Libro del Profeta Daniel

Libro del Profeta Daniel

Libro del Profeta Daniel

 

Un estudio expositivo por Lowell Brueckner

 

Capítulo 3

 

La “superhombre” estatua de oro

Capítulo 3:1-12

 

  1. El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos y su anchura de seis codos; la levantó en el llano de Dura, en la provincia de Babilonia.

  2. Y el rey Nabucodonosor mandó reunir a los sátrapas, prefectos y gobernadores, los consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y todos los gobernantes de las provincias para que vinieran a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.

  3. Entonces se reunieron los sátrapas, prefectos y gobernadores, los consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y todos los gobernantes de las provincias para la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y todos estaban de pie delante de la estatua que Nabucodonosor había levantado.

  4. Y el heraldo proclamó con fuerza: Se os ordena a vosotros, pueblos, naciones y lenguas,

  5. que en el momento en que oigáis el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita y toda clase de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado;

  6. pero el que no se postre y adore, será echado inmediatamente en un horno de fuego

  7. Por tanto, en el momento en que todos los pueblos oyeron el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita y toda clase de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había

 

Estoy intentando establecer la importancia de la unidad de la imagen que Nabucodonosor vio en su sueño, es decir, cuatro reinos en uno. Llamaría a esta imagen, el Reino del Anticristo. Desde su principio hasta su fin está unido para oponerse a Dios y también con el propósito de exaltar a toda la humanidad como una súper raza, dirigida por un superhombre.

Cuando una persona recibe alguna revelación de parte de Dios, no puede seguir con su misma vida. Si no se humilla bajo la mano poderosa de Dios, no será verdaderamente convertida, aunque sí puede llegar a hacer algunos ajustes en su vida. Después de haber visto la realidad en su sueño, Nabucodonosor no puede seguir con su religión como lo hacía antes; pero como su corazón no está rendido al Señor, quien le dio el sueño, su mente cambia el propósito de Dios en una perversión que le ensalza a sí mismo. Lo mismo pasa en las vidas de muchas personas hoy en día.

Verás lo que Nabucodonosor hizo con la revelación que recibió de Daniel. No sé si recuerdas lo que él dijo sobre el rey y su reino. Citaré otra vez toda su declaración: “Tú, oh rey, eres rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado el reino, el poder, la fuerza y la gloria; y dondequiera que habiten los hijos de los hombres, las bestias del campo o las aves del cielo, Él los ha entregado en tu mano y te ha hecho soberano de todos ellos; tú eres la cabeza de oro”. Nabucodonosor pervierte la palabra de Dios creando una imagen, algo semejante a la imagen que ha visto, aunque ésta está totalmente cubierta de oro. Es una amplificación de la cabeza dorada que él había visto, ignorando la implicación de los demás y poniéndose a él mismo por encima de todo.

Nabucodonosor, manifestando su arrogancia, se exalta y demanda que todos los pueblos le adoren. Éste es el espíritu del anticristo, ya evidente en la primera fase de su reino, de hecho, los faraones de Egipto fueron considerados como dioses durante la primera civilización mundial. Hablando del rey de la fase final, Daniel profetiza: “El rey hará lo que le plazca, se enaltecerá y se engrandecerá sobre todo dios y contra el Dios de los dioses dirá cosas horrendas” (Dn.11:36).

Veo que la dimensión de la estatua es de seis codos de ancho por sesenta de alto. En Apocalipsis 13:18 aprendemos: “Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento que calcule el número de la bestia (el anticristo), porque el número es el de un hombre, y su número es seiscientos sesenta y seis”. El número bíblico para el hombre es el seis, uno menos que el número perfecto, el siete, que es el de Dios. El anticristo triplica el número seis (666), pero aun así no llega al siete. La intención del diablo, que da su poder al anticristo, era ensalzarse: “Tú dijiste en tu corazón ‘Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono me haré semejante al Altísimo’”

(Is.14:13-14). Finalmente, no pudo cumplir su ambición y fue echado del cielo.

Nabucodonosor reunió a todo su gobierno en el distrito federal de Babilonia para promocionar su agenda y dedicar la imagen. Allí, en el llano de Duro, donde estaba la estatua, estaban presentes los sátrapas (líderes sobre regiones), prefectos (jefes militares), gobernadores (administradores), consejeros (asesores), tesoreros (expertos financieros), jueces (legisladores hoy), magistrados (hoy semejante a jueces), y los gobernantes de las provincias. Básicamente, hoy en día seguimos con los mismos departamentos en el gobierno.

