Libro de Apocalipsis

Libro de Apocalipsis

Libro del Apocalipsis

 

Un estudio expositivo por Lowell Brueckner

CAPITULO 3

 

Mensaje a la iglesia de Sardis

Capítulo 3:1-6

 

  1. Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás

  2. Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi

  3. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete. Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a que hora vendré sobre

  4. Pero tienes unos pocos en Sardis que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo vestidos de blanco, porque son

  5. Así el vencedor será vestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.

  6. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las

 

Vivos de nombre, muertos en verdad

 

Hemos visto que Tiatira estaba ubicada en la frontera norte de Lidia, un reino importante y próspero de la historia antigua. Ahora, nos concentraremos 50 kilómetros al sureste, en Sardis, cuya ciudad tiene una historia muy extensa. Se formó cerca del tiempo de la caída del imperio Asirio; existió durante los imperios de Babilonia y Persia; y, finalmente, fue quemada por los griegos. En sus días de gloria fue la capital de Lidia y el primer lugar en el mundo donde acuñar monedas de plata y oro.

Alejandro Magno reedificó un templo para Artemisa (Diana), cuyas ruinas todavía existen hoy en día. Sardis fue parte del imperio romano en 129 a.C. y fue una de sus ciudades más ricas, debido a su localización, en la ruta comercial entre el mar Mediterráneo y el mundo del Este. Estaba situada sobre el cruce de cinco carreteras principales, a 500 metros de altura, en una meseta, un lugar casi impenetrable que, poco a poco, fue perdiendo su fama. Sin embargo, fabricaban vestiduras de lana y otros productos. Los romanos hacían mejoras en el templo de Artemisa y lo utilizaban para su secta de adoración al césar. Sin embargo, el templo nunca fue terminado. Un pueblo moderno de 5.000 habitantes, llamado Sart, está ahora situado sólo a unos dos kilómetros de las ruinas de Sardis. No existe ni un cristiano en el pueblo. ¡Que el Señor soberano se mueva una vez más en poder sobre Asia Menor!

Por segunda vez, Jesús se introduce a una iglesia como el que tiene las siete estrellas. La otra iglesia a la que hizo la misma declaración fue a Éfeso. Le recordó de la necesidad de Su presencia, liderazgo y de una relación de amor, sobre la cual todas las iglesias tendrían que estar edificadas. Sus líderes, aunque muy celosos, habían tomado la responsabilidad sobre sus propios hombros y funcionaban según sus propios conceptos y estándares de la verdad y justicia. No recibían instrucción directamente de la Cabeza de la iglesia.

De la misma forma aparentemente, Sardis se había olvidado del señorío de Cristo sobre el liderazgo, y el propósito del Padre de que fueran transformados en la imagen de Su Hijo. Una iglesia no es una iglesia porque tiene éxito y porque es próspera. Una verdadera iglesia enfatiza la calidad sobre la cantidad y se esfuerza para obtener una santidad piadosa.

Fueron negligentes por no mirar a Cristo como el único que otorga el Espíritu que da vida a las iglesias. Él es quien respira el Espíritu Santo en el creyente y le bautiza en el Espíritu. Por esta razón, Sardis está agonizando, está ya más muerta que viva. Su depósito se ha vaciado del agua de vida y casi todo lo que queda es un cadáver seco. Necesita desesperadamente el Espíritu de Vida. Las actividades de una iglesia no pueden infundir vida y poder en ella. Hasta que Su pueblo mire a Cristo y le implore en oración que Él derrame Su Espíritu sobre él, no podrá sobrevivir.

El Señor no tiene nada bueno que decir a Sardis, ni tampoco le habla de falsa doctrina entre ellos. Sencillamente, está muerta. Tenía nombre, es decir, cierta fama y reputación de tener vida. La iglesia era semejante a la ciudad misma, viviendo a través de su nombre y gloria pasados (v.1). “No por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu – dice el Señor de los ejércitos” (Zac.4:6). Cristo, el Ungido, no tiene un método, ni un programa para Su iglesia, sino un caminar en el Espíritu Santo.

Lo demás trae muerte y, el Antiguo Testamento, demuestra que la muerte cría más muerte. Tenía muchas leyes sobre cómo, especialmente, Sus sacerdotes debían tratar con la muerte. Pero, no sólo ellos, sino también, todo el pueblo en general, tenían que evitar el contacto con cuerpos de animales y gente muerta. Jesús vino a la tierra para traer vida en abundancia. Juan concluye su Evangelio, expresando su sumo propósito: “Éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que, al creer, tengáis vida en su nombre” (Jn.20:31). Cuando Jesús salió de la tumba, murió la muerte y es Él quien posee sus llaves. La vida caracteriza a la cristiandad.

Sugerí, en el primer capítulo, que posiblemente Juan estaba pensando en Isaías 11:2, al escribir del Espíritu, que es siete en uno: “El Espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Señor”. Juan repitió el término siete Espíritus, habiéndolo oído de Cristo mismo, cuando Él se expresó en esta porción: “El que tiene los siete Espíritus de Dios”. Tenemos que aceptar que ésta es la mejor descripción del Espíritu Santo, relacionado con las siete iglesias. Es una presentación de Su plenitud.

Veamos algunos comentarios de Warren Wiersbee: “Seguimos escuchando lo que el Espíritu Santo tiene que decir a las iglesias, porque estos mensajes de Cristo pertenecen a nuestro tiempo igual que al primer siglo. Las iglesias son personas, y la naturaleza humana no ha cambiado. No debemos ver estos mensajes como antiguas reliquias. Al contrario, son espejos en los cuales podemos vernos.” También fíjate en lo que cita de Vance Havner: “Los ministerios, a menudo pasan por cuatro etapas: un hombre, un movimiento, una máquina y un monumento”.

 

Las primeras palabras de consejo del Señor es que tienen que despertar. Son palabras dirigidas especialmente a los obispos, los supervisores, que son los centinelas de las iglesias. El primer paso en el camino para el avivamiento es un despertamiento a lo que es el verdadero estado de la iglesia. Pablo exhortó a los cristianos a que despertaran: “Ya es hora de despertaros del sueño Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos” (Ro.13:11; Ef.5:14).

El engaño es un sueño espiritual, y la única manera de salvarnos es a través de una humilde franqueza o sinceridad que nos permita ver la realidad de la situación. Debido a que no es un mensaje agradable, muchas veces es rechazado. Si alguien apunta hacia un área de necesidad en un grupo o movimiento, la reacción de los líderes será la justificación y una referencia a las áreas en las que ellos piensan que son buenos y fuertes. Es su manera de apagar el despertador y darse la vuelta al otro lado de la cama engañosa de la autosuficiencia espiritual.

  1. W. Tozer habló de los líderes judaicos del tiempo de Jesús: El reprobarlos era un insulto. Ellos se sentían más allá del reproche. A nosotros, no nos es incómodo aplicar la reprensión a los fariseos, saduceos y escribas. Leer de la Biblia, “tienes nombre de que vives, pero estás muerto”, no nos molesta, si podemos verlo como un aviso para una iglesia del primer siglo. Pero Tozer continúa: Si cualquiera se imagina que tan solo estamos jugando con palabras, que se atreva a aproximarse a un líder religioso y llamarle la atención a las debilidades y pecados de su organización. ¡Él recibirá un rechazo seguro y rápido, y si se atreve a insistir, será enfrentado con reportes y estadísticas para comprobar que él está rotundamente equivocado y totalmente fuera de orden!

