como el guardián legal de Jesús. José fue del linaje de los reyes de Israel y de Judá. Por parte de su esposa, Maria, y su suegro, la genealogía que nos presenta después de David perdió su sangre real, representando a gente mucho más común.

Lucas, que era médico, fue el único escritor del Nuevo Testamento que no era judío. Él vio las cosas más como un gentil y, como el mundo fuera del círculo de los judíos también afectó el desarrollo de los eventos que tenían que ver con el evangelio, menciona al cesar, Augusto, el gobernador romano, Cirenio, de Siria (Lc.2:2, su nombre completo fue Publius Sulpicius Quirinus), como también a Pilato, el gobernador romano en Jerusalén.

Lucas presenta los beneficios del evangelio para la humanidad desde el nacimiento de Jesús, citando las palabras del ángel anunciador: “Os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo en la tierra paz entre los hombres (Lc.2:10, 14). Incluso escribe un evento de la adolescencia de Jesús. Pudiéramos mencionar más, pero quizás el lector ya verá que Lucas enfatiza especialmente cosas de interés humano.

En los tiempos oscuros y peligrosos de los últimos días, este mismo ser viviente está involucrado con el sufrimiento humano. El resultado de un engaño profundo y vil fue la guerra, cuyas consecuencias fueron el temor, la calamidad y la hambruna. El jinete monta sobre un caballo negro y es un mensajero de malas noticias. Lleva una balanza que simboliza la escasez. Una pequeña medida de trigo es pesada cuidadosamente y vendida por el salario de un día. La cebada tiene menos valor, sin embargo, también demanda un alto precio, requiriendo un día completo de trabajo solamente para poner un poco de alimento sobre la mesa. Una voz del cielo nos informa de días de desesperación y hambre.

Por otro lado, ¡la gente próspera está disfrutando de aceite y vino! Es una historia de fiesta y hambruna que ocurre al mismo tiempo; un contraste entre la pobreza y la abundancia. También es la historia del mundo en nuestros tiempos. Mientras el mundo occidental goza de gran prosperidad, hay países que padecen terribles hambrunas. Nosotros sabemos lo que es tener bastante, pero, ¿sabes que las peores hambrunas de toda la historia tomaron lugar en el siglo XX? En India y África la miserable pobreza continúa.

El mismo Cordero que abre el sello habló a sus discípulos sobre este asunto hace veinte siglos, en el mismo orden que vemos que ocurren en Apocalipsis. “En diferentes lugares habrá hambre y terremotos” (Mt.24:7). Otras calamidades ocurrirán en ese tiempo, como plagas, pestilencia y enfermedades que no se habían conocido antes. Al mismo tiempo, cuando pasen sufrimientos causados, principalmente, por los hombres, habrá desastres naturales, como terremotos, huracanes y nevadas. ¿Has escuchado cómo los reporteros, una y otra vez mencionan los peores terremotos, tornados, huracanes, nevadas, incendios, o inundaciones, que ha habido en los últimos 50 o 100 años, causando más daños y siendo más frecuentes? Me acuerdo bien del tsunami de Sumatra, Indonesia, en 2004, ocurrido durante fechas vacacionales, que afectó a gente de todo el mundo. Oí a un reportero decir: “¡Este es el peor desastre mundial desde los días de Noé!” He estado mirando documentales de animales, reptiles e insectos peligrosos, y me sorprendo del número de fatalidades causados por ellos. ¡Yo creo que el tercer sello está abierto!

El jinete montado en el caballo amarillento

 

Después, el Cordero abre el cuarto sello y el cuarto ser viviente, con rostro como de un águila, llama al cuarto y último jinete. Este se monta sobre un caballo amarillento. Un sello dirige al siguiente y, como se han abierto en una secuencia, los eventos también suceden secuencialmente. Cada uno es el resultado del anterior. Este caballo y su jinete representan la muerte, siendo éste el resultado de las guerras, las hambrunas, las catástrofes y las tragedias causadas por el hombre, como también los desastres naturales. Ten siempre presente que lo único que ha ocasionado tanto sufrimiento sobre el mundo ha sido un engaño universal. No hay nada más peligroso que el engaño.