El emperador envió un heraldo, que era el medio de comunicación de aquellos días, y que funciona totalmente de acuerdo con la administración del rey. Entonces, comunica un mandato para proclamar por todo el imperio a todos los pueblos, naciones y lenguas, que el rey requiere que todos adopten su religión. Así es que ellos tienen que conformarse con la manifestación máxima del humanismo, que es la adoración al hombre.

Él también utiliza el poder de la música para crear emociones en la población y formar el ambiente apropiado. Así la gente practicará con más devoción sus ritos religiosos. La orquesta era tremenda; podemos estar seguros que hizo un concierto con los músicos más destacados, las composiciones más famosas y los instrumentos más elegantes de aquel día. Nabucodonosor había creado una escena extravagante para su celebración religiosa al aire libre.

Por si hubiera alguna una resistencia, infunde temor, creando un infierno sintético para quien no se conforme con los deseos del líder de este reino mundial; un horno de fuego. El no conformista será arrojado vivo en él en el momento en que su rebeldía sea descubierta. El poder que está tras este majestuoso espectáculo es el tentador, quien intentó persuadir al mismo Jesús para que se inclinase ante él, después de prometer darle, como galardón, la gloria de los reinos de la tierra (fíjate en Mt.4:8-9; Lc.4:6-7).

Habiendo visto esta manifestación del anticristo en Babilonia, quiero que veamos el capítulo 13 del libro de Apocalipsis. Allí observaremos acciones semejantes a las de la última fase de esta profecía, la parte representada por los pies de la imagen. En la visión de Juan, el diablo es un dragón, el anticristo es una bestia, y otra bestia, con cuernos de cordero y una voz como la del dragón, da poder religioso a la política del anticristo.

Toda la población mundial “adoraron al dragón, porque había dado autoridad a la bestia; y adoraron a la bestia” (v.4). Le segunda bestia “hace grandes señales además engaña a los que moran en la tierra a causa de las señales que se le concedió hacerdiciendo a los moradores de la tierra que hagan una imagen de la bestia (vs.13,14). También la segunda bestia “se le  concedió dar aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia también hablara e hiciera dar muerte a todos los que no adoran la imagen de la bestia” (v.15).

Era evidente, en el tiempo de Nabucodonosor, y lo es también en los últimos tiempos, que la religión apoya la política y la da poder. En Babilonia, ambos se unen para formar un gobierno y una religión de terror, que castiga con fuego a los que rehusan conformarse. La Iglesia Católico Romana, en sus días de gloria, cinco siglos atrás, fue exactamente así, una combinación de política y religión que quemaba a sus víctimas en la hoguera. Los que temían al Señor y estaban conscientes de un Lago de Fuego eterno, preferían quemarse en el fuego encendido por los hombres. Jesús dijo: “No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno” (Mt.10:28).

Los poderes de nuestro tiempo, por medio de los estudios, la prensa, la televisión, la propaganda del internet, y las producciones de teatro y películas, hacen una obra tremenda, transformando la mentalidad del público en general a favor del espíritu del anticristo. Encabezando su programa está la propagación aplastante de la teoría de la evolución. Por medio de ella, esperan eliminar el temor natural, fruto de saber que existe un Creador, a quien tendrían que dar cuentas. Debido a la propaganda, los valores familiares son destruidos y el divorcio se hace común. Rápidamente la población ha aceptado el aborto y la homosexualidad, pervirtiendo en gran manera los propósitos de Dios. Los poderes demandan una sumisión total y diabólica, y la sociedad se conforma.

  1. Sin embargo en aquel tiempo algunos caldeos se presentaron y acusaron a los judíos.

  2. Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: ¡Oh rey, vive para siempre!

  3. Tú, oh rey, has proclamado un decreto de que todo hombre que oiga el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita y toda clase de música, se postre y adore la estatua de oro,

  4. y el que no se postre y adore, será echado en un horno de fuego

  5. Pero hay algunos judíos a quienes has puesto sobre la administración de la provincia de Babilonia, es decir, Sadrac, Mesac y Abed-nego, y estos hombres, oh rey, no te hacen caso; no sirven a tus dioses ni adoran la estatua de oro que has levantado.

