06 Jul Libro del Profeta Daniel
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in Estudio de Daniel
Libro del Profeta Daniel
Un estudio expositivo por Lowell Brueckner
Capítulo 5
La última noche para Belsasar
Capítulo 5:1-31
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El rey Belsasar dio un gran banquete a mil de sus nobles, y en presencia de los mil se puso a beber vino.
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Mientras saboreaba el vino, Belsasar ordenó traer los vasos de oro y plata que Nabucodonosor su padre había sacado del templo que estaba en Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y sus concubinas.
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Entonces trajeron los vasos de oro que habían sido sacados del templo, la casa de Dios que
estaba en Jerusalén, y el rey y sus nobles, sus mujeres y sus concubinas bebieron en ellos.
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Bebieron vino y alabaron a los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y
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De pronto aparecieron los dedos de una mano humana y comenzaron a escribir frente al candelabro sobre lo encalado de la pared del palacio del rey, y el rey vio el dorso de la mano que escribía.
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y sus rodillas comenzaron a chocar una contra
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El rey gritó fuertemente que trajeran a los encantadores, a los caldeos y a los adivinos. El rey habló, y dijo a los sabios de Babilonia: Cualquiera que pueda leer esta inscripción y declararme su interpretación, será vestido de púrpura, llevará un collar de oro al cuello y tendrá autoridad como tercero en el reino.
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Entonces entraron todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la inscripción ni dar a conocer al rey su interpretación.
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Y el rey Belsasar se turbó en gran manera, su rostro palideció aún más; también sus nobles quedaron perplejos.
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La reina, al enterarse de las palabras del rey y de sus nobles, entró en la sala del banquete y tomando la palabra, dijo: ¡Oh rey, vive para siempre! No te turben tus pensamientos ni se mude tu semblante.
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Hay un hombre en tu reino en quien está el espíritu de los dioses santos; y en los días de tu padre se halló en él luz, inteligencia y sabiduría como la sabiduría de los Y tu padre, el rey Nabucodonosor, tu padre el rey, lo nombró jefe de los magos, encantadores, caldeos y adivinos,
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debido a que se halló un espíritu extraordinario, conocimiento e inteligencia, interpretación de sueños, explicación de enigmas y solución de problemas difíciles en este hombre, Daniel, a quien el rey llamaba Beltsasar. Llámese, pues ahora, a Daniel, y él declarará la interpretación.
De todos los relatos de la historia que tenemos a nuestra disposición, ningunos son tan auténticos como los de los historiadores de Dios. Así debe ser porque, para este propósito, Dios les ha levantado en los lugares más estratégicos. Hay un buen número de personas que han escrito acerca de la historia babilónica y sus reyes. Sin embargo, todos ellos escribieron desde una distancia, de tiempo y lugar, mientras que Daniel observaba y era testigo presencial de todo desde el mismo palacio de los emperadores en la ciudad de Babilonia. Nadie veía lo que ocurría con más claridad y detalle que él. Aun así, el mundo, en su rebelión contra todo lo que tiene que ver con Dios, se inclina a dar más crédito a los escritores seculares, y critican a Daniel.
No hay una vida más históricamente comprobada que la de Jesucristo, escrita en cuatro Evangelios por testigos presenciales o personas muy cercanamente asociadas a ellos. Concluimos que la Biblia es la autoridad histórica más fiel que se encuentra. Constantemente, con el paso del tiempo, se descubren más evidencias que comprueban su autenticidad. Nosotros, los creyentes, la reconocemos como inerrante y solamente es criticada por hombres incrédulos y rebeldes. Este hecho, en sí mismo, comprueba la evaluación bíblica de que “todo el mundo yace bajo el poder del maligno” (1 Jn. 5:19).
