Consagrarme todo entero «Judson Van De Venter»

Consagrarme todo entero «Judson Van De Venter»

La Historia detrás del Himno

CONSAGRARME TODO ENTERO

EL HIMNO: CONSAGRARME TODO ENTERO AUTOR: JUDSON WHEELER VAN DE VERTEN Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento Marcos 12:30 El 5 de diciembre de 1855 nació Judson Van De Venter, en el seno de una familia granjera que vivía en Michigan, Estados Unidos. Creció mostrando un abnegado interés por el arte, que vino a ser más que un pasatiempo para convertirse en su profesión después de graduarse del Instituto de Hillsdale. Fue maestro de arte en una escuela secundaria en Pensilvania y, más adelante, fue ascendido al cargo de supervisor. Durante su carrera en arte recorrió muchos lugares visitando museos y galerías alrededor del mundo. Estudiaba las pinturas en las reconocidas exposiciones en Europa, y también él mismo era pintor. Cuando tenía 17 años, Judson llegó a la convicción de sus pecados y puso su fe en Cristo como su Salvador personal. Desde su conversión comenzó a ayudar en los diferentes esfuerzos evangelísticos en su iglesia y vio con mucha alegría muchas personas venir a los pies del Salvador para el perdón de sus pecados. Otros creyentes cercanos a él le animaban a renunciar a su trabajo para poder dedicarse por completo a la predicación. Judson sentía que el Señor le llamaba a dedicarse enteramente a la obra del evangelio, pero el arte seguía siendo un gran atractivo. Fue una decisión muy difícil de tomar. La lucha en su corazón le llevó cinco años vencer. Finalmente, rendida su voluntad al Señor, puesto de rodillas, dijo: “Señor, si quieres que dé todo mi tiempo a Tu obra, lo haré; me consagro enteramente a Ti”. Así como Mateo que, al escuchar el llamado del Señor, “dejándolo todo, se levantó y le siguió” (Mateo 5:28). El resto de su vida se dedicó enteramente a la predicación, ayudando especialmente al evangelista Wilber Chapman en sus extensas campañas alrededor de los Estados Unidos, Escocia e Inglaterra. Mientras llevaba a cabo reuniones en Ohio, Estados Unidos, en la casa donde se estaba quedando, escribió este himno, recordando su propia experiencia cuando se rindió enteramente al Señor: Consagrarme todo entero, alma, vida y corazón, es el íntimo deseo que hoy me anima, buen Señor. Heme aquí, Señor, a tus plantas hoy, pues a Ti consagrar quiero todo lo que soy. Años más tardes se mudó a Tampa, Florida, donde comenzó a enseñar en un instituto bíblico. A finales de 1930, un estudiante adolescente estaba sentado escuchando atentamente al Sr. Van DeVenter. Aquel estudiante se llamaba Billy Graham, quien llegó a ser un conocido predicador que llevó las buenas noticias de la salvación en Cristo a millones de personas. El Sr. Graham dijo que una de las personas que más influenciaron en su vida fue Judson Van DeVenter, predicador y autor del himno “Consagrarme todo entero”. Puede que sea difícil también para nosotros tomar la decisión de consagrar todo a nuestro Señor Jesucristo, por diversos atractivos que nos puedan estar ocupando, pero tomemos el ejemplo de Judson en rendirnos enteramente a Él. Un misionero en Ecuador escribió hace muchos años: “No es necio aquel que da lo que no puede conservar, para ganar lo que no puede perder” Jim Elliot A continuación damos paso a la lectura del himno: CONSAGRARME TODO ENTERO Consagrarme todo entero alma, vida y corazón, es el íntimo deseo que hoy me anima, buen Señor. Heme aquí, Señor, a tus plantas hoy, consagrado a tu servicio todo lo que soy. Al contrito has prometido que de ti no arrojarás, hoy propicio sé conmigo y tu espíritu me das. Heme aquí, Señor, a tus plantas hoy, consagrado a tu servicio todo lo que soy. Confesando mis pecados, que sin número han de ser, y arrojando todo a un lado a servirte aprenderé. Heme aquí, Señor, a tus plantas hoy, consagrado a tu servicio todo lo que soy. Mi canción constante sea, y mi sola inspiración, proclamad la dicha eterna del que vive para Dios. Heme aquí, Señor, a tus plantas hoy, consagrado a tu servicio todo lo que soy. ¡Cuánta paz inunda mi alma al pensar que suyo soy, y que pronto en las moradas estará de mi Señor! Heme aquí, Señor, a tus plantas hoy, consagrado a tu servicio todo lo que soy.



Si continúas usando este sitio, aceptas el uso de cookies. Más información

Los ajustes de cookies en esta web están configurados para «permitir las cookies» y ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues usando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en «Aceptar», estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar