LO QUE NO PUEDO HOY ENTENDER
AUTOR: MAXWELL CORNELIUS HIMNO: LO QUE NO PUEDO HOY ENTENDER Maxwell Cornelius nació en Pensilvania, Estados Unidos, el 30 de julio de 1842. Era hijo de un agricultor, por lo que Maxwell pasó los primeros años de su vida en la granja de la familia. Cuando ya tenía edad suficiente, dejó la granja para aprender el oficio de la albañilería. Más adelante, se convirtió en un contratista, trabajando en la ciudad de Pittsburg. Mientras construía una casa tuvo un accidente donde se rompió gravemente la pierna. Luego de ser evaluado por los médicos le dieron la triste noticia de que la única solución era amputar la pierna. Le señalaron una semana cuando la operación tendría lugar. Cuando llegó el día de la operación, Maxwell dijo que estaba listo, pero pidió su violín para tocar una melodía, “quizás la última que toque en mi vida”. Pero, el joven salió bien de la operación, aunque, como es de entender, su vida cambió drásticamente a partir de ese momento. Sin embargo, Maxwell no se dejó llevar por el desánimo y decidió dedicarse a la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios. Comenzó en su localidad en Pensilvania, pero luego se mudó a California por motivos de salud de su esposa. Poco tiempo después su esposa murió. El Sr. Cornelius predicó en el funeral de su esposa y para concluir su mensaje leyó este poema, que había escrito hacía poco tiempo: Lo que no puedo hoy entender tendrá sentido más allá. Las lágrimas que derramé, Dios todas las enjugará. La buena mano del Señor está conmigo siempre aquí. Por eso puedo hoy confiar en lo que él tiene para mí. El sermón del Sr. Cornelius fue publicado en el periódico local, junto con el poema. El predicador Daniel Whittle lo encontró y lo guardó en su Biblia. Tres meses más tarde le escribió el coro: Su amor no cambia, eso sé, Dios permanece siempre fiel. Por todo gracias le daré, aunque no pueda comprender. El Sr. Whittle le dio el poema a su amigo James MacGranahan quien le escribió la música con que se canta hoy día. Un año después Ira Sankey estaba en una serie de predicaciones con el predicador D. L. Moody. Al final de una de las reuniones, el Sr. Sankey cantó este himno. Luego de la reunión se le acercó una mujer joven, con su esposo, y le dijo: “Yo soy la hija del Sr. Cornelius el autor de este poema, y espero que Dios continúe bendiciendo a muchos a través de este himno”. Dios contestó su oración, porque este himno ha traído consuelo y fortaleza a muchos, incluso en el mundo hispano. 1. Lo que no puedo hoy entender tendrá sentido más allá. Las lágrimas que derramé, dios todas las enjugará. Su amor no cambia, eso sé, Dios permanece siempre fiel. Por todo gracias le daré, aunque no pueda comprender. 2. Dios dio y Dios quitó también; su nombre aquí bendeciré. Un buen propósito tendrá, después me lo declarará. 3. Las sombras veo, no el sol, sobre lo que siempre anhelé. Pero después sabré por qué aquí Dios no lo permitió. 4. La buena mano del señor está conmigo siempre aquí. Por eso puedo hoy confiar en lo que él tiene para mí.