 

He intentado modernizar un poco el gobierno de Nabucodonosor, para que podamos ver qué fácilmente sus tácticas podrían ponerse en marcha en el mundo occidental. Quisiera que este drama se desarrolle en nuestras mentes, haciéndolo tan verídico como sea posible, para movernos a la oración. Tenemos que pedir que Dios nos prepare para lo que hay por delante.

Yo no creo que la iglesia vaya a enfrentarse al último anticristo, pero él tendrá muchos precursores. En el día de hoy, miles de cristianos son perseguidos. Por favor, no vamos a sobreestimar nuestra condición espiritual y a engañarnos, pensando que estamos dispuestos a ponernos en los zapatos de Daniel y estar firmes en el día malo. Además, no debemos estar indiferentes a nuestra condición, sino caer postrados delante de Dios en un clamor desesperado. Debemos pedirle un derramamiento de poder espiritual sobre la iglesia, Su pueblo.

Jesús dijo: “Tened cuidado de cómo oís; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aun lo que cree que tiene se le quitará” (Lc.8:18). Siento una gran preocupación por el que es espiritualmente arrogante, que “se cree que es algo, no siendo nada” (Gá.6:3), y que se engaña, añade Pablo.

 

Por favor, permitidme citar algo de mi comentario sobre el último capítulo de Gálatas: El orgullo, en general, siempre es feo, pero probablemente el estilo más chocante es el de la persona “que se cree ser algo, no siendo nada”. Esta persona está auto-engañada, exagera su sabiduría, conocimiento y espiritualidad, en general. Piensa ser muy capaz de encargarse de cualquier situación cuando, en verdad, es muy insuficiente. El orgullo espiritual no solamente ocurre en los individuos, sino también en el cuerpo de cristianos, como lo vemos en la iglesia de Laodicea: “De ninguna cosa tengo necesidad” (Ap.3:17). Ellos pensaron que no necesitaban la ayuda de fuera, cuando en verdad, era la iglesia más débil, más necesitada y más miserable a los ojos de Cristo. ¡Dios aborrece tal actitud!

 

Nabucodonosor también tenía un departamento de inteligencia e investigación. Sus expertos habían estado espiando y se esparcieron por el reino para asegurarse de que las demandas injustas del rey se llevaran a cabo. Entonces, encontraron a tres hombres que siguieron de pie cuando todos los demás se postraron, y les acusaron delante del rey. Citaron textualmente la ley y también las consecuencias de la desobediencia.

Su acusación es triple: 1) No hacen caso al rey. 2) No sirven a sus dioses. 3) No adoran la estatua de oro. La primera acusación es falsa, en general, porque seguramente ellos estaban muy atentos a la autoridad del rey. Sin embargo, al haber un conflicto entre el rey y su Dios, ellos tuvieron que elegir entre los dos, escogiendo siempre la autoridad más alta. Ellos dieron la espalda a los ídolos del rey y sirvieron al Dios vivo y verdadero. En Sus mandamientos, su Dios no da lugar para inclinarse delante de ninguna imagen, y esta ley fue escrita en sus corazones. Al estar dentro de ellos la iban a cumplir, sin importar si estaban rodeados de sacerdotes entre su propio pueblo, en Jerusalén, o en Babilonia, donde no había una copia de Su ley ni ningún representante del judaísmo.

El Dios que prevalece

Capítulo 3:13-30

 

  1. Entonces Nabucodonosor, enojado y furioso, dio orden de traer a Sadrac, Mesac y Abed- nego; estos hombres, pues, fueron conducidos ante el rey.

  2. Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad Sadrac, Mesac y Abed-nego que no servís a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he levantado?

  3. ¿Estáis dispuestos ahora, para que cuando oigáis el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita y toda clase de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adoráis, inmediatamente seréis echados en un horno de fuego ardiente; ¿y qué dios será el que os libre de mis manos?

  4. Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: No necesitamos darte una respuesta acerca de este asunto.

  5. Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará.

  6. Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado.

  7. Entonces Nabucodonosor se llenó de furor, y demudó su semblante contra Sadrac, Mesac y Abed-nego. Respondió ordenando que se calentara el horno siete veces más de lo que se acostumbraba calentar.

  8. Y mandó que algunos valientes guerreros de su ejército ataran a Sadrac, Mesac y Abed- nego, y los echaran en el horno de fuego ardiente.