 

Seis consejos para un avivamiento en Sardis

 

No cabe duda de que el Señor quiere el bienestar de la iglesia de Sardis, llamándola al despertamiento y aconsejándola que avive las brasas que se están extinguiendo. La ofrece esperanza si solamente está dispuesta a extender la mano para captarla. Cuando Dios emite Su juicio sobre alguna cosa, nadie puede contradecirle. Él está totalmente en lo correcto al referirse a la imperfección de sus obras delante de Su Dios (v.2). En verdad, sus obras no son completas porque no están hechas en el poder del Espíritu Santo y en la fe. Santiago nos instruye sobre las obras piadosas: “¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó (se completó) por las obras?” (Stg.2:22). Las obras hechas por fe tienen el toque del cielo; no se pueden explicar con algo menos que lo que es sobrenatural.

La próxima indicación de Jesús a esta iglesia es la de la memoria. La doctrina de la memoria es de gran importancia para el cristiano. Otra vez, requiere la intervención del Espíritu Santo. “Él os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn.14:26). Pedro, particularmente, estaba consciente de la necesidad de tener esta dádiva: “Yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas estimularos recordándoos estas cosas que, en todo tiempo, después de mi partida, podáis recordar estas cosas como recordatorio, despierto en vosotros vuestro sincero entendimiento” (2P.1:12,13,15;3:1). La memorización de versículos de la Escritura, incluso, es una obra del Espíritu en el creyente. Es una gran ventaja tener grabados versículos en la mente para traerlos a la memoria en las situaciones de la vida cotidiana. También es ventajoso tener recuerdos de acontecimientos espirituales que hayamos experimentado en el pasado.

La indicación que sigue es la de guardar estos consejos. De la iglesia de Tiatira aprendimos algo sobre el valor de tomar pasos fieles y constantes. La fidelidad no es algo que consideraríamos emocionante o espectacular, pero es de gran valor delante del Señor. Al final, el Señor demanda el arrepentimiento. La vida cristiana no es solamente una vida de fe, sino también de arrepentimiento continuo. Podemos aplicar el principio enseñado en 1 Juan 1:5-10, a lo que estamos estudiando, que termina con esta frase: “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso y su palabra no está en nosotros” (1 Jn.1:10).

Los consejos de Cristo mismo, son de un valor incalculable. Vamos a resumirlos:

  • Despertar de un estado espiritual cómodo, pero también engañoso. Aceptar la verdad sobre la situación.

  • Moverse, ¡salir de la cama! Empezar a ir desesperadamente en la dirección del Espíritu Santo y la justicia. Digo, desesperadamente, porque es un asunto de vida y

  • Cesar de las obras humanas, que son momentáneas y nunca podrán hacer la obra completa y eterna de

  • Tomar tiempo para meditar acerca de los días pasados, cuando había vida, poder y amor. Recordar los caminos antiguos hasta el tiempo de las Escrituras y meditar sobre la vida ejemplar que se nos ilustra en el libro de los Hechos.

  • Formar de nuevo el hábito de andar y funcionar en el Espíritu. “Ejercítate para la piedad”

(1 Ti.4:7, RV60). ¡Permanecer allí!

  • Arrepentirse, no solamente de lo que es considerado popularmente como pecado, sino arrepentirse de un andar en las obras y tradiciones

“Vendré como ladrón”. No es la manera preferida de Cristo, venir como un ladrón a Su pueblo (v.3). Él busca la amistad con ellos y la comunión continua. “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre” (Jn.15:15). Vamos a ver cómo Pablo enseñó a los tesalonicenses acerca del día del Señor: “Vosotros mismos sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá, así como un ladrón en la noche Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que el día os sorprenda como ladrón” (1Tes.5:2,4). ¿Puedes ver cómo la enseñanza de Juan y Pablo coincide con el mensaje de Cristo a Sardis? Por un lado, hay muerte y tinieblas; por el otro, hay vida y luz. ¡Elige la luz y la verdad!

En Sardis, la muerte había criado más muerte y una mayoría aplastante había perecido delante de ella. Jesús, después de haberles hablado, ahora enfoca Su atención sobre una pequeña minoría que todavía posee vida espiritual. Los que trabajaban en la fábrica de ropa de lana de Sardis seguro que entendían perfectamente Su declaración acerca de andar con vestidos blancos, sin mancha. Los que desean caminar con Jesús tienen que elegir andar en pureza. Él tiene una túnica que llega hasta los pies y, Sus discípulos, tienen que ignorar las modas del mundo. No pueden compararse a los de su alrededor, sino fijarse en Aquel que nunca cambia. “¿Cómo podéis creer, cuando recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?” (Jn.5:44). Los únicos que son dignos de andar con Jesús, son los que están en Su yugo, enfocados solamente en Él (v.4).

Hay los que tienen el punto de vista de que el Libro de la Vida existía desde el principio del tiempo y contiene el nombre de todos los vivientes, sean buenos o malos. El salmista parecía tener esa posición (Sal.69:28). Mientras hay vida, hay esperanza, pero el nombre de los incrédulos es borrado al morir. Cuando llegue el Juicio del Gran Trono Blanco, solamente el nombre de los creyentes estará escrito en el libro. El nombre de los pocos vencedores en Sardis, los que han conquistado la conformidad con el mundo, no será borrado. Estos, también son vencedores sobre el estado de su iglesia porque no se han conformado con las prácticas que los llevaban a la muerte.

Una vez más, Jesús se dirige al individuo al final. Jesús confesará su nombre delante de Su Padre en el cielo y delante Sus ángeles. ¿Te importa más la fama celestial que la fama en la tierra? El que anhela en su corazón la aprobación celestial es sacado individualmente de entre la multitud para el reconocimiento divino. Si es así, qué importa que los atletas, actores, negociantes y políticos, reciban alabanza ahora.

¿Y qué nos importa a nosotros que los mejores de entre ellos tengan su nombre escrito en los libros de historia, para ser visto y reconocido por las futuras generaciones? El Libro de la Vida del Cordero permanecerá por la eternidad y los nombres de los redimidos están registrados con tinta imborrable (v.5). Tenemos que saber valorar las cosas eternas.

En una iglesia muerta, solamente unos pocos tienen la facultad de oír con el corazón. El mensaje a la iglesia de Sardis, desde el principio hasta el fin, tiene que ver con la necesidad de que la iglesia sea controlada por el Espíritu Santo y que sepa andar con Él. Si no es así, no es una iglesia verdadera, sino una que está muerta espiritualmente. La Biblia, incluso el libro de Apocalipsis, fue escrita para “los pocos”. La característica más dichosa en la vida humana es poder captar las palabras celestiales del Cristo glorificado (v.6).

Martín Lutero clavó sus 95 tesis sobre la puerta de la iglesia en Wittenberg, Alemania, el día 31 de octubre de 1517. Desde esa fecha, empezó la reforma, oficial y públicamente. Fue un gran paso en la dirección doctrinal correcta, porque fueron establecidas las “cinco solas”:

  • Sola Scriptura (la Escritura sola).

  • Sola Fide (solamente la fe).

  • Sola Gratia (solamente la gracia).

  • Solus Christus (solamente Cristo).

  • Soli Deo Gloria (solamente para la gloria de Dios).