En este capítulo, Daniel escribió sobre la última noche de reinado babilónico y narró la historia de lo que ocurrió en sus horas finales desde adentro. Habían pasado alrededor de veinte años desde la muerte de Nabucodonosor y, un descendiente suyo, Belsasar, un hombre especialmente maligno, ascendió al trono (fíjate en Jer.27:6-7). Cuando se aproximaba el ejército enemigo de los medas y los persas, que finalmente asediaron Babilonia, Belsasar se encerró dentro la ciudad. ¿Qué hizo? Confiando en las fortificaciones de la ciudad y las abundantes provisiones almacenadas, proclamó una fiesta, a la que asistieron unos mil nobles. Probablemente estaba celebrando una fiesta religiosa, pero también es probable que quisiera animar a los líderes babilónicos que se estaban dando cuenta de que el enemigo estaba muy cerca.
Aparentemente, habían bebido demasiado. En el primer capítulo, mencioné que Daniel vio como importante el hecho de que Nabucodonosor tomara tesoros del templo de Jerusalén y los colocara en la casa de su dios. Yo creo que Daniel lo vio como algo más que un intento de aumentar la fortuna personal del rey o su nación, sino como un acto de adoración idólatra.
Para desafiar al enemigo y el beneficio de sus príncipes, Belsasar hizo la celebración, pero tomó otro paso más allá al desafiar al Dios vivo de Israel. Alentado por el vino, Belsasar hizo algo que sus predecesores jamás osaron hacer, y que él mismo no hubiera hecho de haber estado en su buen juicio. Nadie se había atrevido a utilizar los vasos sagrados, dedicados a la divinidad. Obviamente, espíritus malos le dirigieron a escoger “los vasos de oro que habían sido sacados del templo, la casa de Dios que estaba en Jerusalén”. Después, dirigió a la asamblea en la alabanza de “los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra”, y así ofendió al Señor de señores en gran manera.
Al cometer este acto, como pasó con Nabucodonosor, se colmó la copa de la ira del Dios Omnipotente hacia Belsasar y toda Babilonia. Manos babilónicas habían robado los tesoros del Señor y, ahora, sus manos los estaban profanando. Inmediatamente, el Dios airado de Israel, se levantó al desafío. Sus dedos, como los de una mano humana, aparecieron y escribieron sobre la pared del palacio, siendo alumbrados por el candelabro. ¿Habría sido traído el candelabro del templo junto con las copas? En cualquier caso, Dios quiso que los dedos fueran claramente visibles al rey.
Como el rostro de Nabucodonosor fue mudado ante el horno ardiente, ahora, en un instante, el jubiloso humor de Belsasar se convirtió en terror. Sus piernas se debilitaron y sus rodillas, literalmente, chocaron una contra la otra. La maldición de la historia se repite cuando sus lecciones no son aprendidas y, Belsasar, como hizo su abuelo por dos veces, pidió a gritos que trajeran a los sabios religiosos, y les prometió ricos galardones si le daban la interpretación correcta.
Todos ellos entraron en palacio, observaron lo escrito y no pudieron satisfacer al rey. Pienso también, como en el caso del sueño de Nabucodonosor, que no solo les faltó la capacidad, sino también la disposición. Lo que tenían que interpretar era un mensaje de muerte… los hombres no pueden ver lo que no quieren ver. Belsasar estuvo de fiesta ante un inminente desastre y los hombres más sabios de su reino no pudieron informarle de ello. La mayor parte de la ignorancia es voluntaria; la gente prefiere dormir con engañosos sueños. Éste es un principio espiritual y es muy cierto hasta el día de hoy.
La ira de Nabucodonosor se intensificó ante los tres hebreos, quienes le desobedecieron, y ahora el temor de Belsasar se había intensificado. Los nobles estaban alarmados y confundidos. Entonces, entró la “reina madre”, posiblemente una esposa o hija de Nabucodonosor, quien le vio sufrir los dolores de su locura por siete años, y después recobrar todo su sentido. Ella conocía a Daniel y sabía que él podía descifrar el enigma escrito en la pared.
Sin embargo, este rey no había recibido la luz espiritual del rey anterior, sobre el incomparable Dios de Daniel. Los parientes y familiares no pueden participar en las cosas espirituales, a menos que les sea dada la luz por el Espíritu Santo. En su percepción idólatra, ella habló de Daniel como “en quien está el espíritu de los dioses santos… se halló en él luz, inteligencia y sabiduría como la sabiduría de los dioses”. El hecho de que se refiera a Nabucodonosor como el padre de Belsasar, no es algo raro. Diferente al español, en términos orientales, padre muchas veces significa antepasado, especialmente en cuanto a un antepasado altamente honrado. Lo vemos en las genealogías bíblicas.