  9. Entonces estos hombres fueron atados y arrojados con sus mantos, sus túnicas, sus gorros y sus otras ropas en el horno de fuego ardiente.

  10. Como la orden del rey era apremiante y el horno había sido calentado excesivamente, la llama del fuego mató a los que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego.

  11. Pero estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego cayeron, atados, en medio del horno de fuego ardiente.

 

Nabucodonosor había construido un costoso e impactante ídolo y, desde su alta posición, él espera una consagración inmediata y total de la población. No es solamente una invención creativa, imaginada en su mente; su construcción fue inspirada por una experiencia religiosa que le estremeció hasta lo más profundo de su ser. Era una cosa muy seria para él.

El fanatismo religioso a menudo va acompañado de una ira intolerante contra aquellos que no tienen las mismas convicciones. Supongo que es común que los déspotas posean un carácter malhumorado y, como podemos observar aquí y en el capítulo 2, Nabucodonosor no era una excepción. Me parece anormal que tal dictador, como no había igual en su día, recibiera tales desafíos humillantes de parte de sus súbditos. Sus propios consejeros, caldeos espirituales, le acusaron de hacer demandas injustas: “Ningún rey o gobernante jamás ha pedido cosa semejante a ningún mago, encantador o caldeo” (2:10). Ahora, tres esclavos judíos han actuado firmemente contra sus demandas.

Es algo sorprendente que él diera a Sadrac, Mesac y Abed-nego una audiencia. Quizás le recordaba como compañeros de su fiel siervo, Daniel. Les da la oportunidad de defenderse y, después de que ellos admiten su culpabilidad, les ofrece una segunda oportunidad. Les recuerda la pena de muerte. Es evidente su arrogancia al desafiar la capacidad de prevalecer contra su sentencia a cualquier poder divino.

Los hombres se exaltan e intentan dejar a su Creador fuera de sus asuntos. Pienso del intercambio de palabras de Jesús con Pilato en su Pretorio. Pilato dijo: “¿No sabes que tengo autoridad para soltarte, y que tengo autoridad para crucificarte?” Jesús respondió: “Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no se te hubiera dado de arriba” (Jn.19:10,11). Jesús llamó al templo ‘la casa de Su Padre’, pero los saduceos y fariseos reclamaban su autoridad sobre él. Ellos pidieron a Jesús que les aclarase de donde venía Su autoridad. Finalmente, Él se lo entregó a ellos y, 37 años después, quedó totalmente destruido.

Si lo sabe o no, el emperador ha sido puesto en su trono por el mismo Dios al que ahora está desafiando. Sin embargo, el Señor tiene preparada para el futuro una manera segura de humillarle. Jehová de Israel ya se ha manifestado a él y, Él mismo, cumplirá Su plan a la perfección al tratar con este poderoso rey.

Por supuesto, ahora tenemos que meditar en la sorprendente respuesta de los tres hebreos. Han dado al Señor el lugar apropiado en sus vidas y, aunque están en la presencia de un monarca bastante enfadado, ellos responden: “No necesitamos darte una respuesta acerca de este asunto”. Ellos querían decir que no tenían con qué defenderse, pero también le estaban aclarando que no vacilarían en cuanto a su entrega a Dios. Intencionalmente fueron culpables de desobedecer el mandato del rey y rechazaron su segunda oportunidad.

Delante de la sentencia que el mismo rey acaba de reafirmar, le aseguran que su Dios, en verdad, es capaz de salvarles, contradiciendo la declaración de Nabucodonosor de que ningún dios les podría

librar de su mano. Ellos conocen a un Dios a quien el emperador apenas está reconociendo. Ellos creen que Él vendrá en su defensa. Sin embargo, hay una cláusula en su fe que da lugar a la soberanía del Señor. Esa no puede ser cuestionada ni cambiada. Su Dios solamente hará lo que está de acuerdo con Sus propósitos. Cada uno de sus siervos tiene que reconocer este hecho; el dios que siempre cumple con los deseos del creyente no es el Dios de la Biblia.

Los tres hombres asumen completamente su posición de entrega y, si no es la voluntad de Dios ser librados del fuego, entonces estarán dispuestos a ser quemados. De una sola cosa están seguros y es que no van a inclinarse delante de ningún dios falso. Ya que tenemos tal ejemplo de entrega delante de nosotros, no hay manera de justificar cualquier indecisión de parte nuestra.

