Libro del Profeta Zacarías

Libro del Profeta Zacarías

Libro del Profeta Zacarías

 

Un estudio expositivo por Lowell Brueckner

 

Capítulo 1

 

Capítulo 1:1-6

 

  1. En el octavo mes del año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo:

  2. Se enojó Jehová en gran manera contra vuestros

  3. Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos.

  4. No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová.

  5. Vuestros padres, ¿dónde están? y los profetas, ¿han de vivir para siempre?

  6. Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandé a mis siervos los profetas, ¿no alcanzaron a vuestros padres? Por eso volvieron ellos y dijeron: Como Jehová de los ejércitos pensó tratarnos conforme a nuestros caminos, y conforme a nuestras obras, así lo hizo con nosotros.

 

El mes de noviembre del año 520 a.C., durante el tiempo del imperio persa, en el reinado de Dario, llegó la palabra de Dios a Zacarías (v.1). Fue en ese momento cuando empezó su ministerio como profeta. Es el único suceso que califica a un hombre para este oficio. Con la excepción de Isaías, este es el profeta que más tiene que decir sobre el Cristo venidero.

Por lo regular, tiene un mensaje muy positivo, pero no ignora la ira de Dios. Recuerda a Israel Su indignación contra sus padres (v.2)… una indignación que les llevó a tener que estar 70 años en el cautiverio (v.12). Si quieres saber acerca de la intensidad de Su ira, solamente tienes que leer el libro de Lamentaciones. Allí verás las tristes calamidades que les acontecieron a mano de los babilonios.

Tampoco el evangelio del Nuevo Testamento ignora la ira de Dios. Nos recuerda que todos estábamos bajo esa ira y que, en el tiempo presente, los incrédulos son hijos de ira. El libro de Hebreos nos anuncia que es horrenda cosa caer en manos del Dios vivo. Pero en toda la Biblia no hay otro libro como el de Apocalipsis, en el que se nos hable más de la ira de Dios y del Cordero, y del infeliz fin de los que no se rinden a Él.

Permíteme presentar algunos versículos del Nuevo Testamento que nos hablan de la ira de Dios: Mt. 3:7; Lc.3:7; 21:23; Jn.3:36; Ro.1:18; 2:5,8; 3:5; 5:9; 9:22; 12:19; 13:4; Ef.2:3; 5:6;

Col.3:6; 1 Tes.1:10; 2:16; Heb.3:11, 4:3; Ap.6:16-17; 11:18; 14:10,19; 15:1,7; 16:1,19; 19:15.

Además, Jesús, que representó perfectamente la persona del Padre en la tierra, se indignó contra Sus discípulos por la actitud demostrada contra los que habían traído a sus niños para que Él les bendijera (Mc.10:14). En el templo, se indignó al ver la dureza del corazón de los judíos, que no pudieron gozarse por la sanidad de un manco, porque era más importante su propia interpretación sobre guardar el sábado (Mc.3:15). Además, creo que todos nosotros sabemos del día cuando Cristo entró en el templo y observó a la gente negociando en un lugar dedicado a la adoración a Dios. Allí mismo, se encendió Su ira y echó fuera a todos con un azote de cuerdas, volcando las mesas y desparramando las monedas (Jn.2:13-17).

Ahora, Zacarías amonesta a los judíos del privilegio que tienen de disfrutar de una nueva oportunidad, por lo que deben tener mucho cuidado de no seguir los pasos de sus padres (v.3). Dios, con su perfecta sabiduría, sabía que 70 años en el cautiverio, ni un día más ni un día menos, fueron necesarios para quebrantar la terquedad de Su pueblo; Su misericordia no permitió que pasara más de un día de lo que fuera necesario. Pero ahora era el tiempo de invitarles a volverse al Señor y decirles que el Señor estaba dispuesto a volverse a ellos. El nombre de Dios que se repite en todo el libro es YHVH Sebaot (BTX) = Jehovah de las huestes (el Señor de los ejércitos). Él vendrá a favor de Su pueblo, batallando por ellos con todos Sus ejércitos. Esta expresión aparece varias veces en los siguientes versículos de este capítulo (4, 6, 14, 16 y 17), y más veces durante todo el libro.

Zacarías cuenta un poco acerca de la historia de los judíos, recordándoles cómo Dios había demandado el arrepentimiento de sus padres (v.4); pero como ellos no hicieron caso, se encendió Su ira y vino contra ellos con Sus huestes. Fíjate cómo un profeta es capaz de impresionar a sus oyentes o lectores. No solamente presenta un mensaje, sino que lo hace de la mejor manera, para que le hagan caso. Si hemos sido llamados por Dios para predicar Su palabra, tenemos que hallar también esta manera de hacerlo.