Cada uno de estos puntos es esencial para una cristiandad verdadera y, obviamente, la reforma provocó un retorno grande, doctrinalmente hablando, a la fe del Nuevo Testamento. Ciertamente fue un movimiento que animaba a leer y hacía circular las Escrituras entre la población en general.

Los reformadores, especialmente Martín Lutero, deseaban reformar la Iglesia Católica Romana. Fueron llamados protestantes, por su protesta contra las prácticas abusivas del catolicismo, y la manipulación y el autoritarismo dominante de Roma sobre la gente común. Peleó contra la maldita afirmación que proclamaba una salvación por medio de obras, la que está en el centro de la iglesia católico romana, y que es la motivación principal de sus miembros.

Sin embargo, de forma práctica, la reforma estaba lejos de ser un movimiento puro y espiritual. Mucho era político y continuó con la posición de que el Reino de Dios podría ser establecido en la tierra para dominar la sociedad. Así es que los reformistas eran post-milenialistas. Su fama, es decir, lo que les daba nombre de estar vivos, era la doctrina correcta y básica. Sin embargo, gran parte de los participantes, sencillamente, solamente experimentó un cambio de religión, que alteró tremendamente el mundo político, incluso dividiendo naciones enteras. En la mente de la gran mayoría, la gracia significaba un permiso para pecar, y la fe fue simplemente un acuerdo intelectual con ciertos puntos de doctrina. Tristemente, los que experimentaron la vida verdadera del Nuevo Testamento fue una pequeña minoría.

Pero el movimiento continuaba asiéndose a muchas tradiciones católicas. Al haber dado los primeros y mayores pasos doctrinales y por el tremendo éxito que tuvieron por todo el mundo occidental, los reformistas descansaron cómodamente y rehusaron avanzar más. Como pasó con la iglesia de Sardis, sus obras no fueron completas. Aceptaban el bautismo de la Iglesia Romana y ellos mismos bautizaban a los niños. La iglesia y el estado continuaron unidos y, por eso, la iglesia fue corrompida por el mundo. La iglesia era una institución visible y externa que pertenecía a toda la sociedad, algunos siendo verdaderos creyentes, pero otros muchos sin haber sido jamás regenerados. En otras palabras, no era un pueblo apartado.

Los reformistas eran igual de intolerantes que los católicos a otros credos, y muchos, físicamente y hasta la muerte, persiguieron a los que no estaban de acuerdo con ellos. Especialmente estaban en contra de los que anhelaban avanzar la causa de Cristo más allá de las enseñanzas de los reformistas. Miles de verdaderos creyentes fueron martirizados. Además, muchos reformistas eran antisemitas, incluso Lutero mismo, y siglos después fue una gran herramienta en las manos de Adolfo Hitler.

Espero que ahora podamos ver que el mensaje para Sardis era apto también para el periodo de la iglesia entre 1517-1750, y que la iglesia de Sardis era algo menos que un movimiento verdaderamente evangélico. El periodo de Tiatira perdió totalmente su lugar como un testimonio para Cristo en el mundo, y una minoría de Sardis tomó su lugar, mientras que la mayoría, aunque tenía nombre de estar viva, estaba espiritualmente muerta. Estaba inspirada mayormente por un celo político, en lugar de una motivación de amor por medio del Espíritu Santo.

Hasta el día de hoy, Sardis sobrevive entre las iglesias reformadas, contando con una pequeña minoría de creyentes verdaderos. Sin embargo, fuera de la iglesia reformada, estaba creciendo un pueblo perseguido, cada vez más numeroso y espiritualmente vivo. Ellos tomaron su lugar en el siguiente periodo de la historia de la iglesia.

Mensaje a la iglesia de Filadelfia

Capítulo 3:7-13

 

  1. Y escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre, dice esto:

  2. Yo conozco tus Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar, porque tienes un poco de poder, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre.

  3. He aquí, yo entregaré a aquellos de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he

  4. Porque has guardado la palabra de mi perseverancia, yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que está por venir sobre todo el mundo para poner a prueba a los que habitan sobre la

  5. Vengo pronto, retén firme lo que tienes, para que nadie tome tu

  6. Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre

  7. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las

Un poco de historia

 

Antes de adentrarnos, históricamente, en la ciudad de Filadelfia, su mensaje y lo que significa para la historia de la iglesia, quisiera escribir lo que mueve mi corazón en este momento. Justo, por la mañana, vi a nuestra nieta, Jessica, interpretar con señas una canción contemporánea de Navidad para sordos, “Noel”, y quedé prendido por una sencilla línea: “¡Ven y ve lo que Dios ha hecho!” Sí, mira a este infante recién nacido, en un pesebre, en un lugar para los animales, a un lado del mesón. Mira en ese cuerpecito a Alguien que el mundo jamás había visto… algo que solamente Dios pudo hacer: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel” (Is.7:14).

Justo después de ver a Jessica, abrí mi Biblia en Isaías 64 para preparar la grabación de un programa de radio; una serie de estudios expositivos sobre el gran profeta inspirado. En el programa anterior, habíamos estudiado los últimos versículos del capítulo 63: “Nuestros adversarios han pisoteado (tu santuario). Hemos venido a ser como aquellos sobre los que nunca gobernaste, como aquellos que nunca fueron llamados por tu nombre” (Is.63:18-19).

En el capítulo 64, el profeta clama con un apasionado y desesperado ‘¡Oh!’… “¡Oh, si rasgaras los cielos y descendieras, si los montes se estremecieran ante tu presencia (como el fuego enciende el matorral, como el fuego hace hervir el agua), para dar a conocer tu nombre a tus adversarios, para que ante tu presencia tiemblen las naciones!” (Is.64:1-2). Es un llamado pidiendo un reavivamiento, una visitación celestial sobre la tierra para experimentar días del cielo sobre ella. Al terminar el programa, mandé un texto al técnico de la emisora: “Pedro, me parece que la palabra para la iglesia, hoy en día, es reavivamiento. Al menos, así lo siento yo”.

 

La ciudad de amor fraternal esto es lo que quiere decir Filadelfia. La ciudad fue establecida en el año 189 a.C. por el rey Eumenes II de Pérgamo. Nombró a la ciudad por el amor de su hermano y sucesor Attalus II, cuya lealtad le hizo ganar el apodo ‘Filadelfos’, significando, literalmente, “el que ama a su hermano”. Un descendiente entregó el reino a sus aliados, los romanos, en el año 133 a.C. Roma estableció la provincia de Asia en el año 129 a.C., al combinar Jonia con el reino de Pérgamo. Filadelfia está situada sobre una llanura fértil junto al antiguo río Hermo, a menos de 50 kilómetros al sur de Sardis.

Muy al principio de su historia, familias judías se mudaban a esa región, estando muy establecidas allí en el tiempo de los apóstoles. Filadelfia estaba bajo el distrito administrativo de Sardis y, en el año 17 d.C., un devastador terremoto arruinó la ciudad. Roma la eximió incluso de pagar impuestos. Agradecida por ello, la ciudad de Filadelfia estableció la secta que adoraba a césar y acuñó monedas con las palabras, “barrendero del templo”.