Hoy en día vemos demasiado ingenio humano delante de amenazas mucho menos peligrosas. En lugar de poner las consecuencias en las manos de Dios, algunos ‘cristianos’ encuentran la manera de manipular sus circunstancias y razones para poder conformarse con ellas. Ofrezco lo siguiente: “Bien, Dios conoce que en mi corazón no soy idolatra, y ciertamente entenderá mi posición, si al cabo me inclino delante de la imagen. Al fin y al cabo, no es mi postura física lo que vale, sino lo que hay en mi corazón.” ¿Ves lo que intento decir? Hoy en día la gente razona que no hay por qué arrodillarse o postrarse delante del Omnipotente, pero fácilmente hallará una excusa para postrarse delante de un ídolo, si es amenazada.

La consideración que el rey había mostrado hacia Sadrac, Mesac y Abed-nego había llegado a su límite. Yo no sé qué tipo de ira puede superar a estar enojado y furioso”, como en el versículo 13, pero en el versículo 19 dice que Nabucodonosor se “llenó de furor, y demudó su semblante”. Cuanto mayor era su furia mayor era el calor del horno; ordenó elevar su temperatura siete veces más de lo acostumbrado. Entonces, llamó a sus soldados más fuertes para que les atasen y arrojasen en el horno con toda la ropa puesta, e incluso sus gorros. Dada la urgencia de la orden, los soldados no tuvieron tiempo para planear cómo aproximarse al horno con seguridad y, debido al inmenso calor del horno, se quemaron en el mismo acto de lanzar a los tres hebreos adentro. Normalmente, la última frase de esta historia sería: “Entonces estos hombres fueron atados y arrojados con sus mantos, sus túnicas, sus gorros y sus otras ropas en el horno de fuego ardiente”.

  1. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y levantándose apresuradamente preguntó a sus altos oficiales: ¿No eran tres los hombres que echamos atados en medio del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Ciertamente, oh rey.

  2. El rey respondió y dijo: ¡Mirad! Veo a cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego sin sufrir daño alguno, y el aspecto del cuarto es semejante al de un hijo de los

  3. Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid acá. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego.

  4. Y los sátrapas, los prefectos, los gobernadores y los altos oficiales del rey se reunieron para ver a estos hombres, cómo el fuego no había tenido efecto alguno sobre sus cuerpos, ni el cabello de sus cabezas se había chamuscado, ni sus mantos habían sufrido daño alguno, ni aun olor del fuego había quedado en ellos.

  5. Habló Nabucodonosor y dijo: Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego que ha enviado a su ángel y ha librado a sus siervos que, confiando en El, desobedecieron la orden del rey y entregaron sus cuerpos antes de servir y adorar a ningún otro dios excepto a su

  6. Por tanto, proclamo un decreto de que todo pueblo, nación o lengua que diga blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego sea descuartizado y sus casas reducidas a escombros, ya que no hay otro dios que pueda librar de esta manera.

  7. Entonces el rey hizo prosperar a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de

 

La diferencia entre las “historias” de Dios y las que podrían escribir autores humanos, es que “ninguna cosa es imposible para Dios” (Lc.1:37). Los seres humanos están limitados, mientras que Dios, simplemente, no lo es. Esta característica Suya es evidente por toda la Biblia. La historia que Dios nos cuenta no termina en la boca de un horno ardiente que aniquila a los soldados fuertes que arrojan a Sus siervos en él. Hebreos 11:34 testifica acerca de los que “por la fe apagaron la violencia del fuego. Y ¿qué es la fe, si no una entrega completa, total dependencia de Dios y confianza en Su persona?

Más allá de cualquier milagro que pueda acontecer aquí, la obra más importante toma lugar en el corazón humano. Dios es especialista en llenar de asombro a los más majestuosos. En un instante, puede cambiar la ira de un monarca en un asombro extremo. Charles Finney escribió sobre reuniones en las cuales hombres, fuertes de carácter, volvieron de la ira al temor, y del temor a la paz y el gozo, en un periodo de una a dos horas. El privilegio más grande en el mundo es poder observar a Dios obrando en las vidas humanas.