Zacarías enfatiza los límites humanos (v.5), en contraste con la Palabra de Dios. Los padres que desobedecieron estaban muertos, y los profetas que les habían avisado también eran mortales y falibles; pero la Palabra de Dios es infinita, permanente, segura y se cumple sin fallar (v.6). Incluso, los desobedientes padres tuvieron que reconocerlo durante aquellos 70 años de prueba en Babilonia y ahora, sus hijos, pueden testificar lo mismo. Hay un reconocimiento de que el Señor de los ejércitos ha cumplido Su palabra. La mejor aplicación a estos seis versículos, inspirados por el

Espíritu Santo, por medio de un profeta llamado de Dios, es que nosotros pongamos toda la atención a esta advertencia. Tú y yo moriremos, como el profeta inspirado murió, pero la Palabra de Dios nos ha llegado hasta el Siglo XXI y seguramente se cumplirá en nuestras vidas.

Lo que queremos hacer en este estudio bíblico es tratar de percibir lo que el Autor, el Espíritu Santo, quiso compartir con Zacarías para que él lo escribiera, primeramente para la gente de su día y después, para las generaciones futuras. También veremos porciones que podemos aplicar personalmente a nuestras vidas.

 

Aparece el Ángel del Señor

 

La primera visión

Capítulo 1:7-10

La patrulla angelical

  1. El día veinticuatro del mes undécimo, que es el mes de Sebat, el año segundo de Darío, vino la palabra del Señor al profeta Zacarías, hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo:

  2. He aquí, de noche vi un hombre que iba montado en un caballo rojo; él estaba entre los mirtos que había en la quebrada, y detrás de él, caballos rojos, castaños y blancos.

  3. Entonces dije: ¿Quiénes son éstos, señor mío? Y el ángel que hablaba conmigo me dijo: Te mostraré quienes son éstos.

  4. Y el hombre que estaba entre los mirtos respondió y dijo: Estos son los que el Señor ha enviado a recorrer la tierra.

Tres meses después de que la palabra de Dios llegara a Zacarías, en el mes de febrero, el undécimo mes del mismo año del reinado de Darío (520 a.C.), él tuvo su primera visión (v.7). Aunque las visiones fueron de noche, no eran sueños, porque menciona varias veces que él, conscientemente, alza sus ojos (v.18; 2:1; 5:1; 6:1). En el 4:1, el ángel le despierta del sueño para ver la visión y en el 5:5 le manda alzar sus ojos. Zacarías escribe acerca de ocho visiones.

Para saber el significado de las visiones él hace diez preguntas. Bienaventurado el que pregunta, porque él será contestado. A tales personas les es dado conocer los misterios del Reino de Dios (Mt. 4:10-12). Hay gente que desea tener experiencias, pero para Zacarías la experiencia no era importante, sino su significado. Quería entender lo que Dios estaba haciendo en su día, que también tenía que ver con el futuro. En Zacarías tenemos a un profeta que marca el advenimiento del Mesías en un futuro lejano. Él preguntó y nosotros disfrutamos, ya que no solamente compartió lo que vio, sino que lo pudo juntar con la respuesta.

En la visión, un Varón cabalga sobre un caballo bermejo con un propósito (v.8). Es una Persona muy importante que ha llegado con una misión importante; está para llevar a cabo el plan más importante del mundo, que es el plan de Dios. Bermejo o rojo, es el símbolo de juicio, sangre y guerra. Está entre los mirtos, que son árboles que sólo crecen a tres metros de altura, y en la visión están en un lugar bajo, como en un barranco. Los mirtos simbolizan el pueblo de Dios, Israel, en su estado de humillación, apenas saliendo del cautiverio. El Varón se manifiesta poco después como el Ángel del Señor, y es muy semejante a la descripción del Varón que se le apareció a Josué… el Capitán de las huestes del Señor (Jos.5:13-15). Este es el Verbo de Dios, el eterno Hijo de Dios.

Tras él, vienen caballos (por supuesto, con jinetes) de varios colores… bermejo, alazán y blanco. Está claro que los colores simbolizan cosas y, como los números en la Biblia, son constantes desde el principio hasta el final. Es así porque el Autor es el mismo, El Espíritu Santo, y sabe instruir perfectamente a seres humanos. Desde pentecostés, él procede del Padre, enviado del Hijo, para enseñar a los cristianos desde Su libro de texto, que es la Biblia. Los colores tienen que ver con los ministerios de los ángeles…. juicio, victoria y una mezcla de los dos.