El cristianismo tuvo un poderoso efecto sobre esta ciudad. Ignacio envió una carta a esta iglesia y la visitó, antes de ser martirizado en Roma. Sin embargo, es obvio que la ciudad no había sido enteramente convertida, ya que en el siglo VI fue llamada, “el pequeño Atenas”, por sus festivales y templos paganos. Cerca del año 600 d.C., fue edificada la basílica de San Juan, cuyas ruinas pueden verse ahora. Durante varios siglos, Filadelfia resistió la conquista de los otomanos, hasta el año 1390, después de que todas las demás ciudades de Asia Menor se hubiesen rendido a ellos. Hoy, las únicas ruinas que restan del tiempo del apóstol Juan, es un pequeño teatro romano. Actualmente, la ciudad de Alașehir se encuentra en ese lugar y, en 1990, contaba con una población de 36.649 habitantes y 45 mezquitas.

Una puerta inamovible

 

El primer detalle que debe ser considerado en el estudio de cualquier iglesia, pasada o presente, es su relación con Cristo, y ésta tiene que ser desde Su punto de vista y no desde el nuestro. Esto es exactamente lo que tenemos al principio de cada uno de los siete mensajes a las iglesias. En Filadelfia, Él es el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, y el que abre y cierra con una autoridad que nadie puede desafiar.

En primer lugar, Él es el Santo, el que es único, apartado por Dios sobre todo lo demás. Al declarar este punto, podríamos hacer un estudio extenso de la carta de Pablo a los Colosenses, del libro de Hebreos y de otras muchas porciones de la Escritura. Pero, por el momento, nos limitaremos a algunos comentarios escritos en Colosenses.

“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación” (Col.1:15). El primogénito no apunta al tiempo, sino a la posición predominante, cláusula que podría ser traducida como, “el primogénito sobre toda creación”. Él está muy por encima de todo lo que es creado y Él es la imagen misma de Dios, co-igual con el Padre y el Espíritu Santo. Él dijo: “Él que me ha visto a mí, ha visto el Padre” (Jn.14:9).

“Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen (griego: se mantienen unidas)(Col.1:17). ¿Por qué razón se mantienen unidos los átomos? El científico no podrá contestar esta pregunta porque no existe una explicación científica que demuestre la razón por la cual toda la creación se mantiene unida. Sin embargo, la Biblia nos declara que Jesús es el ‘pegamento divino’, quién impide el caos cósmico. Al final, Él quitará Su mano, y los cielos y la tierra se desbaratarán.

“Él es también la cabeza del cuerpo, que es la iglesia”, y ningún ser humano puede tomar esta posición, ni siquiera de forma limitada. “Él es el principio, el primogénito de entre los muertos”, significando Su posición dominante sobre la muerte, asegurando así la resurrección de cada creyente. “No era posible que Él quedara bajo el dominio de ella” (Hch.2:24). “A fin de que Él tenga, en todo, la primacía” (Col.1:18), significando que Él tiene la prioridad sobre todo. Esto resume la posición del Santo, apartado y único por Sí mismo, sobre todo. Él es el Santo y la Cabeza sobre Filadelfia, por tanto, “¿quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo?” (Ro.8:34-35).

Continúa diciendo que Él es el Verdadero. Él es la verdad personificada. Él dijo: “Yo soy la verdad” (Jn.14:6). Él es la plenitud de la verdad, a tal grado que nadie tiene por qué mirar en otra dirección. Él es auténtico y en Él no hay nada sintético. Volvamos a Colosenses para ver la excelente e inspirada conclusión de Pablo: “En quien (en Cristo) están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo” (Col.2:3,8). La iglesia de Filadelfia tiene toda la plenitud y toda la suficiencia en Cristo.

Él tiene la llave de David (v.7). Esta declaración está basada en la profecía de Isaías, a quien Cristo cita con toda confianza, por tener toda la autoridad, ya que es la palabra inspirada del Espíritu Santo. En el tiempo de Isaías, el mayordomo del palacio de Ezequías, Sebna, tenía la posición más alta delante del rey, pero fue degradado y desplazado por Eliaquim, elegido por Dios para tomar su lugar. “Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; cuando él abra, nadie cerrará, cuando él cierre, nadie abrirá” (Is.22:22).

Cito mis comentarios sobre el libro de Isaías: “Una vez más, después de Su ascensión y glorificación, Jesús comprueba que Su doctrina no es Suya, sino la de Su Padre. A la iglesia con “poco poder” que ha guardado Su palabra, le ha sido dada “una puerta abierta”. ¡Qué ejemplo más rico nos ha dado Isaías! Eliaquim fue un prototipo de Cristo, y Filadelfia siguió en las pisadas de Cristo.”

 

“Sea como individuo o como iglesia, que el Señor nos dé el privilegio de representarle fielmente. Padre, que el Cristo viva en nosotros con Sus atributos. Danos la santidad es decir, que seamos apartados totalmente para Ti, y haznos caminar en la pureza. Haznos verdaderos, es decir, fieles y genuinos, sin nada de hipocresía. Que entremos por puertas que Tú abras, para así estar involucrados en Tus cosas eternas (v.22).”

“El versículo 23 sigue derramando aún más bendición sobre Eliaquim: “Lo clavaré como estaca en lugar firme, y será un trono de honra para la casa de su padre”. ¡La mano omnipotente de Dios clavará la estaca! Puedes asegurarte que esa estaca permanecerá en su lugar, porque depende del poder del Todopoderoso. El escritor del libro de Hebreos escribió de “una salvación tan grande”. No la desbarates ni la debilites por ponerla en las manos de los hombres. Pedro infiere que la estaca está pegada a una “herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación, que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 P.1:4-5).”

 

“El versículo 24 continúa definiendo esta posición de Filadelfia, dada por Dios: Colgarán de él toda la gloria de la casa de su padre, descendencia y prole, todas las vasijas menores, desde los tazones hasta los cántaros”. Puedes colgar el peso que quieras sobre esta estaca; porque quedará firmemente en su lugar. El peso es lo que Pablo definió como un “excelente y eterno peso de gloria” (2 Co.4:17), que es lo que espera a Eliaquim en la casa del Padre hasta la eternidad, no medida por el tiempo. El Padre le ha clavado y le ha llamado para eso.”

 

“Al terminar el capítulo, es decir, el versículo 25, el Señor se refiere otra vez a Sebna: La clavija clavada en un lugar firme se añejará, se quebrará y caerá”. La posición del hombre es inestable y débil y, aunque está “clavada en lugar firme”, no fue una obra de la mano del Todopoderoso. Cederá, caerá y se romperá, y lo que depende de ella caerá juntamente. Esta es la palabra de Dios, compartiendo con nosotros el futuro de lo que es puesto por los hombres y de lo que es nombrado por Dios.”

 

Dios, en Su soberanía, ha posicionado la Iglesia de Amor Fraternal dentro la Ciudad de Amor Fraternal, aunque, ciertamente, se refiere a una forma de amor más alta de lo que era secular en la ciudad. Filadelfia, probablemente, no era una iglesia grande, sino lo suficientemente débil como para depender de Dios. Están mirándole a Él para que les dé fuerzas, y sus obras son hechas en el poder del Espíritu Santo. Él pone a la iglesia en una posición en la que es imposible fracasar. De esta manera, ellos guardan Su palabra y son fieles a Su nombre. Buscan Su dirección para poder encontrar la puerta abierta que les guíe a la voluntad eterna de Dios (v.8).