Hay un destino que es peor que la muerte. Otra plaga de nuestros tiempos es el suicidio, que siempre resulta del engaño. Si la gente pudiera imaginar lo que hay al otro lado del cementerio, nunca daría lugar a tales tendencias. Ningún sufrimiento presente, dolor de corazón, depresión, o cualquier otra forma de desesperación, pueden compararse al Hades, que simplemente significa el infierno. Un momento en el infierno es peor que años de sufrimiento sobre la tierra. Es la maldición sobre todas las maldiciones. El infierno es inmediato a la muerte, para los que mueren sin Cristo. Como cristianos, necesitamos estar muy despiertos a las realidades del infierno, para poder avisar fielmente a los que no están conscientes del peligro mientras pasan sus años sobre la tierra.

Los sellos causarán la muerte a una cuarta parte de los habitantes de la tierra. Si pudiéramos tener estadísticas que demostraran los fatales incidentes que han ocurrido como resultado directo de los desastres que hemos mencionado (y también estamos contando con los que seguirán ocurriendo al entrar en la Semana 70 de Daniel), podríamos estar seguros de que nos dirían que el 25% de la población del mundo, al final, será eliminada. Nadie puede calcular estas estadísticas, pero Dios, en el cielo, está tomando todo en cuenta, y Su palabra nos dice que afectará al 25% de la población. Yo creo que el jinete montado sobre el caballo amarillento galopa entre nosotros. ¡Creo que el cuarto sello ya está abierto!

Los últimos tres sellos

Capítulo 6:9:17

 

  1. Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían mantenido;

  2. y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, oh Señor santo y verdadero, esperarás para juzgar y vengar nuestra sangre de los que moran en la tierra?

  3. Y se les dio a cada uno una vestidura blanca; y se les dijo que descansaran un poco más de tiempo, hasta que se completara también el número de sus consiervos y de sus hermanos que habrían de ser muertos como ellos lo habían

  4. Vi cuando el Cordero abrió el sexto sello, y hubo un gran terremoto, y el sol se puso negro como cilicio hecho de cerda, y toda la luna se volvió como sangre,

  5. y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como la higuera deja caer sus higos verdes al ser sacudida por un fuerte

  6. Y el cielo desapareció como un pergamino que se enrolla, y todo monte e isla fueron removidos de su

  7. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los comandantes, los ricos, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;

  8. y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros y escondednos de la presencia del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero,

  9. porque ha llegado el gran día de la ira de ellos, ¿y quién podrá sostenerse?

 

El quinto sello: Martirio del último tiempo

 

Ahora hemos llegado a la segunda parte de los sellos, que contiene los últimos tres. Aquí, ya no se mencionan los cuatro seres vivientes. En su lugar, cuando se abre el quinto sello, quienes hablan bajo el altar en el cielo, son las almas de los mártires. Interpretaremos esto de forma literal, entendiendo que hay almas conscientes delante del trono de Dios, bajo el altar. Supongo que pertenecen a las personas martirizadas desde el tiempo de los apóstoles y hasta los últimos tiempos (v.9).

Las imágenes del libro de Levítico son extremamente importantes para poder entender aquí el significado de las almas bajo el altar, en el cielo, el sacrificio de Cristo y nuestra salvación: “Porque la vida de la carne está en la sangre, y yo os la he dado sobre el altar para hacer expiación por vuestras almas; porque es la sangre, por razón de la vida, la que hace expiación” (Lv.17:11). Por la vida que hay en la santísima sangre de Cristo sobre el altar, y sólo por ella, las almas pueden estar en el cielo bajo el altar, cubiertas por la sangre. Pablo entendió que la libación de vino ofrecida, junto con el sacrificio, representaba su futuro martirio (Nú.15:5; 28:7,14): “Porque yo ya estoy para ser derramado como una ofrenda de libación, y el tiempo de mi partida ha llegado” (2 T.4:6). Pablo ya estaba sentenciado a pena de muerte, pero él, confiando en la sangre del Cordero, ofreció voluntariamente su sangre para la gloria de Cristo. El significado de partida aquí, es como un barco que se ha soltado del muelle; el alma de Pablo navegará en la eternidad.