Zacarías es un joven (2:4) que, como hemos dicho ya, sabía preguntar, y en este versículo (v.9) hace su primera pregunta. Un mensajero celestial está con él en este tiempo para informarle. El cielo está muy dispuesto a contestar, y la pregunta de Zacarías fue sobre los caballos que tienen jinetes. Hemos entrado en el mundo espiritual y vamos a aprender sobre los ángeles que son dirigidos por el Ángel del Señor.

El Varón permanece entre los mirtos y Él mismo contesta la pregunta (v.10). Con la respuesta podemos saber algo, no solamente en cuanto de estos ángeles, sino de la misión de los ángeles en general. Dice que son enviados por el Señor y su propósito es una misión de reconocimiento. Es una patrulla espiritual que se mete en los asuntos del hombre. Debemos saber que el mundo de los espíritus es muy real, más real y antiguo que el mundo material que vemos, que es, en verdad, controlado por espíritus buenos y malos (Job 1:7; 2:2).

 

El Ángel del Señor intercede

Capítulo 1:11-14

 

  1. Y ellos respondieron al ángel del Señor que estaba entre los mirtos y dijeron: Hemos recorrido la tierra, y he aquí, toda la tierra está en paz y tranquila.
  2. Entonces respondió el ángel del Señor y dijo: Oh Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo seguirás sin compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales has estado indignado estos setenta años?
  3. Y el Señor respondió al ángel que hablaba conmigo palabras buenas, palabras
  4. Y el ángel que hablaba conmigo me dijo: Proclama, diciendo: “Así dice el Señor de los ejércitos: ‘Estoy celoso en gran manera por Jerusalén y por Sion,

 

Por primera vez el Varón es llamado el Ángel del Señor (v.11). Está entre los mirtos que, como ya hemos dicho, simbolizan el pueblo de Israel. De igual manera, en el libro de Apocalipsis, le vemos entre los siete candelabros, que simbolizan las siete iglesias. El Señor, el buen Pastor, está siempre entre su pueblo, sean judíos o gentiles. Los ángeles le informan sobre la situación política que, por el momento, está tranquila. El reinado de los persas, tras derrotar a los babilonios, se ha establecido y hay paz.

Quizás nos sorprenda saber que al Ángel del Señor (v.12) no le agrada la situación de tranquilidad en el mundo. Muchas veces, lo que alegra al mundo entristece al cielo. El Hijo de Dios siempre ha sido intercesor y ora al Padre (Jn.17:9), no por el mundo, sino por Su pueblo. En los días de Su carne dijo: “No he venido al mundo para traer paz”. Él no ha venido para mejorar el mundo, sino para traer lo que beneficia a Su pueblo. Él ha entrado con Su caballo bermejo y con Sus huestes para quitar esa tranquilidad. El ora al Señor de las huestes, que es el nombre y la manera en la que Dios se manifiesta repetidas veces en todo este libro, demostrando así su soberanía sobre toda situación en la tierra. Pide que una obra de Dios estorbe la situación en el mundo y favorezca a Israel, ya que los 70 años de ira contra ellos han terminado. Con cuánta misericordia desea que el Padre se compadezca de ellos. Los 70 años de ira fue el tiempo necesario para tratar y quebrantar su rebeldía pero, por Su misericordia, no dejó pasar ni un día más de lo necesario. La disciplina de Dios está totalmente controlada.

Ahora el Señor responde con palabras buenas, palabras de consolación, al ángel que instruía a Zacarías (v.13). Es “Padre de las misericordias y Dios de toda consolación” (2 Co.1:3). Dijo Lutero: “Si eres un predicador de la misericordia, no prediques una misericordia imaginaria, sino la misericordia verdadera. Si la misericordia es verdadera, tienes que llevar pecados verdaderos, no imaginarios sé un pecador y deja que tus pecados sean fuertes, pero también deja que tu confianza en Cristo sea más fuerte y regocíjate en Cristo, quien es el Conquistador sobre el pecado, la muerte, y el mundo ¿Piensas tú que un Cordero sumamente alzado ha pagado un sacrificio pequeño por nuestros pecados?” La ira ha pasado y es tiempo de confiar en Su misericordia.