Una puerta abierta significa la oportunidad de tener un ministerio exitoso (fíjate en Hch.14:27; 1 Co.16:9; 2 Co.2:12; Col.4:3). Un verdadero siervo de Dios sabe bien que, aunque haya mucha resistencia, la puerta que Dios abre, no puede ser cerrada. Muchos cristianos se atrasan porque están dando mucha importancia a los obstáculos que hay en su camino.

La oposición, una vez más, viene del mundo religioso de los judíos. Jesús tiene un discernimiento perfecto y una percepción clara sobre a qué están adorando. No es la obra de Dios, de ninguna manera, sino que están siendo inspirados por el enemigo. ¿Cómo percibe Él a las iglesias y organizaciones que se oponen al reavivamiento, al derramamiento del Espíritu, y a las manifestaciones de Sus dones? Pablo pudo ver que, para que alguien pueda ser un verdadero judío, tiene que depender de mucho más que de su linaje. “Esto es, no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados como descendientes Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Ro.9:8,16).

El mismo principio se aplica a los verdaderos cristianos. Ni la denominación, ni la iglesia, determinan si los líderes o miembros son genuinos, sino el llamamiento de Dios, Su misericordia y amor para con ellos. “El que me ama, será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él Mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada” (Jn.14:21, 23). La aprobación de Dios será tan evidente que aún los enemigos lo notarán (v.9, ve a Fil.2:10-11). Puedes estar seguro de que Dios tratará con los enemigos, pero la iglesia tiene que concentrarse en guardar Su palabra.

Guardada de la hora de la prueba mundial

 

No tengo ninguna duda de que “la hora de la prueba, esa hora que está por venir sobre todo el mundo”, del versículo 10, se refiere a la Gran Tribulación, de la que Él habló en Mateo 24:15-21. Daniel también escribió acerca de ella en Daniel 12:1, y Jeremías profetizó: “¡Ay! Porque grande es aquel día, no hay otro semejante a él; el tiempo de angustia para Jacob, mas de ella será librado” (Jer.30:7). Estudiaremos este día de angustia para Jacob en el capítulo 12.

Warren Wiersbe comenta: “Seguramente esto se refiere al tiempo de la Tribulación ‘el tiempo de la angustia de Jacob’. No está hablando de alguna prueba local, porque involucra a ‘los que habitan sobre la tierra’”. Jamieson-Fausset-Brown añade: “La palabra de mi perseverancia, es lo que nos enseña a perseverar, esperando Mi venida Por eso en Ap.3:11 sigue, Vengo pronto. La hora de prueba habla precisamente de ‘la prueba’, la dura prueba que está llegando: el tiempo de la Gran Tribulación antes de la segunda venida de Cristo.” John MacArthur dice simplemente: Este periodo se describe por todos los capítulos del 6 al 19. La segunda parte es llamada, ‘La Gran Tribulación’.

 

Tenemos delante una de las grandes evidencias de que Jesús, al hablar a las siete iglesias de Asia Menor, está apuntando más allá, a la iglesia de los últimos tiempos. La sencilla palabra de, en la frase “te guardaré de la hora de la prueba”, es de mucha importancia aquí. Es el prefijo griego ek, hallado también en la palabra ekklesia, es decir, iglesia en español. Quiere decir fuera de, y no quiere decir en, que en el caso de la iglesia significa un pueblo llamado fuera del mundo. Aquí significa que la iglesia del último tiempo no será guardada en la Tribulación, sino que será guardada fuera de la Tribulación.

“Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados” (1 Tes.4:17). Pablo declara, “los que estemos vivos”, aunque sabemos que Pablo ha muerto. ¿Cómo explicaremos esto? Pablo habla por el Espíritu Santo acerca de la iglesia de los últimos días. En el versículo 11, Cristo habla específicamente a la misma iglesia y hallaremos mucho de lo mismo en el libro de Apocalipsis. De hecho, los Evangelios se refieren mucho al pueblo de los últimos días, y aquí tenemos una palabra de Pablo que es específicamente para el pueblo de los últimos tiempos. Esto es profecía, y es para los que necesitarán y recibirán esta palabra profética en aquel día; ellos también oirán, “vengo pronto”, al ver las nubes de la tormentosa Tribulación amontonándose en el horizonte.

Como hemos visto antes, el mandamiento de Cristo, una vez más, no es para un logro sobresaliente, sino para una fidelidad simple. A la luz de los eventos futuros que hemos estado considerando, la corona, mencionada en el versículo 11, puede ser la corona de la reina, la iglesia que reina con el Rey, Cristo. “Si perseveramos, también reinaremos con Él” (2 T.2:12). Alrededor del trono de Cristo, los cuatro seres vivientes y los 24 ancianos se postraron y cantaron: “Reinarán sobre la tierra” (Ap.5:10). En Apocalipsis 20:4, Juan lo mira de antemano: “También vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y se les concedió autoridad para juzgar”. Para la iglesia de Filadelfia no hay ninguna crítica, algo asombroso, porque se refiere a un tiempo muy oscuro, como lo serán los últimos días.

Estamos aprendiendo a extraer una palabra para el individuo al terminar el mensaje a cada iglesia. Es para Aquel que vence. También hemos aprendido que no hay excusa para el individuo que fracasa cuando la iglesia fracasa. Pero aquí, aprendemos que la victoria de la iglesia no quiere decir que es una victoria para cada miembro de ella. ¡Él, individualmente, tiene que triunfar! Es la responsabilidad de cada individuo (v.12).

Para los que no hallan una seguridad o estabilidad en este mundo, Cristo da una promesa de seguridad celestial. Él mismo, el que pone toda su confianza en el Omnipotente, y deposita y se abandona totalmente a Su cuidado, será una columna en el templo de Dios. Será identificado con Dios y llevará Su nombre (fíjate en el comentario sobre 2:17). Apocalipsis 22:4 dice: “Su nombre estará en sus frentes”. Su ciudadanía está en la Nueva Jerusalén, que estudiaremos en el capítulo 21. “Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el señor Jesucristo” (Fil.3:20). Él será completamente una posesión de Cristo. Pero, acerca del nombre nuevo de Cristo, solamente podemos especular, porque su significado está reservado hasta el tiempo de los cielos nuevos y la tierra nueva.

El miembro de la iglesia de Filadelfia ha sido bendecido, porque desde el principio, al nacer de nuevo, él ha oído lo que el Espíritu Santo dice (v.13). Hemos estado considerando una iglesia relativamente pequeña que ha dependido del poder y la enseñanza del Espíritu. Ministra por el Espíritu y entra por puertas que el Espíritu de Dios abre. En la voluntad de Dios ha encontrado utilidad abundante.

Debido a que es tan evidente que el mensaje a Filadelfia fue dado para una iglesia del futuro, hemos escrito varios párrafos sobre el tema. Tiene que ver, no solamente con la iglesia, sino también con el individuo. Aquí añadiremos más detalles acerca del lugar que Filadelfia representa en la iglesia histórica. Filadelfia es una iglesia que recobró fuerza después de la muerte del periodo anterior, representado por Sardis. En su debilidad, se volvió a Dios para poder tener fuerzas y así recibió su poder. Fue una iglesia reavivada… es la iglesia que representa el reavivamiento.