El rey reúne inmediatamente a sus consejeros por lo que acaba de acontecer. Está cuestionando su propia orden y también lo que sus ojos están viendo. “¿No eran tres los hombres que echamos atados? ¡Veo a cuatro hombres sueltos que se pasean!” Cuando Jesús obraba, la gente también se asombraba y cuestionaba: “El hombre que va llevando su lecho, ¿no es el que se acostaba paralizado junto a Betesda? ¿Es éste el hombre que nació ciego? El que se sienta con Jesús en la mesa, ¿es éste el mismo Lázaro que estuvo cuatro días en la tumba?” Cuando las mujeres fueron al sepulcro y vieron la piedra removida sin hallar ningún cuerpo adentro, se preguntaron: “¿No es ésta la tumba, donde vimos a José y a Nicodemo poner Su cadáver?” Los ángeles les preguntaron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos cómo os habló” (Lc.24:5-6).

“El aspecto del cuarto es semejante al de un hijo de los dioses”. ¡Nabucodonosor! ¡El cuarto es el unigénito Hijo del Dios viviente, quien tú ves! ¡Es el gran Libertador, el Salvador fuerte que ha hecho esta obra perfecta! Los tres hombres salieron del horno ardiente y todos los nobles de Babilonia vieron cómo el fuego no había dañado sus cuerpos, ni se habían chamuscado sus cabellos, ni sus mantos habían sufrido desperfecto alguno, y ni siquiera olían a humo.

Unos amigos míos, nativos americanos, Craig y LaDonna Smith, grabaron una canción que pregunta sobre el cuarto Hombre. Solamente tres salieron del fuego… ¿dónde estaba el Cuarto? La respuesta está en el título de la canción: “Todavía está en el fuego”. Está allí para cualquiera de Sus seguidores amados y leales que, en el futuro, entrarán en circunstancias semejantes a las de los tres hebreos u otra situación imposible.

Por orden del rey, ellos, humildemente, salieron del horno. Su intransigente obediencia a Dios no anuló su obediencia a un hombre que Dios había puesto sobre el trono. “No hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas”, afirmó Pablo (Ro.13:1). Estos tres hombres habían sido enviados por Dios a Babilonia para testificar a un rey que sólo sabía adorar a los ídolos. Todo su gobierno está mirando fijamente a la verdad, por primera vez. Este reino, que ha dominado al mundo, está contemplando más que solamente palabras o buenas obras; lo que está pasando es un

hecho sobrenatural de un Dios todopoderoso, obrando a favor y por medio de Sus siervos para Su gloria. Además, Daniel está escribiéndoles en arameo, su propio lenguaje.

Nabucodonosor alabó a estos tres hombres, mencionando su disposición a honrar a su Dios sobre el altar de sus propias vidas, al mismo tiempo que le desobedecían a él. Alabó y bendijo a su Dios, que respondió con compasión a su confianza y lealtad, enviando a Su Ángel para rescatarles de una muerte horrible. Proclamó una maldición sobre cualquiera que se opusiera a su Dios en el futuro. Espero que recordara su propia oposición y tuviera cuidado de no caer bajo su propia condenación. Él se responsabilizó de sentenciar a cualquier pueblo que desafiara a un Dios, “que puede librar de esta manera”. Después, promueve a Sadrac, Mesac y Abed-nego a una posición más alta.

Hay cristianos demasiado rápidos en acreditar a una persona con la salvación. Puede que sea suficiente para ellos ver a Nabucodonosor postrado y confesando: “En verdad que vuestro Dios es Dios de dioses, Señor de reyes y revelador de misterios, ya que tú has podido revelar este misterio” (2:46-47). Incluso, estarían más convencidos todavía si le oyeran declarar: “Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego que ha enviado a su ángel y ha librado a sus siervos que, confiando en El, desobedecieron la orden del rey y entregaron sus cuerpos antes de servir y adorar a ningún otro dios excepto a su Dios ya que no hay otro dios que pueda librar de esta manera”. Posiblemente podrían explicar y justificar la continuación de su idolatría como la de un nuevo creyente que todavía anda según la carne.

Sin embargo, la verdadera conversión requiere arrepentimiento, y el arrepentimiento requiere humildad, algo que todavía no hemos visto en este hombre. La humanidad está totalmente depravada y degenerada, no puede ablandar su duro corazón, y no puede, por sí misma, entender y tomar un paso hacia Dios. Esta verdad es evidente, especialmente, cuando un hombre está en una posición tan alta, como la de un emperador que gobierna el mundo. Dios tendrá que quebrantarle y esto requerirá un proceso drástico durante un periodo de siete años.



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