Fue dicho para que Zacarías lo oyera y para que pudiera proclamar ahora, no la ira, sino el celo de Dios por Su pueblo, abusado por sus enemigos (v.14). El celo del Señor por Jerusalén, por el Monte Sión y por Su casa, fue demostrado por Jesús cuando vio el estado espiritual de Jerusalén en Su día y cuando entró en el templo antes de la Pascua. Lloró sobre Jerusalén y entró en el templo echando fuera a los negociantes, “porque el celo de tu Casa me consume” (Sal.69:9).

 

El desarrollo de un plan eterno

Capítulo 1:15-17

 

  1. … y con gran enojo estoy yo enojado contra las naciones que están confiadas; porque cuando yo estaba un poco enojado, ellas contribuyeron al mal.’

  2. “Por tanto, así dice el Señor: ‘Me volveré a Jerusalén con compasión; en ella será reedificada mi casa’ —declara el Señor de los ejércitos— ‘y el cordel será tendido sobre Jerusalén.’”

  3. Proclama de nuevo, diciendo: “Así dice el Señor de los ejércitos: ‘Otra vez rebosarán mis ciudades de bienes, otra vez el Señor consolará a Sion y de nuevo escogerá a Jerusalén.’”

 

Para los enemigos de Israel, la disciplina del Señor sobre Su pueblo fue una ocasión de la que aprovecharse para agravar su situación y gozarse de su calamidad. ¿Por qué razón el Señor está airado? Es, sobre todo, por la autoconfianza de los enemigos; el orgullo es lo que más incita la ira de Dios (v.15). Es su autoconfianza lo que separa al hombre de Dios. De este problema básico es de lo que escribe Habacuc en 2:4: “Aquel cuya alma no es recta está envanecido. Dios demanda que todo el mundo se humille y deposite su confianza en Él, porque “el justo por su fe vivirá”.

El no confiar en Dios les convierte en Sus enemigos e intentan aprovecharse de Su pueblo en el tiempo de su debilidad. Sin la mano defensora de Dios sobre ellos, piensan que es el momento de derrotarles con su propia astucia y fuerza. Setenta años de disciplina para Su pueblo es algo breve comparándolo con la ira eterna contra los enemigos de Dios y Su pueblo. Dios requiere que todo el mundo abandone su autoconfianza y se reconcilie con Él, confiando sólo en Él, porque si no, el Señor de los ejércitos batallará contra ellos.

El pueblo que había salido a causa de la ira de Dios, vuelve por una misericordia que sobrepasa la ira previa. El Señor de los ejércitos obrará para que Su casa sea edificada porque quiere habitar entre Su pueblo otra vez. La obra se extenderá sobre toda la ciudad de Jerusalén. El cordel significa esa obra de reconstrucción… es un cordel para medir (v.16).

El Señor de los ejércitos continuará Su obra más allá de Jerusalén. La extenderá sobre otras ciudades de Israel y prosperarán otra vez, después del cautiverio. Cuando la Biblia habla de Sión está señalando el centro espiritual, es decir, el núcleo de Israel. Es el pueblo que se interesa por el bienestar espiritual de la nación. Lo que Dios está desarrollando será una obra de consolación para Sión, y Jerusalén será la ciudad capital otra vez, como Dios había elegido desde un principio (v.17). Ya en el libro de Génesis es evidente que el Señor había elegido Jerusalén cuando el sacerdote Melquisedec, rey de Salem (después llamada Jeru-salén), tuvo un encuentro con el patriarca Abraham.

El principal propósito de este estudio es poder observar como el plan de Dios se extiende desde antes de la fundación del mundo, se desarrolla durante toda la historia y, finalmente, termina en la eternidad. Vimos a Melquisedec en su lugar y cómo tuvo que tener un encuentro con el patriarca de la nación de Israel. Leemos en un Salmo cómo tiene que levantarse un Sumo Sacerdote perfecto según el orden de Melquisedec, que nunca morirá, para poder dar la vida eterna a su grey. Aquí en la visión le vemos como el Ángel del Señor pero, ¿qué es lo que hace? Él intercede por Su pueblo; es un Sacerdote.

Aunque en los días de Zacarías ocurrió un avivamiento, en esta profecía vemos una perfección que no ha acontecido en toda la historia, ni acontecerá hasta que Dios trate con todos los enemigos de Israel de una vez para siempre. El perfecto cumplimento no ocurrirá hasta que el Señor Jesucristo reine sobre el mundo desde Jerusalén en el Milenio. Así que toda la visión debe interesarnos, si es que esperamos estar con Él en aquel reinado.