La iglesia de Sardis, como Sebna, oficial del estado en el tiempo de Ezequías, no fueron dignos de la llave de David. Cristo es quien posee la llave y abre la puerta para la iglesia, representada por Filadelfia. Hombres espirituales del movimiento anabaptista, que fueron fuertemente perseguidos por los reformistas y católicos, llevaban la luz de los siete candelabros adelante. Después, los anabaptistas fueron denominados bautistas, aunque también el movimiento menonita salió de ellos. Todos creían en la separación de la iglesia y el estado.

Avivamientos, como los de John Wesley, George Whitefield, Charles Finney y D. L. Moody, han caracterizado este periodo de la iglesia, que empezó, más o menos, a la mitad del siglo XVIII. Fue un tiempo en el que Dios levantó a personas comunes e insignificantes para hacer proezas en el poder del Espíritu Santo.

La iglesia morava fue una que se reavivó. Empezó con la enseñanza de un sacerdote católico convertido, John Hus, que fue martirizado por la iglesia romana en el año 1415 d.C., cien años antes de la Reforma. Seguramente, fue un precursor de la Reforma; muchos de los reformistas se referían a él.

Sus seguidores establecieron una iglesia en Bohemia, fuera de la iglesia católica, que sobrevivían como un movimiento clandestino hasta que, en 1722, se refugiaron en Alemania, en el terreno del conde Nikolaus Ludwig von Zinzendorf. Dios había preparado este vaso para ellos, que encontró un nuevo nacimiento en Cristo. Él daba la bienvenida a los refugiados, entre los seguidores de Hus en Moravia, y con ellos, comenzaron a buscar a Dios, esperando un movimiento de Su Espíritu. Empezaron una cadena de oración, 24 horas al día, que es famosa, porque perduró 100 años en la parte éste de Alemania, llamada por ellos, Herrnhut (La Vigilia del Señor).

El 13 de agosto, de 1727, el Espíritu Santo fue derramado sobre los creyentes, mientras tomaban la Santa Cena en una iglesia luterana, edificada por la abuela de Zinzendorf. Tuve el privilegio de visitar este lugar hace muchos años y, Leonard Ravenhill, me pidió tomar fotos (las tengo que buscar.) El movimiento del Espíritu trajo el amor de Filadelfia sobre los creyentes, seriamente divididos anteriormente por argumentos doctrinales. Herrnhut, podemos decir, llegó ser la ciudad de amor fraternal. Al resucitar la iglesia, el Señor abrió una puerta al mundo, y misioneros de Herrnhut fueron a muchas partes del planeta, lugares especialmente difíciles. Fue el principio de la obra misionera moderna, de la cual podría decir mucho más, pero no puedo tomar tanto espacio (estudia tú mismo esta historia tan interesante y vital).

Por medio de los moravos, John Wesley nació de nuevo y, junto con George Whitefield, trajo el reavivamiento a Inglaterra, que se extendió hasta América (mira como el plan de Dios evoluciona metódicamente, sin supervisión humana). En 1793, William Carey navegó a la India, abriéndose después una puerta a China, Japón, Corea, África y a las islas del mar. En América, el avivamiento continuó por medio de Jonathan Edwards. Después, un aprendiz de abogado, Charles Finney, fue grandemente utilizado por Dios, en el éste de los Estados Unidos. D. L. Moody, un vendedor de zapatos, un hombre sencillo, casi sin educación escolar, encendió una llama espiritual en los Estados Unidos y cruzó el Atlántico para avivar Inglaterra. Filadelfia sigue existiendo con las iglesias de Tiatira y Sardis hoy en día, pero su candelabro ha perdido mucho de su brillo y poder durante el siglo XX. Al mismo tiempo, la iglesia que ocupa el séptimo candelabro se ha levantado. La estudiaremos en el siguiente artículo.

Mensaje a la iglesia de Laodicea

 

Capítulo 3:14-22

 

  1. Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amen, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto:

  2. Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni ¡Ojalá fueras frio o caliente!

  3. Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi

  4. Porque dices: Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y

  5. te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver.

  6. Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete.

  7. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él

  8. Al vencedor, le concederá sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí, y me senté con mi Padre en su

  9. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las

 

El Amén, autoridad absoluta

 

Es probablemente cierto que la historia de la mayoría de las ciudades que hemos estudiado, si no todas, es más antigua de lo que hemos contado. Es probable que las ciudades de las siete iglesias en Asia Menor fueran edificadas sobre pueblos anteriores a ellas. Sin embargo, nos hemos centrado en el tiempo en el que estaban desarrollando cierta importancia en el mundo.

Por ejemplo, Laodicea, anteriormente, fue llamada Diospolis – la ciudad de Zeus – y después Rodas. Entre 261 y 253 a.C., Antíoco II Theos, un rey seléucida, reedificó el pueblo y lo nombró por su esposa, Laodice (algunos de vosotros quizás recuerden el estudio en Daniel sobre la dinastía seléucida). Antíoco la pobló con 2.000 familias judías de Babilonia y, como resultado, muchos de los habitantes en su historia eran judíos. Más o menos, en el tiempo de Jesús y hasta el tiempo de los apóstoles, ellos enviaban 20 libras de oro cada año a Jerusalén para el templo.

Laodicea es la que está más al sur de las siete iglesias de Asia Menor, localizada a unos 75 kilómetros al sureste de Filadelfia, aproximadamente a 160 kilómetros al este de Éfeso y solamente a 18 kilómetros al oeste de Colosas. Está situada en el valle del río Lycos. Laodicea era poco importante, hasta que estuvo bajo el dominio de Roma, y llegó a ser una de las más importantes y prósperas ciudades de Asia Menor. De hecho, fue el centro judicial sobre 25 ciudades. Producía y exportaba vestiduras de lana negra de alta calidad, y fue famosa por su ungüento para enfermedades oculares. Como en Pérgamo, había una gran escuela de medicina en Laodicea y, no muy lejos, en Hierópolis (que también tenía una iglesia cristiana, Col.4:13) había aguas termales. La ciudad moderna más cercana a las ruinas de Laodicea es Denizli, a unos seis kilómetros de distancia.

Es muy importante que consideremos la prosperidad de la ciudad, porque tenía mucho que ver con su condición espiritual. La ciudad acuñaba sus propias monedas, con las inscripciones que indicaban su adoración a Zeus (Júpiter) y los emperadores romanos. Laodicea se ocupaba en el estudio de la ciencia y la literatura. Los ciudadanos ricos desarrollaban un gusto por el arte griego y embellecían la ciudad con monumentos hermosos. Aún, el nombre griego literal parece sugerir la autosuficiencia de los laodicenses, porque significa, la justicia de o por el pueblo. Ellos disfrutaban orgullosamente de su independencia, hasta el punto de que, en el reino de Nero (60 d.C.), cuando el pueblo quedó destruido por un terremoto, rehusaron la ayuda de Roma para reedificar la ciudad. Ellos mismos la restauraron con sus propios esfuerzos y reserva financiera.

A parte del libro de Apocalipsis, hay cuatro referencias a Laodicea en la carta de Pablo a los Colosenses… 2:1; 4:13, 15 y 16. Por lo que dice Colosenses 2:1, entendemos que el apóstol nunca visitó Laodicea – de hecho, ni a Colosas. Parece ser que las dos iglesias, probablemente, se fundaron durante su tiempo en Éfeso. Sin embargo, Pablo estaba muy preocupado por su bienestar espiritual, debido a la falsa doctrina que se esparcía en la región, y pidió que, tanto los colosenses como los laodicenses, se compartieran mutuamente las cartas que él les había mandado (Col.4:16). La carta a los laodicenses se ha perdido.