Las almas clamaban a gran voz pidiendo justicia y venganza. ¡En el cielo existe un fuerte clamor de justicia y venganza! (v.10). Los cristianos, especialmente en estos tiempos, tienden a desarrollar conceptos extra bíblicos acerca de la ira, la justicia y la venganza. Tenemos que analizar muy seriamente nuestras conclusiones y conceptos, ya que esconden una percepción incorrecta acerca de la naturaleza de Dios. El soberano Señor del universo es un Dios justo; los mártires usan los términos santo y verdadero, y porque Él es santo y verdadero, Él tiene que juzgar y vengarse o castigar. La justicia y la venganza son totalmente compatibles con la santidad y la fidelidad.

No es dado a los cristianos el vengarse por su propia cuenta. Pablo instruye: “Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Ro.12:19). La venganza pertenece sólo a Dios y ahora veremos cómo le describe el profeta Nahúm: “Dios celoso y vengador es el Señor; vengador es el Señor e irascible, el Señor se venga de sus adversarios, y guarda rencor a sus enemigos” (Nah.1:2).

Hay muchos versículos semejantes en el Antiguo Testamento. Recuerda que Dios es inmudable y estos términos mantienen la misma severidad en el Nuevo Testamento: “Es justo delante de Dios retribuir con aflicción a los que os afligen, y daros alivio a vosotros que sois afligidos, y también a nosotros cuando el Señor Jesús sea revelado desde el cielo con sus poderosos ángeles en llama de fuego, dando retribución a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús. Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tes.1:6-9).

No hay nada incorrecto ni malo en el hecho de que las almas clamen a Dios por justicia y venganza. Hay algo intrínseco en la naturaleza humana que reclama y espera que se haga justicia. La sociedad sufre cuando los malhechores no son castigados, y la misericordia no puede tomar lugar ignorando la justicia. Por eso, la cruz es vital para el cristiano. Cristo derramó Su sangre para satisfacer la justicia de Dios, para que Dios pudiera mostrar Su misericordia a aquellos que confían en Su castigo, tomando el lugar del suyo. Sin embargo, recuerda una cosa: Las almas claman por venganza en el cielo y no en la tierra. En este mundo, el testimonio cristiano siempre tiene que ser el amor hacia los enemigos: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber” (Ro.12:20).

Las almas vestidas en el cielo son visibles a los ojos de Juan. Él las está mirando mientras reciben sus vestiduras. En el cielo hay descanso para el alma cansada, continuamente abrumada en este mundo. La tierra es un ambiente hostil para el alma renacida y solamente hallará completa paz al llegar a su patria. Aquí sigue el testimonio de Lot, que vivía en Sodoma: “Rescató al justo Lot, abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos (porque ese justo, por lo que veía y oía mientras vivía entre ellos, diariamente sentía su alma justa atormentada por sus hechos inicuos)” (2 P.2:7-8).

El martirio es una señal de los últimos tiempos y, mientras nos vayamos aproximando a los tiempos malignos de la Semana 70 de Daniel, podemos esperar una persecución que irá en aumento. Pablo habla de ello a Timoteo y utiliza una palabra griega que se define como difícil, es decir, peligroso, o (según la implicación) furioso; el diccionario griego utiliza el sinónimo… feroz. La causa que produce tal situación es un pueblo que tiene, entre otras muchas características, el ser “amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos sin amor, implacables salvajes… traidores” (2 T.3:2-4).

Hace muchos años leí un libro de 379 páginas, llamado “Por su sangre”, de James y Marti Hefley. ¡Es sorprendente ver lo que sus autores declararon! Dijeron que había más gente que había dado sus vidas por Cristo en este siglo que en cualquier otro periodo de la historia. El libro trata sobre los martirios del siglo XX.

Hablaba del Levantamiento de los bóxeres en China, cerca de principios de siglo. En un año, solamente en 1900, 189 misioneros protestantes y 500 cristianos protestantes nativos fueron asesinados. En Camboya, el 90% de los cristianos fueron martirizados por el Khmer Rouge. Muchos más murieron a manos de los comunistas en otros países. Mientras vivimos en Méjico, muchos cristianos fueron perseguidos y asesinados entre 1964 y 1979. En una ocasión, pude hablar con una familia cristiana en Orissa, India, que se había escondido en la jungla durante la persecución de 2008. Ellos hablaban de muchos cristianos asesinados por multitudes de hindis extremistas. La persecución continúa todavía, especialmente en los países musulmanes, en África y Asia.