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Entonces Daniel fue traído ante el rey. El rey habló y dijo a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los deportados de Judá, que el rey mi padre trajo de Judá?
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He oído de ti que el espíritu de los dioses está en ti, y que luz, inteligencia y extraordinaria sabiduría se hallan en ti.
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Ahora mismo los sabios y encantadores fueron traídos delante de mí para que leyeran esta inscripción y me dieran a conocer su interpretación, pero no pudieron declarar la interpretación del escrito.
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Mas yo he oído decir de ti que puedes dar interpretaciones y resolver problemas difíciles. Ahora, si puedes leer la inscripción y darme a conocer su interpretación, serás vestido de púrpura y llevarás un collar de oro al cuello, y tendrás autoridad como tercero en el reino.
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Entonces Daniel respondió, y dijo delante del rey: Sean para ti tus regalos y da tus recompensas a otro. Yo leeré, sin embargo, la inscripción al rey y le daré a conocer su interpretación.
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Oh rey, el Dios Altísimo concedió a tu padre Nabucodonosor soberanía, grandeza, gloria y
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Y a causa de la grandeza que El le concedió, todos los pueblos, naciones y lenguas temían y temblaban delante de él; a quien quería, mataba, y a quien quería, dejaba con vida; exaltaba a quien quería, y a quien quería humillaba.
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Pero cuando su corazón se enalteció y su espíritu se endureció en su arrogancia, fue depuesto de su trono real y su gloria le fue quitada.
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Y fue echado de entre los hombres, su corazón se hizo semejante al de las bestias y con los asnos monteses tuvo su morada. Se le dio a comer hierba como al ganado y su cuerpo se empapó con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo domina sobre el reino de los hombres y que pone sobre él a quien le place.
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Mas tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón aunque sabías todo esto,
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sino que te has ensalzado contra el Señor del cielo; y han traído delante de ti los vasos de su templo, y tú y tus nobles, tus mujeres y tus concubinas, habéis estado bebiendo vino en ellos y habéis alabado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni entienden; pero al Dios que tiene en su mano tu propio aliento y es dueño de todos tus caminos, no has glorificado.
Aunque la reina mencionara el nombre babilónico de Daniel, también mencionó dos veces su nombre hebreo. Aunque no estaba consciente de ello, fue muy apropiado hacerlo, porque Daniel, “Dios es Juez”, era la persona que iba a proclamar el juicio de Dios ante la asamblea y toda la ciudad.
Belsasar no reconoció la posición dada a Daniel por su abuelo, sino que, sencillamente, le vio como un cautivo por él y deportado a Babilonia. “He oído de ti que el espíritu de los dioses está en ti, y que luz, inteligencia y extraordinaria sabiduría se hallan en ti”. Muy bien, Belsasar, él y sus extraordinarios dones no han sido reconocidos por ti, y ha sido ignorado y guardado fuera de tu palacio y gobierno. Bien, no esperamos mucho de un rey pagano, pero estoy profundamente desilusionado por la falta de discernimiento e insensibilidad de algunos cristianos que muchas veces pierden lo mejor que Dios ha preparado para ellos. Pasan por alto a los que Él ha puesto al alcance de su iglesia. Normalmente, esto se debe al orgullo y a la auto-suficiencia… “Porque dices: ‘Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad’; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo” (Ap.3:17).
