Cómo Leer La Biblia (4ª parte)
Cómo Leer La Biblia
PARA UNA VERDADERA LECTURA DE LAS ESCRITURAS,
DEBEMOS ENTENDERLAS.
Hermanos míos, debemos meditar.
Estas uvas no van a producir vino a menos que caminemos
sobre ellas. Estas aceitunas deben ser trituradas por la prensa,
y aplastadas una y otra vez, para que puedan darnos su aceite.
En un plato de nueces, ustedes pueden saber cuál nuez
ha sido comida, pues hay un hoyito que el insecto ha perforado
en la cáscara; solamente un hoyito, y luego, dentro,
encontramos al bicho, comiéndose la nuez.
Pues bien, es una cosa grandiosa perforar la cáscara de la letra, para luego vivir dentro, alimentándonos de la nuez.
Quisiera ser un gusanito así, que pudiera vivir dentro alimentándome de la Palabra de Dios, habiendo perforado
el hoyito en la cáscara, y habiendo alcanzado el misterio
más profundo del bendito Evangelio.
La Palabra de Dios es siempre más preciosa para el hombre
que vive mayor tiempo en ella.
El año pasado estaba sentado bajo un árbol de haya muy frondoso, y sentí placer al observar con mucha curiosidad,
los hábitos singulares de ese árbol tan maravilloso,
que parece poseer una inteligencia que otros árboles no tienen.
Me sorprendía y me maravillaba la haya, pero luego pensé:
yo no valoro tanto a esta haya como aquella ardilla.
La veo brincar de rama en rama, y estoy seguro que la ardilla valora grandemente a esa vieja haya, porque tiene su hogar
en un hoyo en algún lugar del árbol, y estas ramas son su abrigo, y la fruta que produce el árbol es su alimento.
La ardilla vive en el árbol.
Es su mundo, es el lugar donde juega, es su granero, es su hogar; ciertamente, el árbol es todo para la ardilla, en cambio para mí
no lo es, pues yo tengo mi descanso y mi alimento en otro lado.
Deberíamos de ser como ardillas en relación
con la Palabra de Dios: vivir en ella, y vivir de ella.
Ejercitemos nuestras mentes saltando en ella de rama en rama, encontrando nuestro alimento y nuestro descanso en ella,
y haciendo de ella nuestro todo en todo.
Nosotros seremos los que más nos beneficiaremos de ella,
si la convertimos en nuestro alimento, nuestra medicina,
nuestro tesoro, nuestra armadura, nuestro descanso,
nuestra delicia.
Que el Espíritu Santo nos lleve a hacer esto y que haga
que la Palabra sea muy preciosa para nuestras almas.
Amados hermanos, a continuación, quiero recordarles que para este propósito debemos ser forzados a orar.
Es algo grandioso ser llevados a pensar, pero es más grandioso aún, ser guiados a orar después de haber sido llevados a pensar.
¿Acaso no me estoy dirigiendo a algunos de ustedes que no leen la Palabra de Dios, y acaso no estoy hablando a muchos más
que la leen, pero no la leen con la fuerte voluntad de entenderla?
Yo sé que así es.