El quinto sello tiene que ver con el martirio que todavía está ocurriendo ahora, y las almas en el cielo están esperando “hasta que se complete también el número de sus consiervos y de sus hermanos que habrán de ser muertos como ellos lo habían sido” (v.11). Si vamos a Mateo 24, encontraremos a Jesús hablando sobre el martirio en el mismo orden que está en Apocalipsis: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre” (Mt.24:9).

El sexto sello: un gran terremoto

 

Al abrir el sexto sello se produce un cataclismo que parece alterar el estado de todo este planeta. Es causado por uno de los tres terremotos más grandes descritos en el libro de Apocalipsis (vs.12; 11:13; 16:18-19). El escritor de Hebreos informa: “Él ha prometido, diciendo: Aún una vez más, Yo haré temblar, no solo la tierra, sino también el cielo” (He.12:26). Solamente una vez, en toda la historia de la tierra, ha ocurrido un cambio físico semejante al que vamos a estudiar.

Me estoy refiriendo al tiempo de Noé, cuando Dios hizo llover sobre la tierra por primera vez. A partir de ese momento el sufrimiento en este planeta adquirió nuevas dimensiones: “Se rompieron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas del cielo fueron abiertas. Y cayó la lluvia sobre la tierra por cuarenta días y cuarenta noches” (Gé.7:11-12). Todas las montañas quedaron cubiertas por el agua. La población humana fue reducida a ocho personas y cada especie de animal, ave e insecto, fue reducida a un par, macho y hembra, excepto los animales y aves limpios, de los cuales hubo siete de cada uno de ellos.

Sin embargo, recuerda siempre que aún los juicios de Dios tienen un propósito positivo que, al final, se cambiarán en el cumplimiento de Sus bendiciones eternas. Si no fuera por el horror de la cruz no existiría una resurrección ni vida eterna provista para el que desea (Ap.22:17). Cuando el Creador/Hombre entregó Su espíritu, hubo un terremoto; el sol se oscureció y las rocas se partieron. Después del diluvio, y por primera vez, apareció un arco iris en el cielo con la promesa de que Dios jamás mandaría otra inundación mundial de esas características.

Cuando estudiamos acerca del Milenio, vemos un estado peculiar en las condiciones meteorológicas; menos luz del sol y de la luna. Ya me he referido a este versículo en un capítulo anterior: “Entonces la luna se abochornará y el sol se avergonzará porque el Señor de los ejércitos reinará en el monte Sion y en Jerusalén (Is.24:23). Quizás sean estos horrendos terremotos los que provean a la tierra las condiciones milenarias. Así como después del diluvio la duración de la vida se redujo, quizás las condiciones que halla después del terremoto hagan que se incrementen los años de la vida humana.

Joel profetizó: “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y terrible” (Joel 2:31). No es el propósito de la Biblia hablar de acuerdo a la ciencia, sino que habla al hombre común desde el punto de vista terrenal, tal y como él lo puede observar. Las estrellas pueden ser cuerpos celestiales, grandes y pequeños, según la definición bíblica. De pequeños hablábamos de “estrellas fugaces”, aunque más tarde aprendimos que, en verdad, eran meteoritos que caían ardiendo al entrar en la atmósfera de la tierra. Así, el versículo 13, nos habla de una lluvia de meteoritos como el mundo jamás ha visto. Quizás sea su gran tamaño y el poder de su impacto sobre la tierra lo que causará la alteración de las condiciones físicas de la tierra.

Para entender la metáfora: “Como la higuera deja caer sus higos verdes al ser sacudida por un fuerte viento”, tenemos que ir a Oriente Medio para obtener su significado. La metáfora tipifica la realidad de las “estrellas fugaces”. Aparentemente, los higos pueden formarse y quedar en el árbol durante los meses de invierno, sin madurar, pero, al soplar los vientos de la primavera, caen al suelo con mucha facilidad. Aunque algunos comentaristas intentan espiritualizar esta espantosa ocurrencia,

John Wesley vio el terremoto de Apocalipsis 16:18 literalmente: “Un gran terremoto, como jamás ha sido observado sobre el mundo – por hablar así, tiene que ser un terremoto literal, no figurativo”.

