Él vive
EL VIVE La historia detrás del himno Era un domingo de resurrección; alfred h. ackley se estaba preparando para el servicio en su iglesia Presbiteriana en California. El año era 1932 y en este tiempo la radio era el medio más importante de comunicación. El Sr. Ackley sintonizó su radio en varios programas locales cuando de pronto oyó el anuncio, Y ahora nos unimos A las estaciones roja y azul para una programación especial desde la ciudad de Nueva York. El orador que fue presentado era un predicador muy conocido de Nueva York, quien era conocido por sus ideas liberales y en esa mañana saludó a la audiencia radioescucha con un: ¡Buenos días, es Semana Santa! Ustedes saben, realmente a mí ni me va ni me viene si Cristo resucitó o no resucitó. En lo que a mí respecta, Su cuerpo pudiera estar hecho polvo en alguna tumba de Palestina. ¡Lo más importante es que Su verdad sigue adelante!» «¡Eso es una mentira!» exclamó Ackley–olvidándose del hecho que el orador en el radio no le podía escuchar y también que en aquellos momentos él se estaba afeitando con una navaja muy cortante, pudiéndose cortar. Pero la Sra. Ackley sí le escuchó y le preguntó: ¿Por qué estás gritando tan temprano? El Sr. Ackley le contestó: «¿No oíste lo que ese predicador «bueno-para-nada» acaba de decir? Él dijo que no importaba si Cristo había resucitado o no». En esa mañana, el Pastor Ackley predicó como nunca había predicado un domingo de resurrección. Por unas semanas, el Sr. Ackley había tenido conversaciones con un joven judío quien le había preguntado, ¿Y por qué tendré que adorar a otro judío ya muerto? El Sr. Ackley le contestaba, «¡Eso es lo más importante de todo esto, Jesucristo no está muerto Él vive!» Y ahora este predicador liberal de radio estaba atreviéndose, con argumentos santurrones, a destruir la misma verdad que le había dado la fuerza a la iglesia del primer siglo y por lo que muchos habían dado sus vidas para proclamar a un Salvador vivo y resucitado. Ese domingo en la noche, el Sr. Ackley les volvió a predicar sobre la resurrección; y cuando él llegó a su casa esa noche, él sentía como sino hubiese dicho todo lo que había planeado decirles. La esposa le dijo: Mira, es tiempo ya que hagas lo que mejor puedes hacer. ¿Por qué no escribes un himno al respecto? Y tal vez te sentirás mejor, así tendrás algo que seguirá diciendo esta gran verdad. El Sr. Ackley escuchó el consejo de su esposa y se fue a su lugar de estudio. El buscó el recuento de la resurrección escrito por el evangelista San Marcos; y en el versículo 6 del capítulo 16, leyó y volvió a leer las palabras: «Él no está aquí, pues ha resucitado». Él dice que un escalofrío le envolvió hasta el alma una experiencia que nunca olvidará. Y mientras él pensaba en la realidad de Su presencia permanente en aquella habitación con él, él no podía contenerse, y empezó a escribir: Al Cristo vivo sirvo Y él en el mundo está Aunque otros lo negaren Yo sé que él vive ya. El siguió escribiendo hasta que, en un tiempo bastante corto, todas las estrofas del himno habían sido terminadas; inmediatamente después, al sentarse al piano, la melodía vino para complementar las palabras—tal y como se canta hoy día. EL VIVE Al Cristo vivo sirvo y él en el mundo está aunque otros lo negaren yo sé que él vive ya Su mano tierna veo, su voz consuelo da y cuando yo le llamo muy cerca está. CORO Él vive, él vive, Hoy vive el Salvador; Conmigo está y Me Guardará Mi amante Redentor. Él vive, él vive, Imparte salvación. Sé que él viviendo está Porque vive en mi corazón. En todo el mundo entero contemplo yo su amor y al sentirme triste consuélame el Señor seguro estoy que Cristo mi vida guiando Está y que otra vez al mundo regresará. Coro: Regocijaos cristianos hoy himnos entonad eternas Aleluyas a Cristo Rey cantad la unica esperanza Es del mundo pecador No hay otro tan amante como el Señor.