Juan vio lo mismo en su día. Imagina al apóstol rechazado por una iglesia… “Diótrefes… no acepta lo que decimos, él mismo no recibe a los hermanos, se lo prohíbe a los que quieren hacerlo y los expulsa de la iglesia” (3 Jn.9-10). Recuerdo, al haber leído el relato de Corrie Ten Boom, de sus primeros años en América, que después de haber sido milagrosamente librada de un campo de concentración nazi, no recibió ninguna invitación para dar su testimonio. Si recuerdo bien, tuvo que estar albergada por la Asociación Cristiana de Mujeres Jóvenes. Acabo de terminar de leer la biografía de un hombre búlgaro que ahora tiene más de 80 años. Le conocí hace un par de años. Pasó tiempo en una prisión comunista. Tiene ricas experiencias que contar de las cosas que aprendió durante su tiempo de sufrimiento. Me pregunto, ¿cuantos creyentes más jóvenes y de menos experiencia aprenden de su vida y enseñanza? Apenas, hoy por la tarde, estuvimos escuchando a un maravilloso expositor de la Biblia, un pastor jubilado, que hubiera sido muy útil para un grupo de jóvenes cristianos que están establecidos en el mismo territorio, pero demasiado ocupados haciendo funcionar su propio programa.
En lugar de llamar primero a Daniel, Belsasar fue al mismo pozo vacío del cual Nabucodonosor había intentado sacar agua otras dos veces. Esta era la tercera vez que los “sabios” de Babilonia habían fracasado ante una fortísima crisis. No había quien interpretara el escrito, daba igual su poder espiritual, porque la respuesta estaba en el Dios de Judá. Él fue quien dio el mensaje y solamente Él podía dar la interpretación. Finalmente, los ojos del rey y los príncipes de Babilonia se fijaron en Él.
Se acabó la fiesta. Había comenzado el juicio de Dios y el culpable iba a recibir la justa sentencia por sus pecados. Belsasar prometió lo mejor que podía ofrecer a Daniel, pero a él eso no le interesaba. “Sean para ti tus regalos y da tus recompensas a otro”. Él sabía lo que iba a ocurrir esa misma noche, en una cuestión de horas.
Ya es tiempo de preguntarnos ¿Estamos en verdad despiertos al destino de este mundo presente? Posiblemente, tenemos la información bíblica sobre su destrucción, pero, ¿estamos viviendo la realidad cotidianamente? ¿Estamos confiando en la provisión del mundo para nuestro futuro?
Sin aceptar galardones, Daniel leyó e interpretó. Dios es un Juez perfectamente justo y no promulgará la sentencia sin que antes se presenten los cargos al acusado. Todas las dudas sobre la justicia de la pena serán borradas. Cuando el caso de David llegó al juicio, él dijo: “Contra ti, contra ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos, de manera que eres justo cuando hablas, y sin reproche cuando juzgas” (Sal.51:4).
Finalmente, toda la raza humana estará delante de Dios, sentada en el juicio del Gran Trono Blanco; los libros serán abiertos, se presentarán los cargos y la pena de condenación será promulgada (Ap. 20:11-15). Cada uno será juzgado y por la ignorancia no habrá excusa. “Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa” (Ro.1:20). Él es quien ha dado aliento a la humanidad y todos están obligados a honrar a su Creador.
Públicamente y ante todos los príncipes, Daniel denuncia audazmente los crímenes de Belsasar contra Dios. Vuelve atrás, al tiempo de Nabucodonosor y a la grandeza que el Señor le había dado, “cuando su corazón se enalteció y su espíritu se endureció en su arrogancia”, y Daniel relata las consecuencias. La arrogancia es un engaño insensato que endurece el corazón del hombre.
“Mas tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, aunque sabías todo esto”. Al tener esta historia, Belsasar había estado mejor informado que Nabucodonosor acerca de Dios, sin embargo, hemos visto su irreverencia al traer los vasos del templo de Dios en Jerusalén a esta fiesta pagana.
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por lo cual El envió de su presencia la mano que trazó esta inscripción.
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Y ésta es la inscripción que fue trazada: MENE, MENE, TEKEL,
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Esta es la interpretación del escrito: MENE: Dios ha contado tu reino y le ha puesto
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TEKEL: has sido pesado en la balanza y hallado falto de
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PERES: tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y
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Entonces Belsasar ordenó que vistieran a Daniel de púrpura y le pusieran un collar de oro al cuello, y que proclamaran acerca de él, que él tenía ahora autoridad como tercero en el
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Aquella misma noche fue asesinado Belsasar, rey de los
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Y Darío el medo recibió el reino cuando tenía sesenta y dos años.