 

La segunda visión

Los cuatro cuernos y los cuatro artesanos

Capítulo 1:18-21

  1. Después alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro

  2. Y dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué son éstos? Y me respondió: Estos son los cuernos que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.

  3. Entonces el Señor me mostró cuatro

  4. Y dije: ¿Qué vienen a hacer éstos? Y él respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá, de modo que nadie ha podido levantar la cabeza; pero estos artesanos han venido para aterrorizarlos, para derribar los cuernos de las naciones que alzaron sus cuernos contra la tierra de Judá para dispersarla.

En la palabra profética los cuernos simbolizan poderes (Dn.7:7-8, 20, 24; 8:3, 6-7, 20; Ap.12:3; 13:1, 11;17:3,7,12,16). Como los cuernos de los animales son usados para luchar, dominar y ganar preeminencia, de igual manera los poderes del hombre se enfrentan unos contra otros hasta que el más fuerte domina. Los cuatro cuernos en la visión son cuatro poderes (v.18). En Amós 6:13 está muy bien ilustrado, donde la palabra poder, literalmente, debe ser cuernos. Se trata de un Israel enaltecido que piensa que ha ganado cuernos por su fuerza, pero el Señor les hace saber que todo fue en vano.

Zacarías, que quiere saber el significado de la visión de los cuatro cuernos, realiza su segunda pregunta. En respuesta supo que ellos eran los que habían dispersado a Judá, Israel y Jerusalén (v. 19). Al ser una profecía, no solamente habla de lo que ya existía sino de cosas que habrían de venir.

Probablemente eran las potencias mundiales descritas en Daniel 2:1-49 y 7:1-28. El verbo es la clave de la interpretación… dispersar. Los poderes mundiales, desde Egipto, siempre han tenido que ver con Israel, e Israel había tenido personas de influencia entre ellos para preservar al pueblo.

En este período de la historia de los judíos los cuatro reinos eran muy significativos. Babilonia había ejercido su poder sobre el mundo, persiguiendo y llevando a los judíos al cautiverio, y los medo-persas habían tomado su lugar. Zacarías y los judíos vivieron bajo su dominio y, antes de que llegara el Mesías, estarían bajo los griegos y después los romanos. Con razón, en el tiempo de Jesús, cuando los judíos estaban bajo el cuarto reino (Roma), esperaban que viniera el Mesías para librarles de los cuatro cuernos (Dn.2:40-44; 7:7-14). Los que creían que Jesús era el Mesías quisieron hacerle rey a la fuerza. En los Evangelios leemos mucho sobre entrar en Su reino, pero para esto, hay que esperar Su segunda venida. Su reino ahora ha llegado sin “evidencia ocular” (Lc. 17:20 griego literal) y su trono se levanta en el corazón de Su pueblo.

Aparentemente, los cuatro artesanos entran en la segunda visión, porque ningún comentarista la considera como una visión aparte (v.21). Los artesanos son levantados por Dios como la respuesta contra los cuernos. Ellos entran para aplastar a las naciones que han oprimido a Israel. No tenemos que temer a los opresores. Para cada cuerno Dios tiene un artesano. Dios, de antemano, ha determinado su fin y ya tiene a su disposición el medio de derrumbarlos.

Los enemigos espirituales son especialistas en atemorizar al pueblo de Dios en cualquier situación en la que se encuentre. Pero si nuestros ojos pudieran penetrar la esfera invisible, los veríamos a ellos mismos temblando, aterrorizados por la gloria de Dios que acompaña a los Suyos. Mi padre, al estar con otros, tratando de librar a una persona endemoniada, oyó al demonio decir: “No os tememos a vosotros; tememos a ese Ser Brillante que os acompaña”.

Me hace pensar en Isaías 7, cuando dos naciones se asociaron contra Judá. El corazón de Judá y su rey fueron “estremecidos como se estremecen los árboles del bosque con el viento”. La palabra de Dios por medio de Su profeta, Isaías, fue: “Ten calma y observa: No temas ni te acobardes ante esos dos tizones humeantes”. Unos versículos después continua diciendo: “No se cumplirá ni sucederá”. Entonces Dios les hace saber el futuro de estos enemigos: “Será abandonada la tierra por los dos reyes que te hacen temer”. El remedio al que apunta Isaías es siempre el remedio divino para cada dilema humano: “La virgen quedará encinta y dará a luz un hijo y llamará su nombre Emmanuel”. Acudimos a Jesús, Dios con nosotros, y en Él encontramos buenas palabras de consuelo y victoria. Nada de lo que el enemigo ha forjado contra ti prosperará.



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