En Su presentación a la iglesia de Laodicea, Jesús dijo que Él es “el Principio de la creación de Dios”. Simplemente, significa que Él es el Creador. Él inició y llevó a cabo la creación del mundo por el poder de Su palabra. “Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn.1:3). En el último artículo estudiamos lo que significa ser “el primogénito de toda creación” (Col.1:15), y el Principio y el Primogénito llegan a tener el mismo sentido… está describiendo la posición de Jesús sobre la creación; no tiene que ver con el tiempo.

Empieza presentándose como el Amén. Cito a Jamieson-Faucett-Brown: “El Amén – (Is.65:16, en el hebreo literal: ‘Será bendecido por el Dios de Amén jurará por el Dios de Amén’) Es el que no solamente dice la verdad, sino que es la Verdad. Los santos usaban un Amén al terminar sus oraciones, o al estar de acuerdo con una palabra bíblica, pero ninguno, menos el Hijo de Dios, jamás dijo, ‘Amén, os digo.’ Este es un lenguaje que solamente pertenece a Dios, quien se afirma por Sí mismo. La fórmula del Nuevo Testamento, ‘Amén, os dijo’ es igual a la fórmula del Antiguo Testamento, ‘Vivo yo, declara Jehová’. Solamente en el Evangelio de Juan, Él usa el doble amén (según el griego, como en Jn.1:51; 3:3; y etc.). En la Reina-Valera 1960, ‘De cierto, de cierto’, o en la Biblia de las Américas, ‘En verdad, en verdad’. Su fidelidad inmutable como ‘el Amén’ contrasta con el propósito vacilante de Laodicea, ‘no frío ni caliente’ (Ap.3:16).

 

Se supone, con algo de probabilidad, que el ángel de la iglesia de Laodicea fue Arquipo, a quien, treinta años antes, Pablo dio el consejo de cuidarse de estar diligente en cumplir su ministerio. Así las ’Constituciones Apostólicas’ le nombran como el primer obispo de Laodicea: se supone también que es el hijo de Filemón (Col.4:17; Fil.1:2).”

 

¿Por qué será que, en todas las naciones del mundo, con sus múltiples lenguas, la palabra amén es pronunciada en el hebreo original? La razón es porque no hay una traducción digna para esta palabra. Cuando se utiliza, significa que lo que se está diciendo es de absoluta autoridad. Para estar seguro de que lo estamos entendiendo, JFB nos está diciendo que donde aparece verdad dos veces en Isaías 65:16, la palabra original es amén. Cuando Jesucristo dice que Él es el Amén, significa que Él es la Verdad con absoluta autoridad. ¡Al escucharle usar este título en Su mensaje a los laodicenses, debe llenarse de temor el corazón de cada miembro! Por todo el libro de Apocalipsis, Jesús se otorga títulos divinos para Sí mismo, porque Él es digno.

El siguiente título, “el Testigo fiel y verdadero”, en verdad es una traducción en griego, de lo que quiere decir la palabra amén. Juan, en el capítulo 1, llama a Jesús el testigo fiel. Permíteme citar de “El Cristo del Apocalipsis”, capítulo 3, donde escribo sobre el Testigo Fiel: Un día agucé el oído escuchando a una coral. Cuando llegaron a la línea “por tal gusano como yo” del antiguo himno “En la cruz”, ellos cantaron, “por alguien tal como yo”. Una moderna interpretación del gran himno de Newton, “Sublime Gracia”, prefiere decir “sublime gracia, que dulce el sonido, que salvó a alguien como yo”, en lugar del original, “que salvó a un desventurado como yo”. Antes de su conversión, Newton era un despiadado tratante de esclavos que violaba a las mujeres africanas que transportaba en su barco (¡un desventurado, por supuesto!).

 

Aparentemente, muchos compositores y músicos actuales no escuchan a “Jesucristo, el testigo fiel”, que es el título que Juan da a Cristo en Apocalipsis 1:5 y que tomó del propio Señor. Cristo lo usó en su presentación a los laodicenses. Jesús dijo a ese grupo, que profesaba ser cristiano, “Tú eres desventurado” (3:17, RV60).

 

Laodicea tenía una elevada opinión de sí misma. Ella decía: “Yo soy rica.” Sin embargo, el Testigo Fiel dice algo más: “Y no sabes que tú eres pobre (v.17). La psicología cristiana no puede limpiar la mancha de culpabilidad de una conciencia corrupta. Todas las charlas sobre autoestima y egoísmo no pueden detener la marea de pacientes que acuden al departamento de psiquiatría del hospital. El Testigo Fiel de Dios dice: “Y no sabes que tú eres miserable.

 

El cristiano moderno puede tener libretas llenas de anotaciones y recomendaciones, pero continuar siendo el ignorante de todos los tiempos en cuanto al conocimiento personal de Dios. El verdadero Testigo ha dicho: “Tu eres ciego” y, hasta que el bálsamo enviado por el cielo elimine la maldición, todo el estudio que uno pueda hacer, no iluminará la oscuridad.

 

Una iglesia tibia

 

Jesús contradijo todo lo que Laodicea decía de sí misma. Ella dijo: “Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”, pero, Jesús dijo: “Eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo” (v.17). Laodicea estaba totalmente ciega a su propia condición y vivía confiadamente bajo un tremendo engaño. ¡Qué terrible sería despertar a la realidad al otro lado de la tumba! ¡Qué misericordioso es el Señor, que nos da la verdad mientras que hay tiempo para arrepentirnos!

Recuerda que esta iglesia existía en una ciudad próspera, con una escuela de medicina y un famoso ungüento para los ojos, pero ella misma está ciega. Fabricaba vestiduras de lana negra, pero ella misma está desnuda. La gente es orgullosamente independiente y autosuficiente, pero es digna de lástima en los ojos del Señor, y lo único que importa, es lo que Él ve en ella. Puede justificarse y discutir apasionadamente que no es así, pero no podrá cambiar la verdad. Él es el Testigo Fiel.

Su problema número uno es que no está fijándose en Cristo. La iglesia puede pensar que está apartada del mundo, pero no es así. Al entrar en la cristiandad ha llevado consigo su mentalidad. Es posible vivir, físicamente, apartado del mundo y todavía estar dependiendo de él. Jesús dice: “De mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver” (v.18).

Laodicea, en cuanto a ella misma, es tibia, aunque tiene las calientes aguas termales de Hierópolis en el lado norte, y los manantiales frescos de Colosas en el lado éste (v.15). No pienses que una condición tibia se define como algo caliente que se ha enfriado un poco, sino que habla de indecisión y mezcla. Elías desafió a Israel: “¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, seguidle; y si Baal, seguidle a él. Pero el pueblo no le respondió ni una palabra” (1 R.18:21).

Josué hizo lo mismo: “Y si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al Señor” (Jos.24:15). Josué solamente pudo decidir por sí mismo y su casa; no pudo elegir por el pueblo. Cada uno tiene que hacer su decisión, individualmente. Jesús sabía lo que pasaba en el corazón de cada miembro y fue manifestado por sus hechos. El cristianismo tibio le produce nauseas a Cristo (v.16).