 

El cielo, como lo conocemos ahora, no será visto más así, desde un punto de vista terrenal. El drástico deslizamiento de las placas tectónicas de la tierra causará un terremoto desconocido en la historia; las montañas caerán y las islas se moverán de su actual posición de latitud y longitud (v.14). Sólo podré comentar hasta aquí, porque la escena descrita me deja perplejo. Lo que sí sé es que, el Creador omnipotente, como aprendo de Él en Isaías 40, lo hará fácilmente, e incluso, todavía dejará suficiente orden físico como para que los hombres continúen existiendo.

Los últimos tres versículos nos relatan la reacción de la población cuando el cielo y la tierra sean estremecidos. Especialmente, enfatiza a los políticos y militares, a los altos y poderosos, a los que poseen propiedades y riquezas, y a todas las personas influyentes de la sociedad. El propósito del pasaje es demostrar que nadie podrá escapar del desastre ni del temor que traerá. El esclavo también es mencionado, porque él depende del estado y la seguridad dados bajo su amo (v.15).

Todos están apresurándose, buscando donde esconderse. ¿De qué están escapando? No están huyendo de la muerte u otros daños causados por las catástrofes. De hecho, invitan a la muerte a alcanzarles, rogando a los montes y a las peñas que caigan sobre ellos. Cuando llegue el fin de la época en la que vivimos, no estarán corriendo de algo, sino de Alguien… ¡Alguien más temible que la muerte! Escucha su petición: “Caed sobre nosotros y escondednos de la presencia del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero, porque ha llegado el gran día de la ira de ellos, ¿y quién podrá sostenerse?” (vs.16-17)

Algunos dicen que no hay ateos entre los soldados en el campo de batalla. Sin embargo, esta demostración supera la ferocidad de cualquier frente de batalla. La realidad de Dios será tan evidente que no quedará ninguna persona ajena e insensible a ella. El ateísmo será borrado de la tierra y la única religión que los hombres reconocerán será el cristianismo. Despertarán a la verdad de un Dios viviente y esa convicción dominará absolutamente sus almas.

Otra convicción que les superará es Su atributo de ira; no habrá escape para ellos. Verán que son el objetivo de la ira divina y que Su juicio está estremeciendo el cielo y la tierra. El concepto de un Dios tolerante, irresoluto, permisivo y sumiso no existirá más sobre este planeta.

Permitamos que Warren Wiersbe nos explique la naturaleza del Gobernante entronado y del Cordero que fue inmolado: “La frase, ‘ira del Cordero’, nos parece una paradoja. ‘Ira del león’ sería más congruente. Estamos tan acostumbrados a enfatizar la mansedumbre y benignidad de Cristo (Mt.11:28- 30) que nos olvidamos de Su santidad y justicia. El mismo Cristo que dio la bienvenida a los niños, también expulsó a los mercaderes del templo. La ira de Dios no es como la rabieta de un niño, ni como el castigo infligido de un padre impaciente. La ira de Dios es la evidencia de Su amor santo por todo lo que es correcto y Su aborrecimiento santo hacia todo lo que es malo. Solamente una persona blanda y sentimental quisiera adorar a un Dios que no trate justamente con la maldad en el mundo”. Esto es muy cierto, Sr. Wiersbe, ¡pero el mundo hoy en día está repleto de ellos y, desgraciadamente, muchos tras los púlpitos de las iglesias!

El séptimo sello: el silencio

 

Tendremos que esperar hasta el capítulo 8 para observar al Cordero abrir el séptimo sello, aunque vamos a citar y ver brevemente el versículo: “Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo como por media hora” (8:1). Supongo que podemos concluir que tras el séptimo sello hay un silencio celestial. Este no es menos asombroso que todas las actividades, escenas y sonidos del salón del trono. De repente, los truenos, las tempestades, las voces, la alabanza y la adoración cesan; a cambio, ¡un silencio temible y sobrenatural!

Será algo semejante a lo que sucede cuando los aviones entran en una turbulencia tremenda, pero, sin embargo, al llegar al “ojo” del huracán, experimentan una calma total, aunque no por mucho tiempo. De repente, el avión entra de nuevo en la turbulencia. Juan calcula cómo pasa el tiempo en su visión. Significa que no representa un periodo exacto, sino solamente una pausa con ansiosa expectación en la agenda del cielo. El libro, antes sellado, ahora está completamente abierto. ¿Qué es lo que seguirá? Los espectadores no están distraídos, sino totalmente atentos. Todos perciben que los juicios seguirán. Volveremos pronto a esta escena después de estudiar el capítulo 7.



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