OH CUÁN DULCE ES FIAR EN CRISTO
AUTOR: LOUISA STEAD HIMNO: CUÁN DULCE ES FIAR EN CRISTO Louisa Stead nació en 1850, en Dover, Inglaterra. Desde joven decidió dedicar su vida al servicio misionero. Ella llegó a América en 1871, a la edad de 21 años, y vivió un tiempo en Cincinnati, Ohio. En 1875, Louisa se casó con el Sr. Stead, y de esta unión nació una hija, Lily. Ciento treinta años después de su creación, el mensaje del tradicional himno cristiano “Oh Cuán Dulce es Fiar en Cristo”, denominado en inglés “Tis So Sweet to Trust in Jesus”, continúa resonando alrededor del mundo. Escrita por la creyente Louisa Stead, en 1882, la canción está considerada, por la crítica especializada, como una de las composiciones más bellas de la música religiosa gracias a su letra optimista que habla sobre el consuelo que puede prodigar el Creador. Este himno nació tras una desafortunada circunstancia experimentada por su autora. Louisa Stead, y su esposo mientras disfrutaban de una comida campestre junto a su hija de cuatro años en una playa de Long Island (New York) cuando escucharon el grito desesperado de un niño que se estaba ahogando. El esposo de Louisa trató de salvarlo. Sin embargo, durante el rescate el niño arrastró al señor Stead bajo el agua y ambos se ahogaron mientras Louisa y su hija observaban la escena a la orilla del mar. Luego de la muerte de su marido, Louisa quedó sin medios económicos para sostenerse excepto el amor y amparo del Señor. Ella y su hija de nombre Lily experimentaron las más extrema pobreza y se vieron condenadas por algún tiempo a vivir una serie de privaciones. Pero una mañana, cuando no tenían ni un solo centavo ni comida para el día, abrieron la puerta y encontraron que alguien les había dejado dinero y comida al lado de su puerta. Entonces, ese día ella escribió: “Oh Cuán Dulce es Fiar en Cristo”. La vida de Louisa siempre estuvo ligada al Todopoderoso. Convertida a los nueve años de edad, Stead sintió el llamado de Jesucristo y con apenas 21 años se fue a los Estados Unidos para presentar el evangelio de la Gracia de Cristo. Posteriormente del fallecimiento de su primer cónyuge se casó en segundas nupcias con Robert Wodehouse, un pastor evangélico, y se marchó a Sudáfrica. En 1895, con la idea de cuidar su salud, regresó a Norteamérica, pero una vez más el fiel Creador la envió en misión evangelizado a Rhodesia, en 1901. Su hija Lily, desposada igualmente con un hombre de fe, compartió su amor por Dios y también entró en el campo misionero. Y aunque ella dejó de existir en 1917, tras un fructífero paso terrenal, su obra jamás dejó de estar presente dentro de la comunidad evangélica mundial. A lo largo de trece décadas sus versos, que se destacan por la confianza que transmiten en Cristo, han alcanzado la talla de canto imprescindible y son la mejor muestra de que es muy dulce y grato creer en el Dios Altísimo. Las palabras del poema de Louisa Stead fueron musicalizadas por el famoso compositor cristiano William James Kirkpatrick, inventor de cerca de cien obras mayores y un sinfín de himnos de Pascua, Navidad y coros infantiles, y posteriormente se publicaron en varios himnarios. La tragedia que inspiró “Oh Cuán Dulce es Fiar en Cristo” se transformó lentamente, en el siglo XX, en una fuente de consuelo para muchas almas, y hoy en día no deja de maravillar a los seguidores de Jesús de Nazaret. Después de su muerte, un compañero misionero escribió sobre el uso continuado de “Oh Cúan Dulce es fiar en Cristo”: La echamos mucho de menos, pero su influencia continúa a medida que nuestros cinco mil cristianos nativos cantan continuamente este himno en su lengua materna. Damos paso a la lectura del Himno: OH CUÁN DULCE ES FIAR EN CRISTO ¡Oh, cuán dulce es fiar en Cristo Y entregarse todo a Él; Esperar en sus promesas, Y en sus sendas serle fiel! Jesucristo, Jesucristo, Ya tu amor probaste en mí; Jesucristo, Jesucristo, Siempre quiero fiar en ti. Es muy dulce fiar en Cristo, Y cumplir su voluntad, No dudando su palabra, Que es la luz y la verdad. Siempre es grato fiar en Cristo, Cuando busca el corazón, Los tesoros celestiales, De la paz y el perdón. Siempre en ti confiar yo quiero, Mi precioso Salvador; En la vida y en la muerte, Protección me dé tu amor.