Este es un mensaje de amor que procede directamente de los labios de Cristo (v.19) y nos da el verdadero significado del amor. ¡El amor disciplina! Me acuerdo que un padre me dijo que él amaba tanto a su hija que jamás podría pegarla. No recuerdo si le llamé mentiroso, pero eso es lo que era. La Biblia define el amor paterno de esta manera: “El que escatima la vara odia a su hijo, mas el que lo ama lo disciplina con diligencia” (Pr.13:24). Laodicea también tenía que aprender este principio espiritual.

Antes de poder ver su condición y arrepentirse, necesitan aplicar el ungüento celestial en sus ojos. Aprendimos, en el mensaje a Sardis, que necesitaron ser despertados para poder arrepentirse. Un cristiano dormido es un cristiano engañado, y tiene que ser bruscamente despertado para poder ser celoso y arrepentirse. Según la definición de celoso en el diccionario griego, él tiene que tener un calor de sentimientos para arrepentirse, codiciarlo fervientemente y, en una palabra, desearlo.

 

Cristo no sentía ningún placer en la iglesia laodicense, y no pudo hallar nada en ella para elogiar. Laodicea necesitaba algo muy diferente a lo que ya poseía. Aparte del oro del mundo, necesitaba “oro refinado por fuego”. Aparte de su ungüento fabricado, necesitaba el ungüento ungido del cielo. Las muy lujosas vestiduras de lana negra no cubrían su desnudez espiritual. Necesitaban “vestiduras blancas”, obtenidas por medio del Cordero de Dios.

Hace muchos años escribí un folleto sobre el hecho de que Jesús estaba fuera de la puerta de la iglesia y llamaba, después de haberles dado Su mensaje. Lo titulé: “¿Hay quien que me oye adentro? Él no está dentro de la iglesia de Laodicea, está afuera. Pero hay tanta actividad adentro y están tan involucrados con programas, que es muy evidente que la iglesia no le oye. Por eso, una vez más, Él se dirige al individuo, y si hay algún miembro de esa iglesia que puede escuchar su llamado, puede abrir la puerta de su propia vida para dejar entrar al Señor (v.20).

Al menos, este versículo refresca un poco el alma. Jesús promete comunión maravillosa con tal individuo que está en la iglesia de Laodicea, pero su lealtad tiene que ser para Cristo, mucho más que para la iglesia. Él reconoce, desde la profundidad de su ser, cuánto necesita la iglesia oír y recibir este mensaje. No tiene con qué defender su condición, nada que elogiar, por eso está totalmente de acuerdo con el mensaje de Cristo. Incluso en este siglo XXI, uno puede hallar a tales personas en situaciones semejantes.

A Jesús le encanta la comunión en la mesa, y le hallamos allí en los Evangelios. Disfruta de la comunión mutua, amistosa y de plena confianza. Desde esa mesa, Jesús lleva al creyente que ha ganado la victoria sobre el ambiente tibio que le rodea, a un lugar de victoria eterna. JFB comenta: “El lugar más alto está al alcance del que está en el lugar más bajo; la chispa más débil de gracia puede ser avivada hasta ser una llama caliente de amor.”

 

“Le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono”. Por supuesto, el alma redimida no puede estar sobre un trono de la misma autoridad que Cristo, pero de todos modos puede estar con el Padre y el Hijo en plena comunión, y recibir un lugar en Su Reino eterno (v.21). Suena tan maravilloso que es difícil creerlo, pero así es la promesa que podemos recibir: Sentarse con Cristo y el Padre en lugares celestiales. ¡Qué bueno es tener oídos del corazón para poder recibir este mensaje! (v.22).

Tengo una norma que, en general, respeto, pero de la que ahora haré excepción. Normalmente, no recomiendo públicamente la ficción cristiana, pero por el tema que acabamos de estudiar, hay una película que, literalmente, nos lleva de la cristiandad del siglo XIX hacía la del siglo XX. Si es verdad que cada una de las siete iglesias representan un periodo diferente de la historia de la iglesia, entonces, al empezar el siglo XX, el sexto candelabro pierde su posición dominante (aunque continúa existiendo, quizás con una llama menos intensa), y tiene que ceder el lugar al séptimo. La película, El que cambia los tiempos https://vimeo.com/133012069, demuestra algo bien ese cambio.

Nosotros vivimos en el tiempo en el que la iglesia que domina es la iglesia laodicense. Permanecerá en la tierra por toda la Gran Tribulación, pero cesará de ser una iglesia. Yo creo que se juntará con el sistema babilónico, que es una mezcla de religión, política y poder financiero. Pienso que otra manera de describir la condición tibia es usando el color gris. Llegará el día cuando las cosas que no podemos distinguir bien si son genuinas o no, que nos hacen dudar y nos confunden, se cambiarán en un intenso y profundo color negro. El color gris se dividirá en blanco y negro. Se manifestarán por lo que son en verdad.

Yo creo que también estamos viviendo en tiempos, cuando individuos, en particular, responderán a la llamada que Cristo hace desde afuera, desde el otro lado de la puerta de la iglesia, que está cerrada. Ellos estarán mirando solamente a Cristo y la obra del Calvario para obtener vestiduras blancas y puras. Se abandonarán, cayendo en las manos de Cristo. Se separarán de Laodicea para juntarse con otros que sienten las mismas nauseas que Cristo siente por la iglesia tibia y convencional, con un deseo ardiente de andar en el Espíritu Santo. Están fijándose en Cristo para que Él sea la Cabeza del cuerpo, anhelando una comunión sencilla con sus hermanos en el Espíritu, y están preparándose para las Bodas del Cordero.

Al terminar el Antiguo Testamento, hallamos uno de los cuadros más hermosos de toda la Biblia. Es una de mis porciones preferidas de la Escritura. Aquí está la profecía de Malaquías sobre la venida de Juan Bautista, seguida inmediatamente por la profecía de la venida del Señor mismo: “He aquí, yo envío a mi mensajero, y él preparará el camino delante de mí. Y vendrá de repente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el mensajero del pacto en quien vosotros os complacéis, he aquí, viene – dice el Señor de los ejércitos” (Mal.3:1). Entonces el profeta describe el ambiente general de Israel en su día… el día en que vive el último profeta del Antiguo Testamento: “Ahora llamamos bienaventurados a los soberbios. No sólo prosperan los que hacen el mal, sino que también ponen a prueba a Dios y escapan impunes” (Mal.3:15).

En este tiempo, entra en la escena un tipo de persona totalmente diferente: “Entonces los que temían al Señor se hablaron unos a otros, y el Señor prestó atención y escuchó, y fue escrito delante de Él un libro memorial para los que temen al Señor y para los que estiman su nombre. Y ellos serán míos – dice el Señor de los ejércitos – el día en que yo prepare mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve. Entonces volveréis a distinguir entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve” (Mal.3:16-18).

Al llegar al final de la época del Nuevo Testamento, creo que habrá gente semejante, que escuchará una voz muy clara del cielo, diciendo y repitiendo dos veces: “Vengo pronto” (Ap.22:7, 12,20). En aquel día el Espíritu y la esposa estarán muy de acuerdo, trabajando juntos, emitiendo una llamada final a los incrédulos, diciendo “¡Ven!” Pero su gran pasión y el deseo sobresaliente es responder a la venida prometida del Señor. Ellos dicen: “Amén. ¡Ven, Señor Jesús!”



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